¡No os olvidéis de respirar! Y sí, habéis oído bien. Y ahora, ¿qué tal si lo rematamos con una generosa ración de salsa de caramelo salado, recorriendo suavemente la escena? Así, así. Perfecto. Os puedo asegurar que nunca pensé que llegaría a ver algo tan increíblemente irresistible e indecentemente delicioso como esta peanut butter cheesecake con su base de brownie. Pero para todo hay una razón y el post de hoy es un poco más especial que de costumbre. Aunque tendréis que seguir leyendo para averiguar por qué…
Ya sabéis —sobre todo, porque no me puedo contener cada vez que sale el tema—, cómo me pierde una buena cheesecake. Los brownies no se quedan para nada atrás. La mantequilla de cacahuete, que también protagoniza esta obra, tiene, además, un papel estelar. Y, por si todo lo anterior no fuera suficiente, no perdáis de vista el toque final con esa dosis indecorosa de salsa de caramelo salado… El colmo de los excesos, diría yo; esto ha pasado ya a ser algo serio, muy serio…
No recuerdo con exactitud la última vez que publiqué en el blog una receta tan tremendamente desmedida, si es que ha habido alguna a la altura con anterioridad. Bueno, ya sabéis que me suelo dejar llevar por la emoción y a veces tiendo a exagerar «un poquito» (aunque me temo que esta vez no parece ser una de esas veces). Lo cierto es que me pongo a pensar en las recetas publicadas hasta la fecha (y ya van unas cuantas) y me viene a la memoria más de una de esas que te dejan hiperventilando en el momento es que empieza a tomar forma en tu mente. Pero más que hablar de mis recetas favoritas, la verdad es que me encantaría saber cuáles has sido las vuestras hasta la fecha.
Y como os decía, en esta ocasión no podía más que publicar algo especialmente festivo. Resulta que así, casi sin beberlo ni comerlo, hoy hace justo dos años del nacimiento de este blog. A decir verdad, después del primer aniversario casi no podía creer que hubiera sobrevivido todo ese tiempo. Pero ahí estaba, celebrándolo por todo lo alto. Y ahora, otro año más ha pasado. Claro está que ha habido algunos cambios desde el principio y no sólo estéticos; parece que asoma algo de conocimiento poco a poco (ahora sé algunas cosillas que ignoraba por completo hace algún tiempo, como que no se pueden intercambiar de ninguna manera la levadura química y la levadura de panadería…). Sin embargo, la emoción que me embarga cada vez que estoy a punto de pulsar el botón “Publicar”, el entusiasmo de dar con la nueva receta después de devanarme los sesos durante días, la aventura de ponerla en marcha y convertirla en una realidad; en definitiva, el espíritu inicial que me condujo hasta aquí ahí sigue, tal cual.
Bueno, tal cual pero con cierto orgullo, porque a día de hoy puedo presumir de que sois miles ahí, al otro lado, leyendo (algunas veces, incluso haciendo) mis recetas día a día. Y, sinceramente, nada podría hacerme más feliz. Así que, aprovecho desde aquí para agradeceros enormemente el estar (y en muchos casos seguir estando) siempre cerca y espero que se sigáis disfrutando de vuestras visitas durante mucho, mucho tiempo, pues yo estoy decidida a seguir inundando vuestras pantallas con kilos y kilos de azúcar, especias y muchas cosas bonitas 😉
- 150 g (5⅓ oz) de chocolate negro, 50% cacao (yo he usado Chocolate Puro Valor)
- 115 g (½ cup – 1 stick) de mantequilla sin sal
- 15 g (2 cucharadas) de cacao en polvo (yo he usado Cacao puro en polvo desgrasado de Valor)
- 200 g (1 cup) de azúcar blanco
- 1 cucharadita de extracto puro de vainilla
- 3 huevos (M)
- 100 g (¾ cup) de harina de trigo floja
- ½ cucharadita de sal
- ¼ cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- 180 ml ( ¾ cup) de nata líquida para montar (mín. 35% MG), bien fría
- ½ cucharadita de extracto puro de vainilla
- 1 cucharada de azúcar glass
- 225 g (1 cup - 8 oz) de queso crema (tipo Philadelphia)
- 245 g (1 cup) de mantequilla de cacahuete suave (tipo creamy)
- 150 g ( ¾ cup ) de azúcar superfino
- 200 g (1 cup) de azúcar blanco
- 85g (6 cucharadas) de mantequilla sin sal, cortada en dados
- 120 ml (½ cup) de nata líquida para montar (mín. 35% MG)
- 1 ½ cucharadita de sal gorda, en escamas o flor de sal (fleur de sel)
- Sal en escamas para decorar
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 175ºC (350 degrees F) y colocamos la rejilla a media altura.
- En un cuenco grande, apto para el microondas, derretimos juntos la mantequilla y el chocolate (previamente troceado) a potencia media. Iremos comprobando y removiendo cada 20-30 segundos con una espátula de silicona para evitar que se queme (si eso llegara a pasar, olería indiscutiblemente a quemado). Los últimos trozos de chocolate los podemos fundir con el calor residual mezclando con la espátula ya fuera del microondas (así se enfriará más rápidamente).
