No tenéis más que echar un vistazo a los ingredientes y elaboración de la receta que os traigo en esta ocasión, estas indecentemente deliciosas tostadas francesas — más conocidas por su nombre original: French toast — para daros cuenta de que ésta es quizás la más fácil y rápida de preparar hasta la fecha en la historia de este blog.
Y sí, efectivamente son parientes, y no muy lejanas, de nuestras tradicionales torrijas. Pero no está en mi ánimo entrar en comparaciones (que, por lo general, suelen ser odiosas) ni valoraciones, pues tanto en un caso como en el otro, prácticamente cada casa tiene su propia versión. ¿Quién no ha defendido a capa y espada las torrijas de su madre o de su abuela frente a otras?
Pero nos desviamos del tema que nos ocupa, la receta de la French Toast. Mucho se ha escrito sobre este sencillo, rápido y sabroso manjar. Unos dicen que sin leche, otros que nada de huevos, algunos que sin especias, hay quien no puede prescindir del extracto de vainilla, los hay que las tienen en remojo toda la noche y los que apenas las sumergen, los que las hornean, los que las fríen en ingentes cantidades de mantequilla o los que apenas la utilizan… Las posibilidades pueden llegar a ser interminables. En resumen, se trata de aprovechar las sobras del pan que se ha quedado duro del día anterior (o del anterior al anterior) y convertirlas en una tostada muy especial, redefiniendo su sabor, textura y fundamento. No suena mal, ¿verdad?

Al parecer, realmente sí que proceden de Francia, donde se las conoce como ‘pain perdu’ (pan perdido, literalmente). Pero además de French toast, en el Reino Unido también reciben nombres como ‘poor knights of Windsor‘ (pobres caballeros de Windsor) ‘eggy bread‘ (pan «huevoso») o ‘gypsy toast‘ (tostada gitana). Es más, numerosas son las culturas gastronómicas que a lo largo de la historia han aprovechado el pan duro para hacer dulces similares: en Alemania el ‘Arme Ritter‘ (caballero pobre), en Austria y Bavaria lo llaman ‘Pavese‘, ‘Rabanadas‘ o ‘Fatias Douradas‘ es el nombre que reciben en Portugal y cómo no, nuestras castizas torrijas. Aun así, la primera idea de esta receta precede a esta época; Apicius, compilación de recetas culinarias que data de los últimos días del Imperio Romano, ya contenía una alusión a una receta dulce similar, sin nombre específico, a base de pan blanco remojado en leche, frito y posteriormente recubierto con miel.


Y si me vais conociendo un poco, si no, veréis que sólo es cuestión de tiempo, os imaginaréis que no he podido resistirme a tan deslumbrante y aparatoso nombre: Poor Knights of Windsor. Es ésta una orden militar formada por oficiales jubilados que recibían pensión y alojamiento por parte del Castillo de Windsor, fue creada por el rey Edward III en el siglo XIV tras la batalla de Crécy, en la que muchos fueron los caballeros que acabaron capturados por los franceses y que se vieron obligados a vender sus propiedades para comprar su liberación. Y ya está bien, os habéis ganado la receta de hoy:
- 30-45 g (2-3 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 3 huevos (M)
- 25 g (2 cucharadas) de azúcar moreno
- 120 ml (½ cup) de leche entera
- 60 ml (¼ cup) de nata líquida (35% MG)
- ½ cucharadita de canela molida
- ¼ cucharadita de otra especia a elegir, según preferencia personal:
clavo molido, pimienta de Jamaica (allspice) molida, nuez moscada molida... al gusto - ½ cucharadita de extracto puro de vainilla
- ¼ cucharadita de sal
- Ralladura de ½ limón (opcional)
- 15 g (2 cucharadas) de harina normal de trigo (opcional)
- 6 rebanadas gruesas (unos 2,5 cm de grosor aprox.) de pan de buena calidad (del día anterior)*
- Derretimos una cucharada de mantequilla y reservamos mientras se enfría un poco.
- Mientras tanto, en un cuenco o fuente grande y amplia (han de caber las rebanadas de pan holgadamente), batimos los huevos y añadimos la mantequilla derretida, la leche, la nata, el azúcar, la sal, las especias, el extracto de vainilla y la ralladura de limón (en caso de usarla). Mezclamos bien todos los ingredientes con una varillas hasta combinar por completo.
- En caso de preferir nuestras French toasts un poco más crujientes por fuera, en un cuenco pequeño aparte mezclamos 2 cucharadas de la mezcla anterior junto con la harina hasta conseguir una pasta suave. Si no, pasamos directamente al punto 5.
- Añadimos la pasta de harina a la mezcla de huevo anterior y mezclamos hasta disolver totalmente.
- Calentamos una sartén a fuego medio (o plancha eléctrica a unos 150ºC) y ponemos a derretir otra cucharada de mantequilla.
- Mientras tanto, vamos poniendo a remojo las rebanadas de pan en la mezcla de huevo -al menos unos 30 segundos por cada lado, aunque dependerá del grosor del pan elegido- hasta que se ablanden, pero no demasiado, no queremos que acaben rompiéndose; han de quedar bien empapadas por el centro, pero sin que llegue a gotear (yo las mías las he dejado 1 minuto entero por cada lado).
- Con ayuda de una espátula plana ranurada, traspasamos cada rebanada a la sartén o plancha ya caliente, asegurándonos primero de que hemos eliminado el exceso líquido. Dejamos que se cocinen durante unos 1 - 1,5 minutos por la primera cara sin tocarlas hasta que queden doradas y crujientes por los bordes.
- Damos la vuelta y seguimos cocinando durante otro minuto o un poco más por la otra cara. Hemos de procurar eliminar los restos quemados que vayan quedando en la sartén entre tanda y tanda, o quedarán pegados a las siguientes tostadas y las dejarán con un aspecto muy poco apetecible. Si hiciera falta, podemos ir añadiendo el resto de la mantequilla, pero sin abusar y sólo cuando sea realmente necesario, pues la mantequilla se quema con facilidad y nuestras tostadas acabarían con un sabor y un aspecto distintos a lo esperado.
- Retiramos y colocamos en una fuente o en platos individuales.
- Servimos aún calientes. Podemos acompañarlas espolvoreadas con azúcar, canela, sirope de arce, golden syrup, miel, crème fraîche, mermelada, fruta, helado... ¡Tú eliges!
- Lo que sí es imprescindible es que el pan sea de buena calidad y que esté duro, de lo contrario se rompería nada más remojarlo y no absorbería bien el líquido. Aun así, si no quieres esperar y quieres disfrutar de tu French toast ya mismo, también puedes usar pan tierno del día y hornearlo antes de usarlo en tus tostadas francesas, manteniendo así todo su sabor a recién hecho además. Tan sólo habrás de cortarlo a rebanadas y hornearlas sobre la rejilla del horno a 150ºC (300°F) durante unos 8 minutos por cada lado.
- Si consigues hacerte con mantequilla clarificada (ghee) y la utilizas en esta receta en vez de la mantequilla normal, tus tostadas francesas adquirirán toda una nueva dimensión.
- Puedes prescindir o añadir especias según tu preferencia personal, aunque la canela, en mi opinión, es prácticamente obligatoria para darle ese toque aromático tan característico.
- Como desayuno son toda una fiesta, pero a cualquier hora del día son igualmente increíbles (¡o más!).
- Día nacional (EEUU) de la French Toast: 28 de noviembre.
Fuente: Wikipedia et al.