¿Qué criatura viviente que les haya dado un mordisquito alguna vez no adora los cinnamon rolls? Esta que escribe, desde luego que sí (sí al mordisquito, sí a adorarlos, sí a todo…). ¿Y si para colmo tienes en el congelador una reserva de puré de calabaza que te sobró de la última receta y has de ir pensando en consumirlo ya? Pues no se hable más. Si te pones nada más desayunar, podrás merendar unos fabulosos Pumpkin Cinnamon Rolls como estos (si lo que quieres es desayunártelos recién hechos, aún hay esperanza, ve a la sección Notas al final de la receta).
La verdad es que en cuanto llega el otoño todo se llena de calabazas, pero ¿y después? ¿ya no hay calabazas en invierno? ¿y en verano? Por suerte, podemos encontrar —y comer— calabazas durante casi todo el año. Especialmente si, como en esta ocasión, hacemos puré en casa para un regimiento y congelamos (también se puede congelar el puré que compramos envasado). Es tan sencillo como ir sacándolo según nos apetezca o vayamos necesitando (para esto es muy conveniente congelarlo ya en porciones). Las cortas tardes de invierno cobrarán toda una nueva dimensión si, al café o al té de media tarde le añades un suculento compañero como éste. ¿Te lo imaginas?
Estas espirales o rollos de canela se han llevado a la perfección con el nuevo ingrediente. Además de seguir disfrutando de esa miga tierna y aromática, que se deshace en la boca mientras la saboreas, te encuentras con el sabor inconfundible de la calabaza y de todas esas especias adicionales que la suelen acompañar en nuestros platos más dulces. El resultado: un bocado intenso pero suave, cálido y lleno de matices que nos dejará con ganas de acabar con la fuente entera. ¿Serán adictivas? Tengo que investigar más a fondo…



¿Lo que más me gusta de hacer este tipo de recetas? El olor que se queda flotando en el aire tras hornearlas. Y en las manos, después de amasar y espolvorear todas esas especias llenas de fragancias de otras tierras. Bueno, y comérmelas, pero para esto ya hay que hacer cola (aunque mejor, así me tocan las del centro, que son las que más me gustan 😉 ).
- 80 ml (1/3 cup) de leche entera
- 30 g (2 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 7 g (2 ¼ cucharaditas) de levadura de panadería seca (o liofilizada)
- 120 g (½ cup) de puré de calabaza
- 30 g (2 cucharadas) de azúcar moreno (a ser posible, light brown sugar)
- ¼ cucharadita de nuez moscada molida
- ½ cucharadita de sal
- 1 huevo (L), batido
- 300 g (2¼) de harina de fuerza (+ harina extra para amasar)
- Aceite de girasol o spray antiadherente para engrasar
- Agua
- 110 g (½ cup) de azúcar moreno (a ser posible, light brown sugar)
- 1 cucharada de canela de Ceilán molida
- ¼ cucharadita de nuez moscada molida
- ¼ cucharadita de clavo molido
- ¼ cucharadita de pimienta de Jamaica (allspice) molida
- 45 g (3 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 85 g (3 oz) de queso crema (tipo Philadelphia)
- 60 ml (¼ cup) de sirope de arce
- 15-30 ml (1-2 cucharadas) de leche entera
- 120 g (1 cup) de azúcar glass
- En un recipiente pequeño, calentamos ligeramente la leche junto con la mantequilla (al fuego o en el microondas) sólo hasta que la mantequilla esté casi derretida (no pasa nada si queda algún resto sin derretir) y removemos hasta combinar bien. La mezcla ha de estar tibia, nunca caliente.
- Espolvoreamos la levadura y dejamos actuar durante al menos 1 minuto.
- Mientras tanto, en el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco grande) mezclamos el puré de calabaza, el azúcar moreno, la nuez moscada y la sal a velocidad media hasta conseguir una masa homogénea.
- Añadimos la mezcla de leche, mantequilla y levadura y mezclamos hasta combinar por completo.
- A continuación, añadimos el huevo, previamente batido, y mezclamos durante unos 30 segundos más.
- Reducimos la velocidad al mínimo y agregamos 135 g (1 cup) de la harina. Mezclamos durante 5 minutos.
- Seguidamente, despegamos los restos de masa de los laterales y fondo del cuenco con ayuda de una espátula de silicona y añadimos el resto de la harina (165 g - 1¼ cups) y continuamos mezclando durante 1 minuto más. Obtendremos una bastante blanda y pegajosa.
- Embadurnamos el interior de un cuenco grande con aceite de girasol (o spray antiadherente) y colocamos la masa asegurándonos de que ha quedado bien impregnada por todas partes. Cubrimos con film transparente engrasado por la cara interna y dejamos levar en un lugar cálido alejado de las corrientes durante 1 - 1¼ horas o hasta que doble su volumen.
- Mientras tanto, vamos engrasando un recipiente redondo apto para horno de unos 26 cm Ø (yo he usado un molde para tartas con base extraíble con cierre lateral) y reservamos.
