Se acabaron las vacaciones en Pemberley Cup & Cakes. Para compensar el periodo de inactividad, os traigo una entrada doble: por un lado, un mini reportaje sobre las distintas bakeries (pastelerías) que tuve la oportunidad de visitar junto con mi familia en nuestra última visita a Londres y por otro, la nueva receta -en gran parte consecuencia de estas visitas- de un más que reconfortante triple berry cheesecake o tarta de queso con frutas del bosque, que además ¡no necesita ni horno! Os aviso de que vienen muchas fotos (y muchas calorías 😉 ), así que encontraréis menos texto (o rollo, según se mire) para que el scroll no acabe por llegar al infinito. Aun así, aquí no están todas, en absoluto, sólo las que probamos. ¿Preparados? Empezamos.
TOUR: LONDON BAKERIES |
- La primera pastelería en la que nos detuvimos fue la de Peggy Porschen Cakes. Tenía muchas ganas de conocerla y la verdad es que el lugar es precioso y todo está dispuesto con un gran gusto y esmero.
Aquel día resultó que amanecimos junto con una ola de calor en la ciudad, así que cuando vi los cupcakes de fresas y champagne no lo dudé. Me parecieron lo más refrescante que podía encontrar en una pastelería en un día como aquél. Al primer bocado ya te das cuenta de que se trata de una exquisitez, suave, jugoso y delicado. Para mi sorpresa, además estaba relleno de fresa. Una gran decisión, en mi opinión.



Mi hija, ajena a las inclemencias del tiempo y fiel a sus tendencias, optó por los Chocolate Heaven Cupcakes (cupcakes cielo de chocolate). No sé por qué, pero el chocolate me da sensación de calor. De todas formas, yo los probé (por aquello de saber qué comen nuestros hijos 😉 ) y puedo asegurar que hacen honor a su nombre. La verdad es que nos resistíamos a irnos, porque ahí dentro estábamos la mar de fresquitas y fuera nos esperaba lo que uno nunca espera encontrar en Londres: un bochorno de aúpa.
- Aquella misma tarde, y por si el calor aún no nos hubiera dejado fuera de combate, nos encaminamos a la Primrose Bakery en Covent Garden.
En esta pastelería, a pesar de ser chulísima y estar en una de las zonas que más me gustan de la ciudad, con toda esa vidilla y ese arte, no había aire acondicionado. ¿Para qué? Es Londres. Así que la ola de calor acumulado del día no nos dejó disfrutarla todo lo que realmente se merecía. Sin embargo, sí que puedo decir que los cupcakes estaban deliciosos, aunque el frosting un poco más blando de lo esperado debido a las altas temperaturas. Os aseguro que no soy nada exagerada; cada dos por tres repetían por megafonía en el metro que no saliéramos de casa sin una botella de agua y al día siguiente había muchos lugareños con la piel prácticamente quemada por el sol. Siempre nos pasa lo mismo en zonas famosas por sus veranos a la fresca…
En realidad pasamos de los especiales del día, aunque tenían una pinta estupenda. No sé por qué, siempre que veo Maltesers me apetecen, pero acabo por pedirme otra cosa. ¿No son apetitosos? Pues esta vez tampoco me los pedí…



Y al final nos tomamos un café con unos cupcakes: mi marido se decantó por un Red Velvet, Chocolate & Marshmallow para la peque y un Salted Caramel para mí. De los dos primeros no hay apenas constancia 😉 Del mío sólo he de decir que he descubierto un nuevo sabor favorito. Seguro que no tardo en probar a hacerlo.
- Después de aquello, decidimos darles una tregua a las pastelerías durante unos días, pero no tardamos en retomar nuestra misión. Y es que una es muy aplicada. Así que, después de un día en el museo, nos homenajeamos en la Hummingbird Bakery de South Kensington.
La oferta era tal que fue muy difícil tomar una decisión (o tres). Encima las tartas eran increíbles y así «descansábamos» un poco de los cupcakes.
Pero las porciones eran gigantescas, por lo que acabamos pidiéndonos un Frosted Brownie; uno de los más deliciosos que he probado jamás (porque sólo lo probé) y otro Red Velvet Cupcake (para comparar, más que nada). Increíble, por cierto, tanto el bizcocho como el frosting. Fuera de este mundo.
- Aún nos quedaban algunas visitas pendientes, como a The Cupcake Bakehouse, también en Covent Garden (antes conocida como Ella’s Bakehouse), cuya actual propietaria es la ex modelo británica Lorraine Pascale.
Se trataba de un rinconcito muy pequeño dentro del edificio conocido como Market Building y la atención fue estupenda, pero la variedad volvía a dificultar la operación. ¡Qué barbaridad!
