El apple crumble es la solución perfecta para esos momentos en que te zamparías una reconfortante y siempre bienvenida ración de tarta de manzana (apple pie), pero no estás por la labor de ponerte a amasar o encaminarte hasta donde sirvan la mejor tarta de la ciudad.
En realidad, estamos ante una receta muy similar a aquélla en muchos aspectos, pero con la salvedad de que ésta la tienes en un periquete y sin tomarte demasiadas molestias, razones por las cuales el apple crumble disfruta de una gran popularidad. ¿A quién no le gustan las cosas sencillas, fáciles, ricas y buenas todo en uno? Muchas son las fuentes que afirman que este postre nació a causa del régimen de racionamiento tras la II Guerra Mundial, pues muchos de los ingredientes escaseaban la mayor parte del tiempo y plantearse un suculento pie era prácticamente impensable, una extravagancia. Aun así, como suele pasar, hoy en día existen tantas y tan complejas versiones a la hora de elaborar el crumble como la imaginación lo permita: puedes incluir frutos secos, copos de avena, hay quien añade agua, canela, más o menos mantequilla, más o menos harina, azúcar blanco, superfino, demerara…
Esta necesidad de moderar el uso de ciertos alimentos, no sólo dio como resultado el «humilde» apple crumble, pues en cuanto a recetas elaboradas con esta fruta, durante la década de los 1920 en EEUU también surgieron el apple crisp (la versión americana del apple crumble en la que no se suele añadir avena) y el apple cobbler, otra variante en la que el crumble superior está formado por porciones individuales de masa (tipo biscuit) en lugar de una única capa a base de migas, lo que le da ese aspecto como adoquinado. Sin embargo, no sería hasta 1924 cuando apareciera la primera referencia por escrito a este tipo de postres hoy ya considerados toda una tradición.
Se trata de una receta muy recurrente en la época otoñal, también en invierno, cuando las manzanas están en su máximo esplendor, aunque debido a la gran variedad de esta fruta podemos disfrutar de él prácticamente todo el año. Y a pesar de que el de manzana se lleva toda la fama y la gloria, no es inusual también encontrarnos con versiones en las que se emplean otras frutas, como peras, bayas, melocotón, incluso ruibarbo, o una combinación de varias…
Es posible que, con ese aspecto un tanto rústico, sin una forma o color espectaculares, éste no sea el postre más fotogénico del mundo. Sin embargo, son muchas las cualidades por las que podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que estamos ante uno de esos platos que te conquistan en la segunda cita. Aunque eso sí, una vez te hayas rendido a él, no podrás olvidarlo y volverás una y otra vez a buscar ese encuentro.
- 200g (1½ cup) de harina de trigo floja
- ¼ cucharadita de sal
- 110g (½ cup) de azúcar moreno
- 130g (½ cup + 1 cucharada) de mantequilla sin sal, fría y cortada a daditos pequeños
- 25g (¼ cup) de copos de avena (opcional)
- 600g de manzanas (variadas), peladas, descorazonadas y troceadas
- 55g (¼ cup) de azúcar moreno
- Zumo de 1 limón mediano
- ½ cucharadita de canela molida
- 7g (1 cucharada) de harina fina de maíz (tipo Maizena)
- 50g (1/3 cup) de arándanos frescos (opcional)
- Colocamos la harina, el azúcar y la sal en un cuenco grande y mezclamos con unas varillas hasta combinar bien.
- Progresivamente, vamos añadiendo los daditos de mantequilla fría y los integramos en la harina con ayuda de un pastry blender o con dos cuchillos hasta conseguir una textura con aspecto de migas arenosas irregulares.
- Cubrimos con film transparente y refrigeramos al menos durante 20 minutos (o hasta un día entero).
- Mientras tanto, pelamos, descorazonamos, troceamos las manzanas y las colocamos en un cuenco grande.
- Seguidamente, espolvoreamos la fruta con el azúcar moreno, el zumo de limón, la harina fina de maíz y la canela y mezclamos suavemente con ayuda de una espátula o cuchara de madera hasta que todos los ingredientes queden bien distribuidos. Cubrimos con film transparente y reservamos unos 30 minutos.
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 180ºC y colocamos la bandeja del horno a media altura.
- Engrasamos una fuente o molde aptos para el horno de unos 27x21 cm y reservamos.
- Una vez listo el relleno, añadimos los arándanos (si los vamos a utilizar), volvemos a mezclar una vez más con sumo cuidado para no romper la fruta y lo repartimos por toda la superficie de la fuente.
- Retiramos el crumble del frigorífico y cubrimos el relleno con él sin presionar, procurando llegar a todos los rincones por igual.
- Finalmente, sin mezclar, dejamos caer los copos de avena (en caso de añadirlos), por encima de nuestro crumble de manera uniforme.
- Horneamos durante unos 40-45 minutos hasta que el crumble haya adquirido un tono dorado y la fruta burbujee a través de él.
- Dejamos templar sobre una rejilla sin desmoldar.
Servir preferiblemente templado y acompañado con nata montada azucarada, crema pastelera o natillas (custard) o helado.
- La cantidad de azúcar a añadir en el relleno variará ligeramente en función de la acidez de las manzanas seleccionadas. Una vez mezclados todos los ingredientes, no te cortes y pruébalo; a lo mejor necesitas endulzarlo un poco más.
- Yo he empleado manzanas de las variedades Golden, Fuji y Benejama, esta última, una variedad local de la Comunidad Valenciana. Siempre que sea posible, es recomendable utilizar manzanas autóctonas de la zona en la que vives.