Esta semana la cosa va de galletas, pero, aunque soy una asidua a las clásicas chocolate chip cookies, esta vez me apetecía muchísimo algo más contundente y con alguna que otra sorpresilla. Así que escudriñé bien tarros, frigorífico y despensa y así nacieron estas «inocentes» galletas con trocitos de chocolate, arándanos y avellanas para «supervitaminarse y mineralizarse» todo de un solo bocado (ay, si hay quien por aquí tiene que googlear esta expresión, voy a empezar a sentirme un poco… bah! ni lo digo…).
Y algunos os estaréis preguntando, ¿qué le ha dado a ésta con los arándanos? Lo cierto es que realmente podría haber llamado a esta receta «mis galletas oda al arándano». En alguna otra ocasión ya os he hablado de mi devoción por esta frutilla, ya sean blueberries (los azules de toda la vida) o cranberries (los rojos, más amargos), frescos o deshidratados (como en este caso). Si es que quedan de muerte donde los pongas; en muffins, pies, tartas…
Pero no sólo eso, es que es difícil encontrar algo que, estando tan rico, sea tan saludable. Están cargados de antioxidantes (entre otros muchos, la vitamina C), son altamente diuréticos, actúan como reguladores de la función gastrointestinal y poseen importantes propiedades antiinflamatorias, anticarcenogénicas y antiagregantes (ayudan a fluidificar la sangre).
Creo que las fotos hablan por sí mismas del resultado; unas galletas poderosas, llenas de fundamento y con una pinta prácticamente irresistible, así, tan gorditas y con ese colorcito… A pesar de toda esa cantidad de ricos tropezones, os garantizo que estas galletas quedan increíblemente blanditas, con un toque acaramelado delicioso y una textura realmente tierna y fundente que será la delicia de tu paladar. Eso sí, cada una pesa alrededor de un quintal!
Yo he elegido todos estos ingredientes en primer lugar porque era lo que tenía, pero también porque me encantan (por eso tenía) y creo que combinan a la perfección. Aun así, cuando se trata de cookies, no me puedo resistir a la idea de probar a quitarles esto, añadirles aquello… Al final, no sabría decir cuáles son mis preferidas, pues cada vez que probamos una nueva modalidad, es como si ya no hubiera otra receta de cookies en el mundo.
Si las hacéis, ya me diréis cuántas os coméis antes de poder cerrar el tarro (después de mi primer «ésta es la última», vienen como… No, no confieso!). Así que, sólo me queda una cosa por decir: «¡No se vayan todavía, aún hay más!»
- 170 g (¾ cup) de mantequilla sin sal
- 150 g (¾ cup sin compactar) de azúcar moreno
- 100 g (½ cup) de azúcar blanco
- 1 huevo + 1 yema de huevo (L)
- 1 cucharadita de extracto puro de vainilla
- 290 g (2 ¼ cups) de harina de trigo floja
- 1 cucharadita de bicarbonato sódico
- 1½ cucharaditas de harina fina de maíz (tipo Maizena)
- ½ cucharadita de sal
- 170 g (1 cup) de chocolate negro troceado
- 160 g (1 cup) de arándanos deshidratados
- 80 g (2/3 cup) de avellanas trituradas
- En un cuenco mediano mezclamos bien la harina, la harina fina de maíz, el bicarbonato sódico y la sal con unas varillas. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco grande), batimos la mantequilla durante 1-2 minutos a velocidad media hasta que quede suave y cremosa.
- Añadimos entonces los azúcares y seguimos batiendo durante 3 ó 4 minutos más a velocidad media-alta o hasta que adquiera una consistencia esponjosa y ligera y haya aclarado su color inicial.
- Reducimos la velocidad y agregamos el huevo entero y batimos hasta que se haya incorporado por completo. A continuación añadimos la yema y batimos de nuevo hasta integrar.
- Agregamos el extracto de vainilla y mezclamos bien.
- Agregamos ahora los ingredientes secos que teníamos reservados (harina, harina de maíz, bicarbonato sódico y sal) en dos tandas y mezclamos a velocidad baja hasta que apenas queden trazas de harina en la masa.
