La masa quebrada casera es una de esas recetas a las que vuelvo una y otra vez porque es un básico recurrente en la elaboración de otras recetas. Y es que tanto si nos apetece preparar una tarta dulce (como esta Apple Pie), como una salada (por ejemplo, esta otra deliciosa Quiche Lorraine), nos vendrá muy bien tener a mano una buena receta base para la masa. Siempre podemos ir a comprarla al supermercado, pero nunca será lo mismo. Los que así lo hacéis, sabéis perfectamente a qué me refiero; los que no, si probáis, os costará volver a comprarla!
Sea cual sea el caso, los ingredientes comunes serán la harina, la mantequilla (y/o, en ocasiones, shortening vegetal) y el agua, siempre a la menor temperatura posible. Se trata de un tipo de masa con una gran cantidad de materia grasa. Independientemente de la cantidad que necesitemos, conviene recordar la proporción de 3 : 2 : 1 (3 partes de harina, 2 de mantequilla, 1 de agua). Además, en función del uso que le vayamos a dar, podremos necesitar añadir también huevos, azúcar, leche, extracto de vainilla, etc. (ver receta de masa quebrada dulce o masa sablée). Aunque se puede encontrar sin problema envasada en rollos recubiertos de papel parafina en las zonas refrigeradas de los supermercados, es más que recomendable hacer nuestra propia masa quebrada casera (además de fácil).
NOTA: En realidad ésta no es una receta nueva; la publiqué por primera vez junto con la receta de la Apple Pie, pero como he llegado a la conclusión de que la masa quebrada va a estar muy presente en el blog (¡adoro las tartas con base de masa quebrada!), he pensado que quizás sería más conviene que tuviera su propia entrada. Así que se trata más bien de una reorganización de material. Espero que así os resulte también más fácil a vosotros. Un básico ha de tenerse siempre a mano, ¿verdad?
- 390 g (3 cups) de harina de trigo floja (+ harina extra para amasar)
- 1 ½ cucharadita de sal
- 50 g (¼ cup) de azúcar blanco (omitir este ingrediente en caso de preparar una tarta salada, p. ej. cualquier variedad de quiche)
- 280 g (1 ¼ cups) de mantequilla sin sal**, bien fría (incluso congelada), cortada en dados de unos 2 cm
- 120 ml (½ cup) aprox. de agua helada
- Leche, huevo o nata líquida para "pintar"
*Para la versión simple (sólo la base), simplemente dividiremos las cantidades por la mitad.
- Colocamos la harina, el azúcar y la sal en un cuenco grande y mezclamos bien con unas varillas.
- Añadimos la mantequilla fría cortada a dados (y el shortening, si se va a utilizar) y mezclamos con la ayuda de un pastry blender (o con dos cuchillos) lo justo hasta obtener un montón de miguitas de harina de distintos tamaños. Quedarán aún visibles restos de mantequilla. No debemos mezclar en exceso para que la mantequilla no se caliente y se ablande.
- Empezamos añadiendo unas 6 cucharadas de agua progresivamente mientras vamos mezclándolo todo tratando de formar una bola que se despegue fácilmente de las paredes del cuenco. Si fuera necesario, iremos añadiendo el resto del agua, siempre poco a poco, hasta conseguir que nuestra bola se mantenga ligada.
- Dividimos la masa en dos (si vamos a hacer una tarta cubierta) y aplanamos ligeramente cada mitad con las manos. Envolvemos cada parte por separado en film transparente y refrigeramos al menos durante 1 hora (incluso toda la noche).
- Pasado este tiempo, sacamos los dos discos de masa del frigorífico (si la masa estuviera demasiado fría y no se dejara manipular con facilidad, podemos dejarla a temperatura ambiente unos 5 minutos antes de trabajar con ella). Sobre una superficie, previamente enharinada, estiramos cada disco (por separado) con ayuda de un rodillo de amasar directamente, sin amasar, siempre desde el centro hacia fuera, hasta obtener un grosor de unos 0,5 cm y un diámetro de unos 30 cm. Para evitar que la masa se nos pegue a la superficie de trabajo, iremos espolvoreando ambas con harina siempre que sea necesario e iremos girando la masa a menudo ¼ cada vez. De esta forma, además, obtendremos una superficie más uniforme y lisa. También podemos colocar la masa entre dos pliegos de papel de hornear o de film transparente; en este caso los hemos de ir despegándolos a menudo para evitar que se formen pliegues en la masa. Uno de los discos lo usaremos como base y el otro para cubrir nuestra tarta.
- Envolvemos en film transparente la parte que cubrirá nuestra tarta y la refrigeramos. La otra, que servirá de base, la centramos bien en un molde redondo para pies de unos 23-25 cm Ø (9-10"), asegurándonos de que cubra holgadamente los laterales. Recortamos el exceso de masa alrededor del molde con unas tijeras, dejando un margen de 1 cm alrededor del borde y eliminamos el exceso de harina que se haya podido acumular con un pincel de repostería. Al igual que con la anterior, la cubrimos con film transparente y refrigeramos durante unos 20 minutos.
- Pasado este tiempo ya estará lista para rellenar (ver siguiente punto) o para prehornear, según la receta elegida. Si la que vamos a preparar requiere que la masa esté previamente prehorneada, la cubriremos con papel vegetal y rellenaremos el fondo con algún peso para que no pierda la forma con el calor (bolas cerámicas para hornear o, en su defecto, un buen puñado de legumbres suele ser una muy buena solución). La introduciremos en el horno (eléctrico y sin aire), previamente precalentado a 200ºC con calor arriba y abajo, y hornearemos durante unos 15 minutos. Pasado este tiempo, retiramos los pesos añadidos y el papel vegetal y seguimos horneando unos 5 minutos más hasta que quede bien cocida. IMPORTANTE: No añadiremos el relleno hasta que se haya enfriado por completo.
- Seguimos los pasos necesarios, en función de la receta que vayamos a elaborar, para añadir el relleno de nuestra tarta, colocamos la parte superior de la masa sobre la base con el relleno y la sellamos bien con los dedos. Este último paso requiere algo de paciencia y habilidad (o práctica). Humedecemos ligeramente los bordes con un poco de agua y cubrimos el borde de la parte superior con el margen sobrante de la base. Unimos ambas partes asegurándonos de que se quedan bien selladas. Para terminar podemos dejar el contorno de nuestra tarta decorado con un diseño ondulado simplemente utilizando los dedos o incluso con las púas de un tenedor; más sencillo aún.
- Con ayuda de un pincel de repostería, pintamos la parte superior con leche o nata líquida y, con un cuchillo afilado, hacemos 5 o 6 ranuras de unos 4-5 cm en la parte superior que servirán como ventilación para que salga el vapor sin problema.
- Horneamos según la receta.
- Este tipo de masa se puede congelar perfectamente (antes de hornear) durante 2 o 3 meses. Debe envolverse bien para evitar que se estropee, primero en film transparente y a continuación en papel de aluminio. A la hora de utilizarla, la dejaremos en el frigorífico toda la noche hasta que se descongele. A continuación, amasamos como se indica en el punto 5 de la elaboración de la masa.
- Si vas a hacer una tarta descubierta, puedes aprovechar y hacer igualmente la receta completa; esta masa sin hornear se congela perfectamente durante 2-3 meses (bien envuelta en film transparente y papel de aluminio). Así, cuando vayas a hacer otra tarta, ya tienes la parte de la masa solucionada; sólo has de sacarla del congelador la noche anterior y dejar que se descongele en el frigorífico.