El de hoy es un dulce del que, reconozco, nunca había oído hablar hasta hace bien poco: los requetebritánicos y archinavideños mince pies. Todo empezó en el súper (otra vez). Pero es que en cuanto me toca hacer la compra, no puedo evitar escanear cada estante como si no hubiera mañana para ser la primera en detectar ese nuevo ingrediente que han traído por primera vez, al que seguro que le encuentro un uso rápidamente y sin el que ya no podré vivir. Suelo darme una y otra vez de bruces con la realidad, pues el panorama se presenta básicamente monótono casi siempre. Casi. La compra de la semana pasada fue uno de esos «casis».
Pues andaba yo fichando una estantería nueva, colocada estratégicamente con motivo de las próximas fiestas navideñas, y, junto con los polvorones, bombones surtidos, panettone, turrones… descubro unos tarritos perfectamente alineados (me encantan los tarritos) del todo nuevos para mí. «Mincemeat» rezaba en la etiqueta (preciosa, por cierto; me encantan las etiquetas). Con alguna variación, viene a significar algo así como «carne picada», pero aquello evidentemente no era carne y, para más aclaración, la lista de ingredientes prácticamente estaba compuesta por fruta y especias. Lo que no hizo más avivar mi curiosidad, ya de por sí tirando a animadilla. Móvil en ristre me dispongo a investigar eso qué es exactamente y por qué está junto con los dulces navideños (vicio mío ése de pasarme la vida consultándolo todo a la menor ocasión; benditos móviles! O no…). Y despejada la incógnita, me hice, sin más tardar, con uno (dos, en realidad) de aquellos seductores tarros, pues al momento supe que aquel descubrimiento estaba destinado a convertirse en una de mis próximas entradas en Pemberley. ¿Que qué fue lo que descubrí? Pues ahora mismo os cuento…
[AVISO IMPORTANTE: Otro dulce con historia; quien ya se la sepa o los conozca o no pueda resistir las ganas de ir al grano, puede pasar directamente a la receta, que no se lo tendré en cuenta.]
Un mince pie (a veces también llamado minced pie, minced meat pie o mincemeat pie) es un pastelillo dulce típico del Reino Unido, consumido tradicionalmente en Navidad. Los mince pies suelen elaborarse cerrados y rellenos en su interior, pero existen también versiones al descubierto, más conocidas como mince tarts. Los mince pies se rellenan con mincemeat (de ahí la variedad de nombres), una conserva elaborada en la actualidad con manzana, fruta desecada (uvas pasas, pasas de Corinto, sultanas…), especias y grasa animal (sustituible por manteca vegetal). En ocasiones, el nombre de mince pie se emplea para denominar a los pasteles hechos realmente con carne picada, por lo que los elaborados con fruta pasan a llamarse Christmas mince pies y evitar así confusiones.
Los pasteles de carne especiados se han elaborado en Inglaterra desde que los caballeros de las Cruzadas durante el siglo XII volvían a casa desde Oriente Medio cargados de especias. A la hora de elaborar estos dulces navideños, se comenzó a añadir también en el relleno frutas desecadas traídas igualmente de todos los rincones de Europa. (Curiosidad: la voz inglesa «currant» viene de «Corinth«, «Korintos» en griego; nuestras pasas de Corinto). Estos pasteles solían tener una forma rectangular, por lo que era frecuente referirse a ellos como «coffins» (hoy en día «ataúdes»; por aquel entonces, significaba simplemente «caja» hasta que a partir del siglo XVI comenzó a adquirir una connotación un poco más espeluznante).
Muchos son los que sostienen que, durante el mandato de Cromwell tras las guerras civiles inglesas a mediados del siglo XVII, entre una lista interminable de prohibiciones se encontraba el consumo de estos pasteles. Sin embargo, al contrario de lo que sostiene el mito popular, Cromwell nunca prohibió los mince pies, aunque sí que fueron repudiados por los puritanos. Durante la segunda mitad de siglo XVII, tras la Restauración de la monarquía inglesa, los mince pies volvieron a ocupar su lugar en las celebraciones navideñas. Pasaron a adoptar una forma más ovalada, aunque seguían siendo una única pieza que servir en porciones (¡algunos llegaban a pesar hasta casi 10 kg!). Todo apunta a que suponían más o menos el mismo trabajo y elaboración que hoy en día.
La costumbre de comer Christmas mince pie por Navidad, continuó hasta la época victoriana, aunque para entonces ya se había convertido en un postre dulce (al abaratarse el azúcar que llegaba en grandes cantidades desde las plantaciones explotadas por esclavos del nuevo mundo). En la obra The Art of Cookery (1747) de Hannah Glasse, ya se explica detalladamente que la receta que aspire a «hacer los mejores mince pies» ha de contener 1 «modesta» libra (453 g) de azúcar junto con 50 manzanas, 4 libras de fruta desecada y 3 libras de grasa. La carne había empezado ya a ser opcional.
