Una vez más, voy a tener que pediros que me dejéis empezar por el principio antes de llegar al quid de la cuestión, al fondo del asunto, a la razón por la que todos estamos aquí, es decir, la receta: este Bakewell Bundt Cake, un bizcocho sencillamente inolvidable. Ahora veréis por qué.
Como seguro que habréis adivinado, lo primero que me llamó la atención fue su nombre: Bakewell (literalmente, sería algo así como ‘que hornees bien’ en español). ¿Os lo podéis creer? Pues se trata, en realidad, de un pueblecito inglés de no más de 4000 habitantes, cuyo origen se remota al periodo de ocupación anglosajón de las Islas Británicas. Está situado en el famoso Parque Nacional del Peak District, en el condado de Derbyshire, uno de los lugares de mayor belleza de la campiña inglesa. Y por si todo esto no fuera suficiente, resulta que se encuentra a tan sólo unos km de la mítica ‘Chatsworth House’. ¿Os suena? 😉 En el pueblo incluso se mantiene que en 1811 Jane Austen se alojó en la ‘White Horse Inn’ (ahora llamada ‘Rutland Arms Hotel’), donde llegó a escribir parte de su icónica novela Pride and Prejudice, hasta el punto que una de las habitaciones lleva su nombre hoy en día para conmemorar su visita.

Y yo me pregunto ¿cómo puede un pueblo tener un nombre tan bonito? Si es que no podría ser más perfecto, ¿no creéis? Aun así, no es lo que parece, pues el nombre de esta encantadora localidad, no tiene la más mínima relación con el mundo de la repostería; procede, en realidad, del término ‘Badecanwylla’ —recogido en The Anglo-Saxon Chronicle (La crónica anglosajona) en el siglo IX—, y equivale en inglés moderno a ‘Badeca’s Well‘ (el pozo de Badeca) debido los numerosos manantiales de la zona y según un cacique local de la época.
Aun así, entre sus muchas otras virtudes y a pesar de que su nombre no tenga relación alguna con ninguna tradición «panaderorrepostera», Bakewell no podía permanecer al margen de su destino y desde el siglo XIX hasta la fecha es más que conocida por uno de sus postres autóctonos estrella (una vez más, surgido de un desliz en la cocina): el famoso Bakewell pudding. Por lo visto, un cocinero inexperto de la citada ‘White Horse Inn’ debía preparar una tarta de mermelada, pero malinterpretó las indicaciones de la dueña y de ese traspiés impremeditado nació esa fantástica receta, enormemente apreciada hoy en día. Un siglo más tarde, aparecería, a su vez, la Bakewell tart, presente con frecuencia entre los dulces que suelen acompañar al archiconocido ‘té de las cinco’ (afternoon tea).
El famoso y accidentado Bakewell pudding consiste en una mezcla a base de huevo y almendras molidas sobre una base de hojaldre y una fina capa de mermelada. La versión posterior en formato tarta, recrea de manera sublime este icónico postre, empleando una base de masa quebrada dulce sobre la que se extiende la mermelada y, sobre esta, un delicioso frangipane o crema de almendra. Y aquí estoy yo, aportando mi granito de arena, convirtiendo esta suculencia en bizcocho y en formato bundt cake, que me encanta. He de decir que, en vista de las reacciones más cercanas, el resultado ha sido más que espectacular; la verdad, uno de los bizcochos más exquisitos que he probado nunca: tierno, esponjoso, con un grado perfecto de humedad y un sabor y textura inigualables. ¿No os morís por probarlo? Ya me lo imaginaba… Ojalá pudiera enviaros un trozo para que lo comprobarais por vosotros mismos.
Así la cosas, y tras rendirme total y absolutamente a este prodigio de receta, ha sido sin lugar a dudas la elegida para participar en el CONCURSO DE RECETAS DULCES PARA BLOGS DE COCINA, organizado conjuntamente por la Revista Top Chef, Nordic Ware® España y Claudia & Julia. Vaya lujo de concurso, ¿verdad? Desde aquí, gracias a todos los organizadores por esta iniciativa y toda esa labor de coordinación. Y cómo no, por haber propiciado la existencia de este Bakewell Bundt Cake que, sin lugar a dudas, ha marcado ya todo un antes y un después.
Pues, sin más dilación, os dejo ya con esta caprichosa receta, que en casa tiene ya su lugar de honor entre las más aplaudidas. Espero que la podáis llegar a disfrutar tanto como nosotros (y que me deseéis suerte 🙂 ).
