Salvo en ocasiones especiales, es generalmente cierto que no nos apetece complicarnos demasiado la vida para llegar a disfrutar de un buen dulce casero, pero no por eso queremos renunciar a todo el sabor, la ternura y la esponjosidad de un verdadero bizcocho como es debido. Bien, pues esa es la principal misión de este bizcocho de yogur con frutos del bosque que os he preparado, delicioso y reconfortante hasta límites insospechados, listo en un pestañear y enteramente dispuesto a detener un poquito el tiempo en compañía de un café, un té o de tu(s) persona(s) favorita(s). No es mal propósito éste para un bizcocho, ¿no creéis?
De todos (los que me vais conociendo a lo largo de estas irrupciones mías en vuestro día a día y los que no las podéis evitar) es sabido que siento una especial debilidad por los frutos del bosque, particularmente por los arándanos, sobre los que podréis encontrar no pocas recetas en el blog. Añadiría bien poco que no se haya dicho ya sobre las muchas y muy variadas virtudes de este tipo de fruta, que lo mismo te amenizan un bizcocho, que un yogur, que te sirven de tentempié a media mañana, por nombrar algunos ejemplos. Pero es que además me parecen sencillamente preciosos, cada uno en su línea, con su aspecto caprichoso, sus colores llamativos que anuncian un sabor no menos explosivo. Es un hecho. Los adoro y los comería a todas horas. No sé qué sería de mí si viviera en alguna de esas zonas —esas largamente idealizadas que nuestra imaginación más gráfica etiqueta rápidamente como «lugares de ensueño» cada cual según sus ideales— donde crecen silvestres por millares a lo largo de los senderos… No sería de extrañar que acabara la historia a lo Anne of Green Gables o similar 😛
Independientemente del indiscutible plus que añade la fruta a este bizcocho, no paséis por alto su extrema jugosidad, su ternura indescriptible y esa textura suave y amable que acariciará cada milímetro de nuestro paladar. El primer bocado (pellizco distraído en mi caso) es sólo preludio de lo inevitable, léase «de mirar estupefacta al hueco inexplicable que aparece donde hubo antes un bizcocho entero tras un par de visitas ocasionales a la cocina».


Y sin más preámbulo que el ya presentado, os dejo pues con la receta y con la esperanza de que os haya cautivado hasta el punto de empezar a hacer acopio de provisiones para no tardar en hacer la prueba. Mientras tanto, voy a ver si recompongo un poco la escena del crimen para ver si pasa inadvertido (que no lo hará, pero a buen seguro que me llevo otro pellizco para el camino 😉 ).
- 225 g (1¾ cups) de harina de trigo de uso común
- 1 ½ cucharaditas de levadura química (tipo Royal)
- ½ cucharadita de bicarbonato sódico
- ½ cucharadita de sal
- 230 g (1 cup) de yogur griego natural (sin azucarar)
- 2 huevos (L)
- 150 g (¾ cup) de azúcar blanco
- 2 cucharaditas de ralladura de limón
- 120 ml (½ cup) de aceite de oliva suave
- 1 cucharadita de extracto puro de vainilla
- 215 g (1 ½ cups) de frutos del bosque variados (frambuesas, arándanos, moras, grosellas...)
- Precalentamos el horno (eléctrico y sin aire) a 175ºC (350ºF) y colocamos la rejilla del horno en la posición central.
- Engrasamos un molde rectangular para loaves de unos 23 x 13 cm (9 x 5 inches). Recubrimos la base y laterales con papel vegetal de hornear, engrasamos de nuevo sobre el papel y reservamos.
- En un cuenco mediano colocamos la fruta, espolvoreamos una cucharada de la harina sobre ella y mezclamos con suavidad con ayuda de una espátula pequeña, procurando que no se rompa; así prevenimos que toda la fruta acabe en el fondo del bizcocho. Reservamos.
- En un cuenco amplio tamizamos juntos la harina restante, la levadura, el bicarbonato sódico y la sal. Reservamos igualmente.
- En otro cuenco amplio aparte con unas varillas batimos enérgicamente los huevos junto con el azúcar durante unos 3-5 minutos hasta conseguir una textura esponjosa y de aspecto visiblemente más pálido.
- A continuación, añadimos el aceite de manera gradual y sin dejar de batir sobre la mezcla anterior, seguido del yogur, la ralladura de limón y el extracto de vanilla, combinando suavemente hasta lograr una mezcla homogénea.
- Seguidamente, incorporamos los ingredientes secos que teníamos reservados (punto 4) a la mezcla anterior de ingredientes húmedos en dos tandas, integrándolos con suavidad con la ayuda de una espátula de silicona o cuchara de madera lo justo hasta que apenas queden restos de harina visible; lo deseable es que queden algunos pequeños grumos sin deshacer, de esta forma, la miga de nuestro bizcocho quedará tierna y esponjosa. Si mezcláramos esta masa en exceso, acabaríamos con un bizcocho de consistencia seca y pesada.
- Finalmente, agregamos la fruta que teníamos reservada (punto 3) y combinamos someramente hasta asegurarnos de que queda bien repartida por toda la masa (si lo preferimos, podemos dejar apartados unos cuantos frutos del bosque para terminar de colocarlos al final sobre la masa ya en el molde a modo decorativo).
- Vertemos la mezcla en el molde, damos unos golpecitos suaves contra la superficie de trabajo para liberar burbujas de aire que se haya podido formar en el interior y alisamos la superficie con una espátula. Si hemos apartado algo de fruta, la repartimos ahora sobre la superficie.
- Horneamos durante unos 60-70 minutos o hasta que al insertar una brocheta o un cake tester en el centro del bizcocho ésta salga limpia de migas.
- Retiramos entonces del horno y dejamos reposar dentro del molde durante unos 10-15 minutos antes de desmoldar. Dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Se conserva a temperatura ambiente unos 2-3 días bien cubierto, resguardado del aire.
- La fruta que empleemos no ha de estar demasiado madura o se deshará fácilmente al manipularla y durante el horneado.
- Si vamos a usar frutos del bosque congelados, no es aconsejable descongelarlos previamente o, de lo contrario, mancharían la masa del bizcocho en exceso.
- Obviamente, puedes optar por utilizar sólo una variedad de fruta; todos tenemos nuestros favoritos 😉
Receta adaptada de Lemon Yogurt Cake de Ina Garten