Ya estamos de vuelta y no puedo más que daros la bienvenida una vez más a todos los que no habéis desistido de acompañarme en estas andanzas mías tras el ya terminado (siempre acaba terminando más bien antes que después) descanso estival. Aun así, como veis, la injustamente vilipendiada vuelta a la rutina no tiene por qué ser motivo de pesar alguno por fuerza y este chocolate bread pudding que os he preparado está aquí para demostrarlo. Es decir ¡pan con chocolate! Está todo dicho, ¿no?
Después de estas pausas reposteriles y de todo lo que sucede en el ínterin, no creáis que resulta sencillo saber por dónde empezar o continuar. Para no acabar cayendo en una espiral de desesperación (parece que a la inspiración suelen corresponderle algunos días extra de vacaciones…) llegué a la conclusión de que tenía que ser algo sencillo e irresistible a partes iguales, una de esas recetas que, en cuanto la ves, pese a quizás no resultar la más vistosa o llamativa a primera vista, sabes que está destinada a auparnos el ánimo y a mimar nuestros corazoncitos. De ahí en adelante, ya todo es pan comido, literalmente.



Tal y como se indica en la receta, el pan, ingrediente fundamental, se ha de utilizar preferiblemente algo duro ya, de forma que absorba bien la crema y se emborrache con ella. Ése, quizás, ha sido uno de los verdaderos desafíos (en casa el pan ¡no pasa del primer día!); tenía muchas ganas de probar este chocolate bread pudding utilizando pan brioche y, como comprenderéis, resulta toda una proeza digna del espíritu más disciplinado que un pan tan increíble como este llegue a durar lo suficiente como para que se ponga duro. Y aunque la idea de este pudin, como de tantas otras recetas afines, es aprovechar las sobras de la mejor manera posible para evitar tener que tirar comida (¡eso nunca, que no me entere yo!), finalmente me vi haciendo ex profeso dos señores brioches: uno para dejar que se pusiera duro (la congoja inimaginable… si bien el resultado valió con creces la pena) y otro para aliviar semejante afrenta y disfrutarlo recién hecho, bien tiernito. Aun así, como os indico en la receta más abajo, no es imprescindible tener a mano pan brioche, podemos utilizar igualmente un buen pan de molde, eso sí, casero o de panadería, os lo ruego; cualquier otra opción resultaría en una pérdida de tiempo y un desaprovechamiento de ingredientes inexcusable.
En esta ocasión, y para poder luego daros debidamente mi opinión, he añadido pasas al conjunto tal y como sugiere la receta original. Si sois consumidores ávidos de este ingrediente, os lo recomiendo encarecidamente. Yo, que no me tendría estrictamente por tal, reconozco que hubiera preferido optar por unos arándanos deshidratados (mucho más lo mío). Es obvio que podemos no añadir ni lo uno ni lo otro, aunque es cierto que le da un toque especial y algo de textura que se agradece.
En definitiva, una vez resuelto el escollo del pan duro (¡hay que ver qué mal acostumbrados estamos que ya ni pan duro!), la riqueza de sabor y la suavidad de este pudin de pan con chocolate prometen deleitar tanto a los ya predispuestos como a los inicialmente indiferentes o descreídos. Y además ¡se prepara en nada! ¿A qué esperas?
Si la fuente para horno (Le Creuset) empleada para esta receta y/o la huevera tradicional (Tellier) de las imágenes os resultan tan rebonitas como a mí, las encontráis en la tienda online Claudia & Julia, así como la tabla de madera de acacia T&G.
