¿Habíais oído hablar de los English muffins? De algo suenan, ¿verdad? Pues pese a compartir denominación con los archiconocidos muffins americanos, las similitudes que pueda haber entre ambos son mera coincidencia; los primeros, en realidad un tipo de panecillo, apenas llevan azúcar (menos de una cucharada) y, a diferencia de los últimos, se elaboran con levadura de panadería, por lo que la masa requiere amasado y sus correspondientes levados. Aun así, no implica una elaboración realmente dificultosa.

Se cree que el origen de estos panecillos se remonta al siglo X en Gales. Estos muffins tempranos, inicialmente presentes en las mesas de las clases sociales más bajas, no llegaron a formar parte del distinguido afternoon tea hasta finales del siglo XVIII, principios del XIX. Y dado que este nuevo concepto de «merienda» a la inglesa acabó por imponerse como una de las comidas regulares del día en sí misma, los English muffins supusieron una alternativa idónea para aquellos no tan aficionados a los dulces, pues tostados y untados con mantequilla (y en ocasiones también mermelada) o bien rellenos con todo tipo de ingredientes no dulces (jamón, bacon, huevos…) eran un bocado tan apetitoso y exquisito como cualquier otro pastelillo. Llegó incluso a convertirse en el “más sofisticado” pan de la época hasta el punto que los hornos dedicados a su elaboración se extendieron rápidamente por toda Inglaterra. La figura de los «muffin men» (los «hombres de los muffins«), quienes vendían su mercancía pregonando sus virtudes por las calles de las ciudades, se convirtió en algo tan habitual como familiar.

English Muffins {vs American Muffins}

Llegaron hasta a inspirar una antigua canción de cuna, «The Muffin Man«, que describe a un proveedor de muffins que trabajaba vendiendo estos panecillos de puerta en puerta. La canción ganó su máxima popularidad gracias a la obra Persuasion de Jane Austen, donde se hace especial mención a este personaje.

English Muffins {vs American Muffins}

También aparecen referencias a estos panecillos en The Watsons, una obra inacabada de la misma autora. Austen comenzó a escribirla alrededor de 1803 y la abandonó, supuestamente, tras la muerte de su padre en enero de 1805. Consta de 5 capítulos y cuenta con menos de 18.000 palabras. Según la BBC World News, el 14 de julio de 2011 la biblioteca Bodleiana (Bodleian Library) de la Universidad de Oxford —una de las más antiguas de Europa—, adquirió el manuscrito original por un valor de £850.000 mediante una subasta en Sotheby’s. Fuentes internas procedentes de la propia biblioteca aseguraron que éste es el último manuscrito de la autora que aún permanecía en manos privadas. Antes de dicha subasta, Sotheby’s estimaba el valor de la presente obra entre £200.000-£300.000.

The entrance of the tea-things at seven o’clock was some relief; and luckily Mr and Mrs Edwards always drank a dish extraordinary and ate an additional muffin when they were going to sit up late, which lengthened the ceremony almost to the wished-for moment.
-The Watsons

Y aunque estos muffins no son tan habituales en EEUU como en el Reino Unido, son el principal ingrediente, junto con los huevos, en los famosos «huevos benedictine» (eggs Benedict) presentes en el ya tradicional brunch neoyorquino. Indecentes, ¿verdad?

Fuentes: Wikipedia y JaneAusten.co.uk

English Muffins {diferenciando términos...}
 
Tiempo de Prep. (esperas incl.)
Tiempo de Cocción
Tiempo Total
 
Autor:
Tipo de receta: Bread - Breakfast
Origen: British
Raciones: 6-8
Ingredientes
(Todos los ingredientes han de estar a temperatura ambiente, salvo que se indique lo contrario)