- Si hemos optado por añadir las nueces, lo haremos ahora y mezclaremos hasta incorporar por completo (en esta ocasión yo no las he añadido).
- Finalmente, añadimos los trocitos de chocolate, los arándanos deshidratados y las avellanas trituradas y lo mezclamos ya a mano con una espátula de silicona o una cuchara de madera hasta repartirlo todo bien por toda la masa (cuesta un poco, pero con unos 10 o 15 movimientos será suficiente). Al principio puede parecer que hay casi más tropezones que masa, pero una vez mezclado, queda todo muy bien repartido. Conviene separar unos 3-4 trocitos de chocolate por galleta para decorar más adelante.
- Cubrimos el cuenco con film transparente y refrigeramos la masa durante al menos 2 horas (o toda la noche, si quieres desayunar galletas recién horneadas).
- Tras retirar nuestra masa del frigorífico y antes de ponernos a hacer las galletas, la dejaremos a temperatura ambiente unos 10-15 minutos (según sea el ambiente) para que pierda un poco el frío. Mientras, precalentamos el horno (eléctrico) a 180ºC y preparamos la bandeja del horno cubierta con papel de hornear. Reservamos.
- Con la ayuda de una cuchara de helado pequeña o con nuestras propias manos formamos las bolas de masa que más tarde serán nuestras galletas (unos 3-4 cm de ancho, dependiendo del tamaño que queramos nuestras galletas). Al principio es posible que la masa esté muy desmigajada, pero gracias al calor de nuestras manos rápidamente será muy fácil hacerse con ella. Trataremos de que nuestras bolas sean un poco más altas que anchas para asegurarnos de obtener unas galletas de cierto grosor.
- Colocamos las bolas de masa sobre la bandeja preparada con el papel de hornear dejando unos 5 cm de distancia entre una y otra. Colocamos los trocitos de chocolate que habíamos apartado sobre la superficie de las bolas aún crudas, así quedarán visibles tras el horneado (suelen quedarse dentro de las galletas y no lucen tanto). Entre tanda y tanda, hemos de conservar la masa sobrante que quede en el cuenco dentro del frigorífico bien cubierto con film transparente.
- Horneamos durante unos 12-14 minutos (dependiendo del tamaño del que hayamos hecho nuestras galletas) o hasta que los bordes comiencen a dorarse ligeramente.
- Dejamos las galletas en la bandeja unos 5 minutos antes de traspasarlas con mucho cuidado a una rejilla con la ayuda de una espátula ancha para que se enfríen por completo. (Si vamos a volver a usar la misma bandeja, hemos de esperar a que se enfríe antes de colocar la siguiente tanda).
Estas galletas una vez ya frías, se pueden conservar en un recipiente con cierre hermético a temperatura ambiente durante al menos una semana.
- Si lo prefieres o te viene mejor, puedes sustituir la avellanas por cualquier otro fruto seco: nueces, pistachos, anacardos, etc. Lo mismo se aplica al chocolate; puedes probar con chocolate blanco, con leche, una combinación de varios...
- Tanto las galletas ya hechas como las bolas de masa cruda se pueden congelar (durante unos 2 meses aprox., bien envueltas primero en film transparente y después en papel de aluminio para que no se estropeen). En el primer caso, las sacaremos del congelador y esperaremos a que se descongelen a temperatura ambiente dentro de su envoltorio. Si hemos congelado las bolas de masa cruda, las meteremos en el horno sin descongelar y aumentaremos el tiempo de horneado unos 5 minutos más o hasta que los bordes comiencen a dorarse.
- Si dispones de 2 bandejas de horno irás, obviamente, el doble de rápido, pues mientras una se enfría ya puedes ir horneando la siguiente tanda.
- Si te parecen demasiadas galletas (aunque no sé cómo podría suceder algo así...), puedes dividir las cantidades sin problema (utiliza 1 solo huevo entero).
- Día nacional de las american cookies: 4 de diciembre.