No es la primera vez que os cuento lo que me gusta a mí un desayuno bien nutrido de cosas ricas. Es, con diferencia, la comida que más disfruto del día y, aunque muy a mi pesar no es habitual empezar de esta guisa a diario —pese a lo que se pueda llegar a imaginar al otro lado de la pantalla...
Os confieso que la receta de hoy ha sido uno de mis últimos felices descubrimientos. Se trata de todo un decadente, irresistible y perfectamente acompañado Apple Dutch Baby. Sólo el nombre ya me cautivó, pese a que puede que sea uno de los platos de apariencia menos fotogénica que haya hecho hasta la fecha...
No sé de nadie hasta la fecha que no sea capaz de disfrutar de una buena ración de tortitas cubiertas de una no menos generosa dosis de sirope, deslizándose indecorosamente por los costados.
No sé si habréis notado que últimamente estoy en modo brunch ON total; primero fueron los English muffins, una cosa llevó a la otra y del Reino Unido fui a parar a EEUU —a Nueva York, más concretamente—, con sus ya célebres «huevos Benedictine», para los cuales dichos panecillos ingleses son imprescindibles.
¿Habíais oído hablar de los English muffins? De algo suenan, ¿verdad? Pues pese a compartir denominación con los archiconocidos muffins americanos, las similitudes que pueda haber entre ambos son mera coincidencia;
Mira que es difícil encontrar a quien pueda resistirse a una tortita recién hecha para desayunar. Sobre todo si ya te las encuentras hechas una vez en pie.
No tenéis más que echar un vistazo a los ingredientes y elaboración de la receta que os traigo en esta ocasión, estas indecentemente deliciosas tostadas francesas — más conocidas por su nombre original: French toast — para daros cuenta de que ésta es quizás la más fácil y rápida de preparar hasta la fecha en la historia de este blog.