Supongamos que nos apetece algo realmente exquisito, especial. Supongamos también que nos encontramos en ese punto en el que no estamos para añadir más desafíos al día a día. Y ahora supongamos que os propongo una tarta de higos asados, con un relleno de mascarpone suavísimo y una base crujiente, que en veinte minutos (minuto arriba, minuto abajo) tendremos resuelta. Por ahora bien, ¿no? Lo imaginaba…


Os podría decir que desde que tengo memoria he aguardado con impaciencia que llegara la temporada de higos, pero os mentiría. Durante muchos años he visto con cierto escepticismo esa afición, pasión muchas de las veces, que tantos sienten hacia esta peculiar fruta que tan alegremente nos anuncia la llegada del verano. Y nada.
Y con todo, pese a tan poco prometedor destino, de un tiempo a esta parte me he visto atraída irrevocablemente hacia estos pequeños bocados de placer estival hasta el punto de no pensar en otra cosa que en que formaran parte de esta nueva receta. Y así, esta tarta de higos que, como su título ya anuncia, no necesita ni hornearse, ha sido el resultado de esta nueva fascinación.
La idea de asar los higos justo antes de montar y servir la tarta ha acabado siendo todo un acierto; no sólo acentúa su dulzor al caramelizarse el azúcar de la fruta, también les proporciona una textura sin igual, deliciosa, sublime, incomparable. Claro que puedes utilizar los higos frescos directamente sin asar, pero te estarías perdiendo toda una experiencia.

¿Y a ti? ¿Te han gustado los higos desde el origen de los tiempos o no puedes con ellos? ¿O ni frío ni calor? O quizás también los hayas descubierto recientemente, como yo 😉 Anda, cuéntame…
- 200 g (2 cups) de galletas de desayuno (tipo Digestive), finamente trituradas
- 55 g ( ¼ cup) de azúcar moreno (light brown sugar)
- ½ cucharadita de sal
- 75 g ( ⅓ cup) de mantequilla sin sal, derretida
- 210 g (7,5 oz.) de queso mascarpone
- 20 g (1 cucharada) de miel suave (acacia, azahar...) + miel extra para decorar (opcional)
- 200 ml + 60 ml ( ½ cup+ ⅓ cup // ¼ cup extra) de nata líquida para montar (mín. 35% MG), muy fría
- 30 g (2 cucharadas) de azúcar moreno (light brown sugar)
- 150 g de higos verdales frescos (en su punto justo de madurez)
- 30 g ( ¼ cup) de pistachos tostados, troceados
- En un cuenco amplio, mezclamos las galletas, finamente trituradas, junto con la mantequilla derretida hasta combinar por completo.
- Seguidamente, extendemos la mezcla anterior sobre el fondo y laterales (hasta el mismo borde) de un molde rectangular para tartas de 36 x 13 x 3 cm con base extraíble*. Con ayuda de un vaso o el reverso de una cuchara presionaremos bien la base de galleta contra el molde para que quede lo más compacta posible sin que se agriete.
- Cubrimos con film transparente e introducimos en el congelador.
- En un cuenco amplio batimos el mascarpone con suavidad con ayuda de una espátula de silicona lo justo hasta que adquiera una consistencia cremosa y sin grumos (si batimos en exceso, acabaríamos con una consistencia demasiado fluida, llegando incluso a granularse).
- A continuación, agregamos la miel gradualmente al tiempo que seguimos mezclando suavemente sólo hasta que queden ambos bien combinados (si el mascarpone se quedara como cortado tras añadir la miel, prueba a refrigerarlo unos 10-15 minutos antes de volver a intentarlo; aun así, una vez añadamos la nata montada más adelante, la mezcla adquirirá una textura más homogénea). Reservamos.
- Seguidamente, añadimos ahora 200 ml de la nata líquida (reservamos los 60 ml extra por si los necesitamos más adelante) junto con el azúcar moreno en el cuenco de nuestra amasadora eléctrica, equipada con el accesorio de varillas (o en un cuenco grande con ayuda de unas varillas de mano) y empezamos a montar; primero suavemente para que no salpique y conforme vaya adquiriendo consistencia, aumentaremos la velocidad hasta conseguir una consistencia más firme. Dejaremos de batir cuando alcancemos una consistencia que mantenga su forma al levantar las varillas. Es muy importante no batir la nata en exceso más allá de la consistencia correcta, pues de lo contrario se cortaría y tendríamos que descartarla y volver a empezar.
- Una vez montada la nata, añadimos la mitad a la mezcla de mascarpone y miel que teníamos reservada para aligerarla y combinamos con la espátula de silicona o cuchara de madera empleando movimientos suaves y envolventes para evitar perder el volumen conseguido en la primera.
- Agregamos entonces la otra mitad de la nata y repetimos el paso anterior. Si vemos que la mezcla resultante queda algo grumosa o excesivamente densa (ha de asimilarse a la del helado un poco ablandado), añadiremos el resto de la nata líquida (60 ml) que teníamos reservado -que también montaremos- y mezclamos de nuevo hasta obtener una consistencia algo densa y una textura suave y sin grumos.
- Finalmente, extraemos el molde con la base de galleta del congelador, lo rellenamos con la mezcla anterior y alisamos la superficie con ayuda de una pequeña espátula o el reverso de una cuchara.
- Refrigeramos la tarta con el relleno unas 4-6 horas hasta que el relleno quede bien firme.
- Lavamos los higos y los cortamos por la mitad. A continuación, los colocamos sobre la plancha bien caliente con la parte cortada hacia abajo durante 1 minuto aproximadamente hasta que se caramelicen ligeramente. Les damos la vuelta con cuidado de no romperlos y dejamos otro minuto hasta que la piel se dore también.
- A la hora de servir, colocamos las mitades de los higos asados y los pistachos troceados sobre nuestra tarta y terminamos dejando caer un poco de miel sobre la fruta.
Se conserva refrigerada unos 3 días.
- Para montar la nata sin problemas es muy importante respetar la cantidad de materia grasa (MG) indicada; por debajo del 35% es muy difícil conseguir una buena consistencia. Para facilitar las cosas es imprescindible trabajar con la nata lo más fría posible. Si además tenemos en cuenta la previsión de introducir también en el frigorífico tanto el cuenco como las varillas que vayamos a utilizar antes de empezar con la receta, la nata se montará mucho mejor y más rápido.
- Obviamente, en lugar de higos, puedes utilizar la fruta de tu elección, siempre que no sea demasiado acuosa (como la sandía, por ejemplo, que estropearía el relleno) y preferiblemente jugosa y fragante (fresas, cerezas, mango, frutos del bosque...).
- Aunque en un apuro podríamos sustituir el queso mascarpone por otro queso de untar (tipo Philadelphia), no dejes de probar el primero; la combinación del mascarpone con la miel es sublime.
Receta adaptada de Wood and Spoon