Supongamos que nos apetece algo realmente exquisito, especial. Supongamos también que nos encontramos en ese punto en el que no estamos para añadir más desafíos al día a día...
No es de extrañar que hasta para hacer helado a mí me dé por encender el horno. En fin, hay cosas que no tienen remedio ni cura…
Me fascinan las historias que tienen lugar en el siglo XIX (aunque sólo sea su origen, como en este caso) y más aun si además tienen que ver con una fabulosa layer cake como ésta;