También aprovecharemos esta espera para preparar el relleno: - O bien al fuego o en el microondas, derretimos la mantequilla y la dejamos templar.
- En otro cuenco mediano, mezclamos bien el azúcar moreno y las especias (canela, nuez moscada, clavo y pimienta de Jamaica). Reservamos.
- Una vez levada la masa, la colocamos sobre la superficie de trabajo, limpia y ligeramente enharinada, sobre la que vamos a trabajar. Seguirá algo pegajosa, así que hemos de enharinarnos las manos también. Como no queremos que nuestras espirales queden densas y pesadas, trataremos de no incorporar más harina de la necesaria en este paso; entre 35 g y 45 g (de ¼ a ? cup) sería lo ideal para que no pierdan su ligereza. La aplastamos con los nudillos 4 o 5 veces para eliminar el exceso de gas que se haya podido acumular durante el levado y amasamos, siempre desde el exterior hacia el centro como si la plegásemos, hasta conseguir una textura suave y elástica y que no se nos pegue a los dedos.
- Estiramos la masa con ayuda de un rodillo, también enharinado, hasta conseguir un rectángulo de unos 40 x 25 cm aproximadamente.
- Con ayuda de un pincel de repostería, untamos la mantequilla derretida sobre toda la superficie para, a continuación, espolvorearla con la mezcla de azúcar moreno y especias de manera uniforme. Dejaremos 1 cm sin relleno en uno de los extremos más largos y para así poder sellar bien la masa una vez enrollada.
- Enrollamos ya la masa empezando por el extremo largo que sí tiene relleno. Lo haremos sin apretar en exceso, pero procurando que tampoco quede holgura conforme vamos enrollando. Cuando estemos cerca del extremo que hemos dejado libre de relleno, lo humedecemos ligeramente con agua y terminamos de enrollar, asegurándonos de que así queda bien sellado.
- Con un cuchillo bien afilado cortamos nuestras espirales procurando no aplastar el rollo que acabamos de formar. Deben salir 10 (12 si contamos los extremos, que suelen quedar más deslucidos) de unos 3,5 cm de grosor aproximadamente.
- Colocamos las espirales en el molde engrasado que teníamos reservado dejando una distancia entre ellas de unos 2 o 3 cm y volvemos a cubrir con film transparente, también engrasado por la cara interna.
- Dejamos levar de nuevo en un lugar cálido apartado de las corrientes de aire durante 1 hora más o hasta que hayan doblado su tamaño.
- Poco antes de que finalice este tiempo, precalentamos el horno (eléctrico) a 190ºC y colocamos la rejilla del horno a media altura.
- Una vez concluido este segundo y último levado, horneamos durante unos 25 minutos. Para evitar que adquieran un tono demasiado tostado, podemos cubrir el molde con papel de aluminio (lo dejaremos caer holgadamente) pasados los primeros 15 minutos.
- Retiramos del horno y dejamos templar dentro del molde sobre una rejilla mientras preparamos el glaseado (que añadiremos mientras aún estén calientes).
- En el cuenco de la amasadora, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco grande), batimos el queso crema a velocidad media hasta obtener una textura suave y sin grumos.
- Seguidamente, añadimos el sirope de arce y 1 cucharada de leche y mezclamos a velocidad media-alta hasta combinar por completo.
- Para finalizar, reducimos la velocidad e incorporamos el azúcar glass, previamente tamizado. Mezclamos durante un minuto inicialmente e incrementamos la velocidad hasta obtener una consistencia cremosa y uniforme (si hubiera quedado demasiado denso, añadiríamos otra cucharada de leche).
- Vertemos generosamente sobre nuestros pumpkin cinnamon rolls aún calientes y a disfrutar como nunca!
Como mejor están es recién hechos, aunque se conservan tiernos bien cubiertos a temperatura ambiente durante 1-2 días.
- En cuanto al puré de calabaza, dependiendo de dónde vivas, es posible que no lo encuentres fácilmente en el supermercado. Si es tu caso, no olvides que es sencillísimo de preparar en casa.
- Si quieres desayunar unos pumpkin cinnamon rolls recién hechos, una vez formadas las espirales (sin hornear) tienes la opción de dejarlas levar en el frigorífico durante la noche (unas 14 horas) cubiertas con film transparente. Por la mañana, las retiras del frigorífico y las dejas alcanzar la temperatura ambiente, a continuación, las dejas levar durante 1 hora y horneas según se indica a partir del punto 18 de la elaboración de la masa de calabaza.
- Si la opción anterior no es viable pero aun así quieres tomar tus pumpkin cinnamon rolls calentitos, como recién hechos (¡ojo, que he dicho "como"!), puedes meterlos en el microondas unos 15-20 segundos a potencia media.
- Las espirales (sin glasear) se congelan a la perfección durante 2 meses. Envuélvelas primero en film transparente y a continuación con papel de aluminio para protegerlas del frío.
- Día nacional (Suecia) de los cinnamon buns: 4 de octubre.
Receta adaptada de los Pumpkin Cinnamon Rolls de Sally’s Baking Addiction