- 225 g (1 cup) de mantequilla sin sal
- 300 g (1½ cups) de azúcar superfino (caster sugar)
- 4 huevos (L)
- 1 cucharadita de extrato puro de vainilla
- ¼ cucharadita de extracto de almendra
- 305 g (2¼ cups + 2 cucharadas) de harina bizcochona (self-raising flour)
- ½ cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- ½ cucharadita de bicarbonato sódico
- ½ cucharadita de sal
- 50 g ( ½ cup ) de almendras finamente molidas
- Ralladura de 1 limón mediano (sólo la parte amarilla)
- 240 ml (1 cup) de buttermilk
- 140 g ( ½ cup ) de mermelada de frambuesa
- Azúcar glass
- Almendras laminadas tostadas
- Engrasamos a conciencia un molde para bundt cakes o de tubo de unos 25 cm Ø (10-12 cups de capacidad) y reservamos.
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 180ºC y colocamos la rejilla a media altura.
- En un cuenco grande, tamizamos 290 g (2¼ cups) de la harina (reservamos los otros 15 g restantes), la levadura química, el bicarbonato sódico y la sal.
- A continuación, añadimos la ralladura de limón y las almendras molidas a la mezcla anterior y, con unas varillas, mezclamos hasta combinar por completo.
- En el cuenco de nuestra amasadora eléctrica, equipada con el accesorio de pala (o en otro cuenco grande), batimos la mantequilla y el azúcar con energía hasta conseguir una textura esponjosa y un color más pálido (unos 4 ó 5 minutos).
- Con ayuda de una espátula de silicona, despegamos los restos de masa del cuenco y de la pala y vamos añadiendo los huevos, de uno en uno y ligeramente batidos con anterioridad, mientras mezclamos ahora ya con suavidad. No añadiremos el siguiente hasta que el anterior no se haya integrado del todo.
- A continuación, añadimos los extractos de vainilla y almendra y mezclamos hasta integrar.
- Seguidamente, aún a velocidad baja, añadimos por un lado los ingredientes secos (punto 3) y por otro el buttermilk, alternándolos de la siguiente manera: ⅓ de ing. secos, ½ de buttermilk, ⅓ de ing. secos, ½ de buttermilk y último ⅓ de ing. secos. Es decir, empezamos y acabamos con los ingredientes secos, mezclando en cada adición sólo lo justo para integrar los ingredientes.
- Vertemos la masa en el molde muy lentamente para evitar que se formen burbujas de aire en el interior. Aun así, damos una serie de golpecitos contra el banco de la cocina (es preferible colocar un paño doblado entre el molde y la superficie) para que la masa termine de asentarse bien, se rellene cada rincón del molde y se expulsen así las posibles burbujas de aire formadas durante el mezclado de los ingredientes. Alisamos la superficie de manera uniforme con una espátula pequeña, procurando que quede ligeramente más alta por los lados que por el centro para que suba de manera uniforme y no se formen irregularidades en la superficie, que acabará siendo la base de nuestro bundt cake.
- Finalmente, espolvoreamos uniformemente la superficie de la masa con los 15 g (2 cucharadas) de harina restante que habíamos reservado y, con la ayuda de una cuchara, añadimos la mermelada sobre ésta, tratando de evitar que entre en contacto con los laterales del molde y el tubo central.
- Horneamos durante unos 55 minutos o hasta que al insertar una brocheta (o cake tester) en el centro; si sale limpia de migas ya está, si no, vamos comprobando cada par de minutos hasta que finalmente lo haga.
- Una vez horneado correctamente, lo sacamos del horno y lo dejamos enfriar en el molde durante 10 minutos exactamente sobre una rejilla. Pasado este tiempo, el bizcocho se habrá despegado ligeramente del molde por sí mismo. Aun así, damos unos golpecitos contra el banco de la cocina de nuevo y movemos con cuidado en todas las direcciones. Así nos aseguramos de que se ha despegado por completo de las paredes y del fondo del molde. Le damos la vuelta con cuidado y lo dejamos enfriar por completo sobre la rejilla antes de decorar.
- Antes de cortar y servir, espolvoreamos con un poco de azúcar glass y dejamos caer unas almendras laminadas por encima.
Se conserva bien cubierto durante 3-4 días a temperatura ambiente.
- Aunque en la receta original suele recomendarse mermelada de frambuesa, este bundt cake (o su versión original en forma de tarta) queda igualmente perfecto con cualquier mermelada que nos guste, especialmente de frutas con un toque algo ácido, pues combina a la perfección con el sabor de las almendras.
- Debido a la diferencia de densidad entre la masa del bizcocho y la mermelada, esta última se suele hundir hasta el fondo (que en este caso, al tener que voltear el bizcocho al desmoldarlo, acabará siendo la parte superior) durante el horneado y sin dejar ni el más mínimo rastro a su paso hagamos lo que hagamos. Aplicando una capa de harina sobre la masa sin hornear antes de añadir la mermelada, podemos evitar que llegue a incluso a quedarse fuera del bizcocho, pero todo depende siempre de la proporción materia grasa / azúcar / agua que contenga la receta. Aun así, si probáis a hacer esta receta y dais con la forma de mantener la mermelada a raya, soy toda oídos...
Fuentes:
– Bakewell Town Council
– BBC
– Bakewell Online
– Discover Derbyshire and the Peak District