No podéis ni imaginar la de ganas que tenía —y que ni yo sabía que tenía hasta que la idea se instaló en mi empecinada cabecita— de preparar unas más que reconfortantes jacket potatoes...
No es la primera vez que os cuento lo que me gusta a mí un desayuno bien nutrido de cosas ricas. Es, con diferencia, la comida que más disfruto del día y, aunque muy a mi pesar no es habitual empezar de esta guisa a diario —pese a lo que se pueda llegar a imaginar al otro lado de la pantalla...
Después de lo que a veces me parece un suspiro, a veces una eternidad, me dispongo la mar de animosa (algo reposada también) a continuar donde lo dejé.
Mira que es curioso que de la unión de dos grandes debilidades se pueda llegar a conseguir todo un derroche de carácter como resultado, es decir, aquello de que ‘el todo’
Tras un buen repertorio de esas entrañables delicias de la repostería más tradicional anglo-americana —como han sido los scones, biscuits, crumbles, pies y un largo etcétera—, he pensado que ya iba siendo hora de que un buen cobbler hiciera acto de presencia por el blog.
Siempre me ha parecido que hay algo inherentemente fascinante en todo lo relacionado con la puesta en escena del famoso ritual del té británico.
El verano está pasando a un ritmo de vértigo. Cuando publiqué mi primera receta de helado casero (¡hace ya más de un mes!) os aseguré que habría otras, muchas otras.