Llevaba ya ni recuerdo cuánto tiempo queriendo probar a preparar alguna receta con ruibarbo. Si os soy sincera, la idea iba y venía, pues jamás vi ni rastro de esta hortaliza —o fruta, según a quién le preguntes—, así que pasaba el tiempo y el ruibarbo quedaba relegado a un rincón en desuso de mi memoria. Hasta que volvía a encontrarme con alguna referencia o receta y mi interés o curiosidad rebrotaban. Como habréis deducido, conseguí dar con él y esta galette de ruibarbo, con su buen puñado de frutos rojos y frangipane, ha sido el resultado final. La combinación, sencillamente, no podía fallar.


El ruibarbo, pese a su parecido con otras hortalizas, como el apio, por ejemplo, tiene un curioso aspecto que no deja indiferente al que lo contempla por primera vez. Ese aparentemente cándido tono rosado, esconde algún que otro trapo sucio. A la hora de cocinarlo, sólo los tallos son comestibles, pues sus hojas contienen una importante concentración de ácido oxálico, lo que puede llegar a resultar tóxico para el organismo en grandes cantidades. Si lo compras, verás que lo venden sin ellas; si lo cultivas, deséchalas nada más cortarlo.
Como os iba diciendo, después de comprobar con cierto desánimo, temporada tras temporada, que el objeto de mi intriga no se dejaba ver por ninguna parte, me convencí de que si él no venía a mí, tendría que ser yo la que saliera a su encuentro. ¡No iba a quedarme sin mi galette de ruibarbo tan fácilmente! Así que, lo que en un principio surgió como mera curiosidad, acabó por convertirse en una especie de reto. No quiero ni imaginar lo que les pasará por la cabeza a los fruteros de mi barrio (y alrededores) cada vez que me ven aparecer por la puerta y voy directa hacia ellos, con la determinación de alguien totalmente decidida a conseguir lo que busca y, desde luego, no va a ser fácil.
Resumiendo. Finalmente me lo trajeron (previo encargo) y, nada más tocar mis manos, ya estaba yo, cámara en ristre, horno en marcha, preparando la susodicha galette de ruibarbo que espero que os resulte, cuando menos, interesante. El sabor de esta rosada hortaliza, ciertamente ácido, recuerda a algunos frutos rojos, como las grosellas o las frambuesas (razón por la cual, quizás, se lo considere una fruta en EEUU), así que es muy habitual encontrarlo en elaboraciones dulces junto a éstos; una combinación verdaderamente exquisita. Si os digo la verdad, mi primera prueba antes de llegar a esta galette de ruibarbo y frambuesas fue con fresitas silvestres. ¡Una auténtica delicia! Tanto, que cuando fui a hacer las fotos de la galette ya terminada, nos habíamos comido la mitad :O La segunda prueba, esta vez ya con frambuesas, resultó tanto o más increíble que la primera; ligeramente más ácida tal vez. Pero ¡qué le voy a hacer! me pirro por ese toque ácido formidable…
En el Reino Unido, donde el ruibarbo siempre ha lucido palmito a base de bien, es muy común verlo protagonizar recetas como el popular rhubarb pie o rhubarb tart, en ocasiones en forma de rhubarb crumble* y desde luego en compota, mermelada o en conserva. Yo, si os digo la verdad, es oír «tarta de ruibarbo» y no puedo evitar asociarla a mis lecturas de juventud (entiéndase la temprana, claro está 😉 ), como las mil y una historias de Los Cinco, de E. Blyton, La vuelta al mundo en 80 días, de J. Verne y algunas más que, entre otras referencias gastronómicas, fueron llenando mi imaginación de delicias que parecían reservadas únicamente para la ficción, pero que poco a poco han ido desvelándose gracias, entre otras cosas, a este blog. Apuesto a que también os ha pasado alguna vez, ¿o me equivoco?
*Nota de la autora: La receta del Crumble de Ruibarbo aparece más tarde en el blog, pero ya la podéis consultar.
- Ver receta aquí y dividir las cantidades por la mitad.
- 320-340 g (3 tallos medianos aprox.) de ruibarbo fresco (¡sólo los tallos!)
- 125 g (1 cup) de frutos rojos (fresitas silvestres, frambuesas, fresas...)
- 65-100 g (1/3 - ½ cup) de azúcar blanco
- ½ cucharadita de sal
- Ralladura de media naranja (sólo la parte naranja, ¡nunca la blanca!)
- 30 ml (2 cucharadas) de zumo de naranja recién exprimido
- 15 g (2 cucharadas) de harina fina de maíz (tipo Maizena)
- 15 g (1 cucharada) de mantequilla sin sal, cortada en pequeños cubos
- 100 g (¼ cup + 3 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 100 g (½ cup) de azúcar blanco
- 1 huevo (L)
- 15 ml (1 cucharada) de zumo de naranja
- 100 g (1 cup) de almendras crudas molidas
- 35 g (¼ cup) de harina de trigo floja
- ¼ cucharadita de sal
- 1 huevo batido + 1 cucharadita de agua, para pincelar la masa
- Azúcar blanco, para espolvorear
- Almendras laminadas, para decorar
- Ver elaboración de la receta aquí. (Sólo necesitamos dar forma a la base de nuestra galette con el rodillo de amasar; no requiere ningún tipo de molde ni prehorneado.)