- 340 g de pan brioche, pan de molde o pan challah (preferiblemente, del día anterior)*
- 60 g (½ cup) de pasas (previamente hidratadas), cerezas o arándanos deshidratados (opcional)
- 720 ml (3 cups) de leche entera
- 240 ml (1 cup) de nata líquida para montar (mín. 35% MG)
- 3 huevos (L)
- 4 yemas de huevo (L)
- 100 g (½ cup) de azúcar blanco
- 170 g de chocolate negro de buena calidad (mín. 50% cacao), finamente troceado
- Engrasamos ligeramente una fuente rectangular apta para horno de unos 26 x 20 cm (10 x 8 inches aprox.)**. Por otro lado, en el fondo de otro recipiente también apto para el horno con suficiente capacidad para que quepa cómodamente nuestra fuente dentro, disponemos un par de capas de papel de cocina y colocamos la fuente engrasada dentro de él sobre el papel. Reservamos.
- Con ayuda de un cuchillo de sierra bien afilado cortamos el pan en dados de unos 2,5 cm. Si el pan es duro, lo colocamos directamente junto con las pasas, las cerezas o arándanos deshidratados (en caso de usarlos) en la fuente. (Ver Notas* abajo en caso de emplear pan tierno.)
- En un cazo grande llevamos a ebullición a fuego medio la leche junto con la nata.
- En cuanto rompa a hervir, apagamos el fuego y añadimos el chocolate, finamente triturado, y dejamos reposar un par de minutos. Removemos entonces con suavidad hasta que el chocolate quede perfectamente fundido y todos los ingredientes combinados. Reservamos.
- En un cuenco amplio batimos los huevos, las yemas y el azúcar con ayuda de unas varillas hasta conseguir una mezcla homogénea.
- Sin dejar de batir, empezamos incorporando ¼ de la mezcla anterior de chocolate, aún caliente, de manera progresiva y removiendo en todo momento para evitar que se cuajen los huevos. Una vez agregada esta cantidad inicial con la que los huevos se templarán ligeramente, añadimos ya el resto de la mezcla sin dejar de remover hasta que quede todo totalmente combinado.
- A continuación, damos unos golpecitos suaves al cuenco contra la superficie de trabajo para eliminar las burbujas de aire y vertemos la mezcla sobre el pan que teníamos reservado en la fuente. Presionamos ligeramente con una espátula o el reverso de una cuchara para que el pan se empape bien y quede perfectamente recubierto con la crema de chocolate y dejamos reposar a temperatura ambiente durante unos 30 minutos. Repetiremos la operación de presionar con la espátula de vez en cuando, pero siempre con suavidad para que el pan no se rompa.
- Mientras tanto, ponemos a calentar 1 - 1,5 l de agua. En cuanto hierva, apagamos el fuego y reservamos.
- Precalentamos el horno (eléctrico y sin aire) a 175ºC (350ºF) y colocamos la rejilla del horno en la posición central.
- Seguidamente, vertemos el agua caliente en el interior del recipiente que contiene nuestra fuente con el pudding, procurando que no entre en contacto él, hasta que cubra bien la base y unos centímetros de los laterales (no más de la mitad).
- Introducimos con cuidado de no quemarnos el conjunto de recipientes con nuestro pudding en el horno y horneamos durante unos 35-45 minutos hasta que la superficie esté visiblemente cuajada y al insertar una brocheta o cake tester en el centro ésta salga limpia de migas.
- Retiramos la fuente del horno con mucho cuidado de no quemarnos con el agua caliente y dejamos enfriar sobre una rejilla.
- Podemos servirlo templado (si no podemos esperar demasiado), pero está realmente delicioso a temperatura ambiente o incluso previamente refrigerado y espolvoreado con un poco de azúcar glas. Suele ser buena idea acompañarlo, además, de un buen helado de vainilla (por ejemplo), nata montada, crème fraîche o crema inglesa, según la preferencia de cada cual.
Se conserva bien cubierto hasta 2 días refrigerado.
** - También podemos emplear una fuente algo mayor, de unos 33 x 23 cm, por ejemplo (nuestro pudding tendrá algo menos de grosor) o incluso preparar versiones individuales. En cualquier caso, el tiempo de horneado disminuirá según el formato elegido, por lo que hay que estar bien atentos a su evolución en el horno.
Receta adaptada del libro Baking, from My Home to Yours de Dorie Greespan