Así que ¿adivináis? Volvimos a decidirnos por el sempiterno Red Velvet Cupcake. ¿Qué tendré yo con esta receta que cuando la veo no me puedo resistir? Estoy segura que los demás sabores estaban de muerte (de hecho, unos amigos se decantaron sin pensarlo dos veces por un Apple Crumble Cupcake y un Carrot Cupcake respectivamente), pero he de decir que este Red Velvet Cupcake no ha sido el mejor que he probado. Quizá pudo deberse también a que las papilas gustativas del ser humano no pueden apreciar las diferencias de matiz después del tercer Red Velvet…
- Último día en la ciudad. Compras de última hora y tentempié a media mañana. ¡Qué casualidad! Fuimos a dar con Lola’s Cupcakes en la planta baja de la tienda Topshop en Oxford Street. Era un puestecito muy pequeño y muy coqueto, pero una vez más tenían para todos los gustos.
En este caso, tanto mi hija como yo coincidimos en los Cookies & Cream Cupcakes con galletas Oreo, pero lo bueno es que tenían versión tiny (mini). Todo un acierto. Sí señor.
- El último lugar de ensueño (porque eso es lo que fue) que os traigo no es una bakerie en sí ni está en Londres, pero seguro que me perdonaréis cuando veáis de qué se trata. Algunos ya sabéis que me confieso lectora irredenta, entre otros muchos autores, de Jane Austen (de ahí el nombre del blog). Así que, estando tan cerquita, no podía dejar pasar la oportunidad de visitar una de las ciudades donde vivió y escribió la autora. Y no sólo eso; Bath es sencillamente preciosa. El día fue espectacular al principio y lluvioso el resto del tiempo, así que qué mejor opción que sentarnos a tomarnos un buen afternoon tea en uno de los establecimientos más antiguos del lugar: Sally Lunn’s y su famoso Sally Lunn Bun (bollo), cuya receta original (que ha ido siendo cedida junto con la escritura del inmueble a sus sucesivos propietarios) continúa siendo secreta y se sigue elaborando hoy por hoy al pie de la letra de forma artesanal. (Sí, ésa del posado súper natural y nada convencional soy yo).
Aun así, no podía dejar de probar sus scones, mis panecillos favoritos en el mundo entero, con esa locura de clotted cream y su mermelada casera de fresa. Así que estaba claro lo que había que hacer; nos pedimos un afternoon tea distinto para cada uno: un Sally Lunn Cream Tea y un Cornish Cream Tea (la peque se pidió una manzanilla y lo probó todo, así que fue la que salió ganando 😉 ). ¿Por qué elegir? Os aseguro que no fue a propósito, pero de todos los saloncitos que había en el edificio, nos acabaron sentando en el llamado Jane Austen Room. Perfecto, ¿no?
Y ahora diréis ¿No volvisteis rodando? Casi. Aun así, nos trajimos unas ganas tremendas de preparar en casa esta Triple Berry Cheesecake, con la que ya os dejo. Lo prometo. En fin, lo bueno que tiene viajar es que se camina mucho, así que cero remordimientos 😀
RECETA: TRIPLE BERRY CHEESECAKE |
Y la receta. ¡Por fin! diréis. Lo sé. Esto me pasa por acumular todo ese silencio, pero que conste que os lo he advertido al principio… ¿Os había comentado alguna vez que la cheesecake es mi tarta favorita? Eso explica que al ver esta receta de Peggy Porschen (¡Triple Berry Cheesecake! Nada más y nada menos) no pudiera resistirme a hacerla. Es preciosa y deliciosa, pero lo dejo ya aquí y vosotros juzgaréis.
Y como no necesitamos horno, es la tarta perfecta en esta época del año y por estas latitudes (aunque las latitudes ya no son lo que eran…). Pero no sólo eso, tampoco vamos a necesitar harina, ni huevos; sólo prever con antelación, porque para que cuaje nuestra tarta sin horno y sin huevos, ha de pasar muuuuchas horas refrigerándose (cuantas más, mejor) antes de poder disfrutar de ella.


Por alguna razón que quizás algún día trate de averiguar, la capa de frambuesa apenas se diferenciaba de la de fresa; si en otra ocasión repito esta receta, cosa que con toda seguridad sucederá, aumentaré la cantidad de esta fruta para que destaque un poco más y tenga su protagonismo al igual que sus compañeras.