- Mientras se refrigera la masa para nuestra galette de ruibarbo y frutos rojos, cubrimos la bandeja del horno con papel vegetal o un tapete de cocción de silicona y reservamos.
- Una vez lista, colocamos la masa sobre una superficie de trabajo, ligeramente enharinada, y la estiramos con el rodillo, también enharinado, hasta formar un círculo de unos 30 cm (12 inches) y aproximadamente unos 0,5 cm (¼ inch) de grosor (no ha de quedar en absoluto perfecto). Colocamos la masa estirada sobre la bandeja del horno que habíamos preparado con papel de hornear o el tapete de silicona, cubrimos con film transparente y volvemos a refrigerar durante unos 20 minutos más.
- Mientras tanto, precalentamos ya el horno (eléctrico) a 220ºC (425ºF).
- Lavamos y secamos cuidadosamente la fruta. Cortamos los tallos del ruibarbo en trozos de unos 1 ½ - 2 cm de grosor. La colocamos en un cuenco grande, añadimos inicialmente 65 g ( ⅓ cup ) del azúcar, la sal, la ralladura de naranja, 15 ml (1 cucharada) del zumo de naranja y la harina de maíz y mezclamos con suavidad con ayuda de una espátula de silicona. Dejamos reposar unos 15-20 minutos hasta que quede bien impregnada de los jugos y aromas. (Pasado este tiempo probamos y, si fuera necesario, rectificaríamos la acidez añadiendo un poco más de azúcar.)
- En un cuenco mediano, combinamos las almendras molidas, la harina y la sal con unas varillas hasta obtener una mezcla homogénea. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora eléctrica, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco grande con ayuda de una espátula o cuchara de madera), batimos la mantequilla a velocidad media durante un par de minutos hasta que quede suave y cremosa.
- A continuación, añadimos el azúcar y seguimos mezclando hasta combinar por completo. Con ayuda de una espátula de silicona despegamos los restos de masa de la pala, los laterales y fondo del cuenco, cosa que iremos haciendo repetidamente conforme agreguemos ingredientes nuevos.
- Seguidamente, agregamos el huevo y mezclamos con suavidad hasta que quede bien integrado.
- Añadimos ahora el zumo de naranja y mezclamos hasta obtener una mezcla homogénea.
- Finalmente, agregamos la mezcla de almendras molidas, harina y sal que teníamos reservada (punto 1) y mezclamos lo justo hasta combinar.
- Retiramos la bandeja con nuestra masa ya extendida del frigorífico, repartimos una capa más o menos fina de frangipane de manera uniforme por su superficie (sobrará parte del frangipane; durante el horneado tiende a subir ligeramente, así que no conviene excedernos con el relleno para que no acabe desbordándose y deformando nuestra galette), dejando un margen libre de unos 5 cm (2 inches) a su alrededor y alisamos lo máximo posible con una pequeña espátula angulada.
- A continuación, extendemos el relleno de fruta, escurriendo un poco el jugo que haya liberado, sobre la capa de frangipane, respetando los 5 cm de margen que habíamos dejado libre.
- Seguidamente, repartimos los pequeños cubos de mantequilla sobre la fruta y procedemos a cerrar los lados de nuestra galette, doblando los bordes sobre el relleno, siguiendo la circunferencia de la masa.
- Finalmente, con ayuda de un pincel de repostería, pincelamos los bordes con una mezcla de huevo batido y 1 cucharada de agua y terminamos espolvoreando ligeramente con un poco de azúcar blanco y un puñadito de almendras laminadas.
- Introducimos la bandeja con nuestra galette de ruibarbo y frutos rojos en la posición central del horno y horneamos durante unos 30-35 minutos hasta que los bordes hayan adquirido un bonito tono dorado y los jugos de la fruta borboteen. (Si viéramos que la masa se dora en exceso, durante los últimos 10 minutos podemos cubrir la galette con papel de aluminio de forma que caiga holgadamente sobre ella).
- Retiramos la galette del horno y la dejamos templar unos minutos sobre una rejilla antes de servir.
- Es recomendable consumirla aún templada.
Se conserva a temperatura ambiente durante unos 1-2 días más bien cubierta.
- A pesar de las medidas aquí indicadas, hay quien opta por dejar el borde más ancho y, por tanto, una visual del relleno más reducida y, por el contrario, quien prefiere dejar el borde al mínimo y conseguir así una buena panorámica del relleno. No hay reglas, así que haz la tuya como más te guste.
- Si quieres disfrutar de tu galette calentita incluso al día siguiente, no te cortes e introduce la porción que te vayas a comer en el microondas a potencia media durante unos 20-30 segundos.
- A pesar de ese toque rústico inconfundible de las galettes, puedes probar a dejar los bordes de la masa con un aire más artístico. Se puede pinzar con los dedos cada pocos centímetros, formando pequeños radios hacia el centro, dejando la galette con forma circular en lugar de geométrica. También hay quien prefiere recortar hasta igualar los bordes de la masa para un acabado más preciso.