- Una vez esté todo bien fundido, añadimos el cacao en polvo y el azúcar y mezclamos suavemente con la espátula hasta que quede bien combinado. Dejamos enfriar.
- Mientras tanto, engrasamos a conciencia un molde redondo para pies o tartas de unos 23 cm de Ø y reservamos.
- En un cuenco mediano aparte, tamizamos juntos la harina, la levadura química y la sal. Reservamos.
- Cuando la mezcla de chocolate haya alcanzado la temperatura ambiente, añadimos los huevos, de uno en uno, mezclando bien después de cada adición.
- Agregamos ahora el extracto de vainilla y mezclamos hasta integrar.
- Finalmente, añadimos la mezcla de ingredientes secos que teníamos reservada (harina, levadura y sal) y mezclamos suavemente con la espátula hasta que apenas queden restos visibles de harina.
- Vertemos la mezcla en el molde y sacudimos suavemente adelante y atrás, derecha e izquierda para que la superficie se alise.
- Horneamos durante unos 30 minutos o hasta que al insertar una brocheta o cake tester en el centro salga algo manchada (si lo horneamos en exceso, corremos el riesgo de que quede demasiado seco).
- Mientras tanto, recubrimos la base de otro molde similar, pero un par de centímetros más pequeño, con papel de aluminio, que engrasaremos bien con una pizca de mantequilla. Reservamos.
- Retiramos nuestro brownie del horno, colocamos sobre una rejilla e inmediatamente presionamos toda la superficie con el otro molde hasta que sobresalga ligeramente por los bordes. Sin retirar el segundo molde, dejamos enfriar por completo mientras va cogiendo la forma.
- Empezamos montando la nata, para lo cual la batiremos a velocidad media con unas varillas (preferiblemente eléctricas, por comodidad) en un cuenco grande hasta que espese durante un par de minutos.
- A continuación, añadimos el extracto de vainilla y el azúcar glass y seguimos batiendo, ahora ya a velocidad media-alta hasta conseguir una consistencia relativamente firme. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco amplio con ayuda de una espátula) batimos el queso crema y la mantequilla de cacahuete a velocidad media-baja durante unos 4 minutos hasta conseguir una textura homogénea, suave y sin grumos.
- Seguidamente, añadimos el azúcar superfino y mezclamos durante otros 4 minutos más hasta que quede bien integrado.
- Finalmente, agregamos la nata montada que teníamos reservada y, ahora ya a mano con ayuda de una espátula (en caso de haber utilizado amasadora), la incorporamos suavemente a la mezcla anterior empleando movimientos envolventes hasta combinar por completo.
- Vertemos la mezcla sobre la base de brownie ya fría con cuidado de no tapar los bordes (por estética, más que nada). Para el acabado final, podemos utilizar una espátula o el reverso de una cuchara (como he hecho yo esta vez) o incluso la manga pastelera y una boquilla decorativa, si nos sentimos algo más intrépidos.
- Cubrimos procurando no tocar la superficie (yo he utilizado una campana de cristal) y refrigeramos durante al menos 4 horas (mejor toda la noche) antes de servir.
- Calentamos el azúcar en un cazo mediano, preferiblemente hondo, a fuego medio removiendo constantemente con unas varillas de mango largo. Inicialmente, se formarán grumos en el azúcar, pero conforme se vaya fundiendo empezarán a disolverse hasta adquirir un tono dorado y una consistencia más densa. ATENCIÓN: Trabajar con azúcar caliente es muy delicado, así que ojo con las quemaduras; toda precaución es poca.
- En el momento en que tengamos el azúcar fundido por completo, añadimos de inmediato la mantequilla con cuidado de que no nos salpique; el azúcar burbujeará tan pronto como entre en contacto con la materia grasa (de ahí que el cazo deba ser algo profundo). Removemos hasta que queden ambos perfectamente combinados.
- A continuación, agregamos la nata líquida, progresivamente y sin dejar de remover hasta obtener una textura homogénea y suave. Debido a la diferencia de temperaturas, el azúcar reaccionará borboteando de nuevo, así que cuidado extremo.
- Finalmente, retiramos del fuego, añadimos la sal y removemos hasta disolver. Dejamos reposar unos 10-15 minutos.
- Transferimos a un tarro de cristal y dejamos que se temple a temperatura ambiente. La conservaremos bien cerrada en el frigorífico (puede durar desde 2 semanas hasta un mes).
- Rociaremos nuestra cheesecake con la salsa de caramelo salada (en caso de usarla), justo antes de servir.
Se conserva refrigerada y bien cubierta durante 3-4 días.
- En lugar de salsa de caramelo, también puedes acompañar tu cheesecake con sirope de chocolate, espolvoreada con un poco de cacao en polvo, crème fraîche, nata montada, etc.