  • 1 ¼ cucharaditas (4 g) de levadura seca de panadería
  • ¾ cucharadita de sal
  • 60 ml (¼ cup) de agua templada
  • 300 g (2 ¼ cups) de harina de fuerza
  • 15 g (1 cucharada) de mantequilla sin sal
  • 6 g (½ cucharada) de azúcar blanco
  • 180-240 ml (¾ - 1 cup) de leche
  • Harina de maíz (no Maizena) para espolvorear
  • Aceite de girasol para engrasar
Elaboración
  1. Empezamos disolviendo un poco de azúcar en el agua templada (35ºC/95°F aprox.) y, ya sin remover, añadimos la levadura. Dejamos reposar 5 minutos. Pasado este tiempo, mezclamos hasta que quede todo bien disuelto.
  2. Añadimos la harina, el resto del azúcar y la sal en el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de gancho (o en un cuenco grande), mezclamos con unas varillas hasta que quede todo bien combinado y hacemos un hueco en el centro.
  3. Vertemos la mezcla anterior junto con 180 ml (¾ cup) de leche y la mantequilla y amasamos a velocidad baja durante unos 6 minutos (8-10 si amasamos a mano) hasta que quede todo perfectamente integrado y obtengamos una masa elástica y lisa que se despegue fácilmente del cuenco o de nuestras manos (si después de este tiempo aún quedaran restos de harina sin incorporar a la masa, podremos añadir, progresivamente mientras seguimos amasando, los 60 ml (¼ cup) de leche restantes; a mí no me ha hecho falta). Dejamos reposar durante unos 5 minutos.
  4. Mientras tanto, engrasamos un cuenco grande (podemos volver a utilizar el anterior, bien lavado y seco) con una fina película de aceite de girasol. Damos forma de bola a la masa y la colocamos en el cuenco asegurándonos de que queda bien impregnada por toda la superficie. Cubrimos con film transparente y dejamos levar en un lugar cálido alejado de las corrientes durante 1 - 1½ horas o hasta que doble su volumen.
  5. Pasado este tiempo, colocamos la masa sobre la superficie de trabajo y desgasificamos presionándola suavemente con los nudillos unas 3-4 veces.
  6. Una vez lista la masa, la dividimos en 6-8 porciones iguales, dependiendo del tamaño que queramos conseguir. A continuación formamos una bola con cada una de las porciones y dejamos reposar durante unos 5 minutos más. (Es muy útil, aunque no imprescindible, utilizar una báscula de cocina y pesar cada porción de masa para asegurarnos de que todos quedan del mismo tamaño. A mí me han salido 6 muffins de unos 85 g cada uno; quizás un poquito grandes).
  7. Mientras tanto, preparemos una bandeja recubriéndola con papel vegetal de hornear y lo espolvoreamos con harina de maíz.
  8. A continuación, colocamos nuestros muffins sobre la bandeja que habíamos preparado previamente y los espolvoreamos también un poco más de harina de maíz. Los cubrimos bien con film transparente pero sin oprimirlos (de forma que quede holgado) y dejamos levar durante 1 hora más en las mismas condiciones que durante el primer levado (estos muffins, una vez horneados, suelen tener unas dimensiones de unos 7-10 cm de diámetro y unos 3 cm de grosor).
  9. Poco antes de que finalice este tiempo, precalentamos el horno (eléctrico) a 200ºC, calentamos también una plancha a la misma temperatura y la engrasamos ligeramente con aceite de girasol (si es antiadherente, no será siquiera necesario).
  10. Tostamos nuestros muffins durante unos 5-8 minutos por cada lado hasta que queden bien dorados sin que lleguen a quemarse.
  11. Los pasamos de nuevo a la bandeja del horno espolvoreada con harina de maíz, la colocamos a media altura y horneamos durante unos 10-12 minutos más para que se terminen de hacer bien por dentro.
  12. Retiramos del horno y los dejamos enfriar sobre una rejilla al menos durante unos 30 minutos antes de rellenarlos o de servir.
  13. Para mantener la textura esponjosa de su interior, es preferible abrirlos con un tenedor en lugar de usar un cuchillo, de esta forma se mantienen abiertos los agujeritos y cráteres de su miga y la mantequilla penetrará bien a fondo.

    Los muffins están increíbles, tanto solos como acompañados, recién hechos; si fueran a durar más días, los conservaremos a temperatura ambiente bien cerrados de forma que no les dé el aire. Siempre podremos meterlos en la tostadora, aunque pasado el primer día ya no será exactamente lo mismo.
    Firma Rosa M Lillo

Notas
- Además de los clásicos English muffins, como los de la receta, existen también diversas formas alternativas de prepararlos; sourdough (de masa fermentada o masa madre), con harina integral o harina de maíz, con pasas, canela...
- En vez de dividir la masa en porciones y darles forma de bola, también hay quien prefiere extender la masa (hasta unos 2-3 cm de grosor) y cortar los muffins con un cortador redondo.
- Si ya no puedes pensar en nada más que en esos huevos benedictine, tendrás, irremediablemente, que ponerte manos a la obra con los muffins; a partir de ahí la cosa no hace más que simplificarse: abrir, tostar, untar con mantequilla, añadir un huevo escalfado sobre una loncha de jamón o bacon y, sobre estos, una buena dosis de salsa holandesa.
- Si vas a congelar tus muffins, una vez formados y levados (aún crudos) deposítalos sobre una bandeja recubierta con papel vegetal, cúbrelos con film transparente e introdúcelos en el congelador. Cuando se hayan congelado, mételos en bolsas con cierre tipo zip y vuelve a meterlos en el congelador. Ve sacándolos según los vayas necesitando (continúa a partir del punto 9). Antes de tostarlos, dejaremos que se descongelen dentro de su envoltorio o bien en el frigorífico (durante toda la noche) o a temperatura ambiente.
- También puedes congelarlos recién hechos (una vez fríos).

Receta adaptada de The Bread Baker’s Apprentice: Mastering the Art of Extraordinary Bread de Peter Reinhart

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