He de confesar que, aunque este triple berry cheesecake es sublime y tiene una textura delicada e irresistible, me sigo quedando con las que sí requieren horno y harina; prefiero esa consistencia más esponjosa y compacta que la cremosidad de las que incluyen nata montada. Pero es una cuestión de preferencia personal. ¿Y tú, tienes algún tipo de cheesecake predilecto? Cuéntame, cuéntame…
- 100 g de mantequilla sin sal
- 2 cucharadas de miel suave (azahar, acacia, etc.)
- 300 g de galletas (tipo Digestive) finamente trituradas
- 1 cucharadita de canela de Ceilán molida (opcional)
- 100 g de fresas trituradas
- 100 g de frambuesas trituradas
- 100 g de arándanos triturados
- 6 hojas de gelatina neutra
- 620 g de queso crema (tipo Philadelphia)
- 185 g de azúcar superfino (caster sugar)
- 210 g de crème fraîche
- 640 ml de nata líquida para montar (mín. 35% MG) bien fría
- Arándanos extra para decorar
- En un cuenco mediano apto para el microondas derretimos la mantequilla junto con la miel y mezclamos con las galletas trituradas y la canela molida hasta que quede todo bien combinado. Tendrá un aspecto como de arena húmeda y olerá increíblemente bien a canela.
- Extendemos la mezcla anterior en la base un molde redondo (preferiblemente, con cierre lateral) de unos 23 cm de Ø y compactamos con el reverso de una cuchara, procurando dejar los laterales limpios y la superficie lo más lisa posible.
- Trituramos los tres tipos de fruta por separado con ayuda de una batidora. Colocamos cada puré de fruta en un cuenco mediano apto para el microondas y lo calentamos, también por separado, durante 1 minuto a potencia media.
- Ponemos la gelatina a remojo en un cuenco con agua fría durante unos 5 minutos. Escurrimos el agua y añadimos 2 hojas a cada uno de los purés, aún calientes. Removemos hasta disolverlo todo bien y reservamos para que se vaya enfriando.
- Mientras tanto, colocamos el queso crema y el azúcar superfino en el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de varillas (o en un cuenco grande) y mezclamos suavemente a baja velocidad hasta que quede todo bien combinado. Es importante no incorporar aire a la mezcla del relleno.
- Añadimos entonces la crème fraîche y seguimos mezclando con suavidad sólo hasta que se formen picos suaves en la mezcla. Con ayuda de una espátula de silicona, vamos despegando la mezcla de los laterales de cuenco y del fondo y mezclando para que quede todo bien combinado. Repetiremos este paso después de cada adición.
- Vamos incorporando la nata líquida progresivamente mientras aumentamos la velocidad hasta la mitad y batimos sólo hasta que la nata se haya montado ligeramente. No debemos excedernos batiendo en este punto o adquirirá una aspecto como arenoso y se nos echará a perder. Si la nata empleada no se montara con rapidez, podemos montarla por separado y añadirla a continuación. Emplearemos una espátula de silicona para ir incorporándola a mano, empleando movimientos envolventes.
- Dividimos la mezcla en 3 partes iguales (la mejor manera es utilizando una báscula de cocina) y la mezclamos con cada uno de los purés de fruta reservados (siempre que estén ya a temperatura ambiente) con la ayuda de unas varillas. Hemos de trabajar con cierta rapidez para que la gelatina no se solidifique antes de que acabemos.
- Es el momento de colocar las capas de relleno en nuestra triple berry cheesecake. Empezaremos por la mezcla de fresas, seguiremos con la de frambuesas y acabaremos con la de arándanos en capas de 1 cm aproximadamente. En todo momento trabajaremos con cuidado de no mezclar las distintas capas, dejar los laterales del molde limpios y la superficie de cada capa lisa (es muy útil contar con la ayuda de una espátula pequeña angulada o el reverso de una cuchara).
- Cubrimos bien el molde con film transparente y refrigeramos al menos durante 6 horas o hasta que el relleno haya cuajado (preferiblemente toda la noche).
- Desmoldamos con cuidado (es posible que tengamos que repasar los laterales, pero es normal) y servimos nuestra triple berry cheesecake acompañada con unos arándanos u cualquier otro fruto del bosque (o mezcla de varios) que nos guste.
Se ha de conservar refrigerada y bien cubierta (2-3 días).
- Si eres de esas personas a quienes la miel no le va, puedes endulzar la base con azúcar blanco de toda la vida (50 g) sin pestañear.
- Si al desmoldar se han emborronado un poco los laterales, los podemos repasar con una espátula recta previamente templada (y bien secada) bajo el agua caliente del grifo.
- Día nacional del cheesecake: 30 de julio.
Receta adaptada de los Triple Berry Cheesecakes, Boutique Baking de Peggy Porschen