No puedo creer la de tiempo que ha pasado desde mi anterior publicación de galletas en el blog. Reconozco que el chocolate tampoco es que haya sido un habitual entre las recetas de los últimos años. Y no me lo explico...
Después de lo que me parece una eternidad sin hacerlas, traigo al fin una nueva receta de galletas que, además de sencillísima de hacer, promete convertirse en un habitual del día a día...
A partir de hoy no importan los años que llevaba sin saber, ni tan siquiera sospechar, de la existencia de la brown butter (beurre noisette, mantequilla avellana o mantequilla tostada, como yo la llamo).
No es posible que haya pasado todo este tiempo sin haber utilizado chocolate en ninguna de mis últimas recetas. Pues la solución es bien sencilla.
Esta semana la cosa va de galletas, pero, aunque soy una asidua a las clásicas chocolate chip cookies, esta vez me apetecía muchísimo algo más contundente y con alguna que otra sorpresilla.
Hacía tiempo que no caían unas buenas galletas por aquí y esa situación ya no podía sostenerse por más tiempo. Por otro lado, llevaba más de un par de semanas viendo la manera de que en casa pasara inadvertida una bolsa de M&M’s® (ya os explico luego) y estaba claro que no iba a poder seguir con la martingala mucho más.
La receta que os traigo hoy es todo un clásico de la repostería americana, las icónicas chocolate chip cookies. Y si os han gustado las historias que envuelven algunas de las recetas que ya he publicado anteriormente, espero que la de hoy no vaya a ser menos, porque ésta también tiene un pasado...