Los mince pies que degustaban los habitantes británicos del siglo XIX tenían prácticamente el mismo sabor y la misma composición que los consumidos hoy en día, aunque, en ocasiones, ya se empezaba a elaborar en formato individual. Muchos pasteleros habían descartado ya la carne por completo, pero eso sí, solían emplear grandes cantidades de grasa animal para intensificar el sabor y la jugosidad de sus pasteles.
Es curioso como ya en el sigo XX, dos de las autoras de libros de cocina más destacadas del Reino Unido, Elizabeth David y Jane Grigson, siguen manteniendo puntos de vista bastante dispares con respecto a la inclusión o no de carne en el relleno de los mince pies («mincemeat«).
Fuente: The Independent y Wikipedia
Hoy en día, los mince pies siguen siendo un dulce muy popular durante las Navidades británicas, se elabore como se elabore. Yo he optado, por ser la primera vez y haberme enamorado del susodicho tarro, por el mincemeat en conserva (sin carne, con grasa). Pero quién sabe, a lo mejor el año que viene me lanzo y ¡lo preparo también en casa!
- Ver receta aquí y utilizar la receta completa.
- 410 g (1 tarro) de mincemeat en conserva de buena calidad* (ver abajo la sección "Notas" para hacer tu propio mincemeat en casa)
- Leche o clara de huevo para "pintar"
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 200ºC.
- Una vez elaborada la masa y refrigerada al menos durante 1 hora envuelta en film transparente, la estiramos con un rodillo enharinado sobre una superficie también enharinada hasta obtener una lámina de 1,5 mm aproximadamente. Iremos girando la masa poco a poco (unos 90º aprox. cada vez) conforme la vamos estirando para evitar que se pegue a la superficie de trabajo.
- Necesitaremos un molde para muffins con 12 cavidades (o dos moldes de 6). Si el molde no fuera antiadherente, hemos de engrasarlo previamente. Reservamos.
- Con ayuda de un cortapastas algo más grande que el diámetro de los huecos de nuestro molde (yo he usado uno de 10 cm Ø), cortamos 12 círculos y los colocamos con mucho cuidado dentro de cada hueco cubriendo bien el fondo y los laterales hasta el borde. Cubrimos con film transparente (no hace falta ajustarlo) y refrigeramos.
- A continuación, cortamos las 12 tapas con otro cortapastas más pequeño que coincida con la medida del hueco del molde (yo he usado uno de 6,5 cm Ø, pero creo que se ha quedado un pelín justito) y también refrigeramos de la misma manera que las bases de nuestras tartaletas.
- Mientras tanto, sacamos el molde con las bases del frigorífico y rellenamos cada hueco con una cucharada generosa de mincemeat. (ATENCIÓN: si los llenamos en exceso, corremos el riesgo de que rebosen durante el horneado y arruinen nuestros mince pies).
- Ahora humedecemos con agua los bordes de cada tartaleta con ayuda de un pincel de repostería y colocamos sus tapas correspondientes procurando que queden bien unidas a la base.
- Pintamos la superficie con leche con ayuda de un pincel y metemos en el horno.
- Horneamos durante unos 20-25 minutos o hasta que la superficie haya adquirido un tono dorado.
- Dejamos enfriar dentro del molde sobre una rejilla unos 10 minutos antes de desmoldar con mucho cuidado.
Aún calientes están impresionantes, pero si sobrara alguno, se pueden conservar, ya fríos, en un recipiente hermético durante al menos una semana.
· 115 g uvas pasas
· 55 g sultanas
· 115 g pasas de corinto
· 25 g piel de naranja confitada finamente triturada
· 55 g de grasa sólida picada (de ternera o cordero, pregunta a tu carnicero por la que recubre la zona de los riñones) o la versión vegetal
· 110 g azúcar moreno (preferiblemente, dark brown sugar)
· ¼ cucharadita de cada especia: nuez moscada molida, canela molida, clavo molido y allspice (pimienta de Jamaica) molida
· Zumo y ralladura de ½ limón
· Zumo y ralladura de ½ naranja
· 1 manzana de mesa pequeña descorazonada y finamente troceada (no es necesario pelarla).
· 1 ½ cucharadas de brandy
1. En una cazuela mediana, mezclamos bien todos los ingredientes a excepción del brandy, y calentamos a fuego medio hasta que se haya derretido la grasa y la mezcla haya cogido calor.
2. Retiramos del fuego y dejamos enfriar por completo.
3. A continuación, añadimos el brandy y mezclamos bien para que se impregne toda la mezcla.
4. Envasamos en un tarro previamente esterilizado (sumergido en agua hirviendo durante unos 40 minutos) y refrigeramos. Es conveniente dejar reposar un par de semanas antes de consumir. Dura todo un año en el frigorífico o en un lugar fresco y seco y alejado de la luz.
- El mincemeat también se puede emplear como acompañamiento en el relleno de la apple pie o apple crumble.
- Si quieres comerte tus mince pies siempre como recién hechos, mételos en el microondas a potencia media durante unos 15-25 segundos (ve comprobando cada 10 segundos, porque depende de cada micro).
- Día nacional del mincemeat: 26 de octubre.