Hace poco más de un año os presentaba una delicia de Bakewell Bundt Cake, inspirado en esta Bakewell Tart que os traigo hoy. En condiciones normales, jamás habría empezado por la versión inspirada sin haber presentado previamente el original (para vuestra tranquilidad os diré que no ha saltado ninguna cuerda de ningún arpa celestial ni ha muerto ningún gatito adorable por esta causa 😛 ). Pues bien, tarde o temprano tenía que pasar y el origen de tanta bondad ha visto finalmente la luz.
¿Qué podría deciros sobre la Bakewell Tart que no os haya dicho ya? Pues lo cierto es que no deja de sorprenderme la cantidad de curiosidades que giran entorno a la existencia de esta tarta y a la relevancia del pequeño pueblo que le da nombre. El último hallazgo ha sido descubrir que, en la novela Pride and Prejudice de Jane Austen, Elizabeth Bennet lo nombra cuando hace referencia al lugar desde el que comienza la última etapa de su viaje a Pemberley (cap. 43). De todas las veces que la he leído, ¡nunca antes había reparado en este dato! ¿Qué otras joyas esconderá esta tarta y/o este libro aún por disfrutar? Prometedor panorama…
A diferencia de su versión en formato bundt cake, para esta Bakewell tart habremos de preparar previamente una base de masa quebrada. A partir de aquí, el resto del proceso es incluso más sencillo si cabe. Pese a que su elaboración sería imposiblemente más fácil si compráramos la masa quebrada ya preparada, ya os anticipo que no lo aconsejo; si nunca has probado a hacerla antes, éste es un momento tan perfecto como otro para solucionar esta contrariedad (realmente merece la pena para lo poco que requiere a cambio); si ya estás familiarizado con ella, sabrás exactamente a qué me refiero.
Por otra parte, he de reconocer que los rellenos a base de frangipane se han convertido últimamente en una especie de fijación para mí. Existen varias versiones de esta deliciosa crema de almendras, algunas más elaboradas que otras; la de hoy es, como os decía, imposiblemente más fácil y difícilmente más exquisita. Y no me olvido de esa capa de mermelada de frambuesa que se esconde en medio de toda esta confabulación. En mi opinión, un toque sencillamente genial.
En definitiva, una tarta sencilla, con una innegable elegancia sin pretensiones, perfecta para, prácticamente, cualquier ocasión, ¿no os parece?


- Ver receta aquí.
- Dividir las cantidades de los ingredientes por la mitad (sólo para la base).
- 125 g (½ cup + 1 cucharada) de mantequilla sin sal
- 125 g (½ cup + 2 cucharadas) de azúcar superfino (caster sugar)
- 1 huevo (L)
- 35 g (¼ cup aprox.) de harina de trigo floja
- 125 g (1 cup aprox.) de almendras (crudas) molidas
- Ralladura de ½ limón mediano (sólo la parte amarilla)
- ¼ cucharadita de sal
- 175 g aprox. (½ cup) de mermelada de frambuesa
- 40 g aprox. de almendras fileteadas, para decorar
- Azúcar glass, para espolvorear
- Ver receta aquí.
- Requiere prehorneado.
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 200ºC (392ºF) y colocamos la rejilla del horno a media altura.
- En un cuenco mediano, mezclamos las almendras molidas, la harina, la ralladura de limón y la sal con unas varillas hasta combinar. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora eléctrica, equipada con el accesorio de pala (o en un cuenco grande con ayuda de una espátula o cuchara de madera), batimos la mantequilla a velocidad media durante un par de minutos hasta que quede suave y cremosa.
- A continuación, añadimos el azúcar y seguimos mezclando hasta combinar por completo. Con ayuda de una espátula de silicona despegamos los restos de masa de la pala, los laterales y fondo del cuenco, cosa que iremos haciendo repetidamente conforme agreguemos ingredientes nuevos.
- Seguidamente, agregamos el huevo y mezclamos con suavidad hasta que quede bien integrado., Incorporamos ya la mezcla de ingredientes secos que teníamos reservada (punto 2) y mezclamos sólo lo justo hasta combinar.
- Extendemos ahora la mermelada de frambuesa sobre la base de masa quebrada de manera uniforme con ayuda de una pequeña espátula o con el reverso de una cuchara.
- Finalmente, repartimos el relleno de frangipane sobre la capa de mermelada y alisamos con una pequeña espátula angulada con cuidado de no mezclar ambas capas. Llegados a este punto, es importante que nos aseguremos de que queda todo bien sellado, de forma que la mermelada no rebose durante el horneado.
- Terminamos cubriendo la superficie de la tarta con las almendras fileteadas y horneamos durante unos 30-35 minutos hasta que adquiera un pronunciado tono dorado y el centro justo quede cuajado. Si vemos que las almendras se doran en exceso antes de tiempo, podemos colocar un poco de papel de aluminio holgadamente sobre la tarta durante los 10 últimos minutos.
- Dejamos enfriar por completo dentro del molde sobre una rejilla.
- A la hora de servir, espolvoreamos con un poco de azúcar glass y cortamos las porciones con un cuchillo de sierra bien afilado.
Se conserva a temperatura ambiente bien cubierta durante unos 3 días.