Se acabaron las mañanas interminables en las que el desayuno podía recrearse a sus anchas. Se acabó esa doble taza de café porque sí, porque nadie nos esperaba. Y como es una de las cosas que peor llevo de volver a la agenda de las prisas, he decidido que nada de eso, que no se acabó el disfrutar de ese prólogo tan placentero como necesario para la salud del resto de nuestro día. Y ese es el propósito de este bizcocho de arándanos (también llamado blueberry breakfast cake). Así que nadie salga de casa sin una alegría.
Pero no os alarméis, la idea no es pegarse el madrugón extra para disfrutar de tan exquisito bocado. Este bizcocho de arándanos se mantiene en perfectas condiciones durante varios días, así que lo puedes preparar el fin de semana, por la noche o cuando tengas ese ratito en el que necesites desconectar. Su sencillez es directamente proporcional a su exquisitez, pues será difícil encontrar un bizcocho tan extremadamente suculento, tierno y jugoso. Y si lo hacéis y lo encontráis, venid a contármelo al instante, ¿de acuerdo?
Obviamente, no estoy siendo demasiado neutral; mi fascinación por los arándanos es de sobra conocida por todos. Pero algo ha de tener esta pequeña fruta para que tenga conquistado a medio mundo. Para empezar su sabor, con los toques justos de dulzor y acidez, es su gran baza. Además, es tan cómoda y fácil de comer, que es difícil resistirse a no acabar con todos de una sentada. En cuanto a sus propiedades, casi todo son virtudes, pero estoy segura de que ya os he hablado de ellas con anterioridad. Para colmo, apenas tiene calorías; es más, se dice que las suyas son calorías negativas, es decir, que se consumen más rápido comiéndolos que las que aporta la propia fruta en sí. Qué pocas excusas quedan para no incorporarlos a nuestra dieta habitual, ¿verdad?
Pero claro, no todo iban a ser ventajas. Según el lugar del planeta donde te encuentres, puede llegar a ser muy difícil, incluso imposible, conseguirlos. En el primer caso, esa dificultad va unida, además, a unos precios desorbitados y, por lo general, se trata de arándanos cultivados, no silvestres (estos últimos más pequeños y con un sabor mucho más poderoso). Aun así, la mayoría de las recetas admiten el uso de arándanos congelados (aunque no lo recomiendo en el caso de este bizcocho de arándanos), mucho más económicos e igualmente sabrosos y saludables.


Y para terminar, ¿os he hablado ya de la aventura que supone salir a recoger arándanos silvestres? Pues no os perdáis la crónica aquí. Si tienes la suerte de vivir en esos otros puntos del planeta donde crecen a puñados en los márgenes de los senderos, ten por seguro que, desde aquí, la que escribe, se muere de envidia…
- 2 cucharaditas de ralladura de limón (sólo la parte amarilla)
- 175 g (7/8 cup) de azúcar blanco (+ azúcar extra para espolvorear)
- 115 g (½ cup) de mantequilla sin sal
- 1 huevo (L)
- 1 cucharadita de extracto puro de vainilla
- 260 g (2 cups) de harina de trigo floja
- 1 ½ cucharaditas de levadura química (tipo Royal)
- ½ cucharadita de bicarbonato sódico
- ½ cucharadita de sal
- 120 ml (½ cup) de buttermilk
- 280 g (2 cups) de arándanos frescos
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 175ºC / 350ºF y colocamos la rejilla a media altura.
- Engrasamos un molde rectangular de unos 20 x 30 cm (8" x 12") o similar y reservamos.
- Una vez limpios y secos, mezclamos bien los arándanos con 30 g (¼ cup) de la harina con mucha suavidad para no romperlos; de esta forma, la fruta no se irá tan fácilmente al fondo del recipiente durante el horneado. Reservamos.
- En un cuenco grande, mezclamos la harina restante (230 g - 1 ¾ cups) junto con la levadura química, el bicarbonato sódico y la sal con ayuda de unas varillas hasta combinar completamente. También reservamos.
- Mezclamos la ralladura de limón con el azúcar trabajando con las yemas de los dedos para que se liberen los aceites del limón e impregnen bien todo el azúcar. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora equipada con el accesorio de pala (o bien en un cuenco grande) batimos la mantequilla a velocidad media-alta durante un par de minutos hasta que quede cremosa.
- Añadimos el azúcar con la ralladura de limón y seguimos batiendo a velocidad media-alta durante 3-4 minutos más hasta obtener una textura ligera y esponjosa. Despegamos los restos de masa de la pala, las paredes y fondo del cuenco con una espátula de silicona, paso que repetiremos siempre que sea necesario.
- A continuación añadimos el huevo y batimos a velocidad media-baja hasta que se haya integrado por completo.
- Seguidamente, agregamos el extracto de vainilla y mezclamos hasta combinar.
- Es el momento de incorporar los ingredientes secos que teníamos reservamos (ver punto 4) y el buttermilk, alternándolos de la siguiente manera: ⅓ de ing. secos, ½ de buttermilk, ⅓ de ing. secos, ½ de buttermilk y el ⅓ final de los ing. secos, mezclando mínimamente y a velocidad baja después de ada adición; sólo lo justo para ir integrando la harina con los líquidos. Si quedara algún pequeño grumo o restos visibles de harina no hemos de alarmarnos, pues terminarán de integrar durante el horneado. El resultado será una mezcla densa y suave.
- Finalmente, añadimos los arándanos y, ya a mano con ayuda de una espátula, los mezclamos suavemente hasta repartir de manera uniforme por toda la masa.
- Sin perder tiempo, pues la mezcla lleva bicarbonato y éste empieza a actuar al entrar en contacto con los ácidos y los líquidos, vertemos la masa en el molde y alisamos la superficie con una espátula para repartirla uniformemente. Seguidamente espolvoreamos toda la superficie con un poco de azúcar (1 cucharada es suficiente, pero si crees que necesitas más, adelante!).
- Horneamos durante unos 40-45 minutos hasta que adquiera un bonito tono dorado en la superficie y al insertar un cake tester o brocheta en el centro, ésta salga limpia de migas. Después de la primera comprobación, en caso de que aún no esté hecho del todo, iremos repitiendo esta operación cada 2 minutos aprox.
- Una vez horneado nuestro bizcocho de arándanos, lo retiramos del horno y dejamos enfriar dentro del molde sobre una rejilla al menos 15 minutos antes de servir.
Se conserva durante 2-3 días a temperatura ambiente bien cubierto.
- Quien dice 'breakfast', dice merienda, tentempié...
- Si prefieres una versión más individual, es tan sencillo como hornearlo en cápsulas de papel para magdalenas. Eso sí, vigila el tiempo de horneado porque será mucho menor; comprueba a los 18 minutos insertando una brocheta o cake tester en el centro y repite cada 2 minutos hasta que salga limpia de migas.
- Yo que tú, compraría algunos arándanos de más, no vaya a ser que, como a mí, se te "desvíen" unos cuantos durante la preparación del bizcocho...
Receta adaptada del Buttermilk Blueberry Breakfast Cake de Alexandra’s Kitchen