O quizás debería haber dicho «Berlinas rellenas de gloria». Me paro a pensar más detenidamente y me da la impresión de que han pasado eones desde la última vez que probé una berlina. Muy probablemente, era tan sólo una niña y a duras penas valoraba esas cosas. Estaban ricas, sí, pero esa era su misión, así que tenían sus cinco minutos escasos de fama y poco más. Andaba una en otras cosas… En realidad, no son más que donuts a los que se les ha privado de su icónico agujero. Hoy por hoy, sencillamente me parece una de las mejores maneras de sustituir un espacio en blanco.
Estas berlinas rellenas son, además, el resultado de toda una serie de circunstancias que comenzó a gestarse hace también algún tiempo en otras tierras. Antes de salir de mi cocina y llegar al blog, estas preciosidades habían derivado ya de una idea previa que, llegado el momento, acabó dando a luz un libro cuyo contenido, a su vez, salió del horno de la propietaria de unas de las manos más sensibles que conozco a la hora de captar y reflejar no sólo la belleza, también el deleite de la repostería casera en su estado más esplendoroso. Sabéis ya a las manos de quién me refiero y cuál es libro en cuestión, ¿verdad?


Efectivamente, se trata de Repostería, estilismo y fotografía de Linda Lomelino (Sweet food & photography en inglés). Así que sí, podría decirse que este nuevo 2016, además de un nuevo diseño para el blog, me ha traído unas berlinas rellenas de crema de Nutella®. Y no sólo eso, también toda una serie de tartas de ensueño por explorar, un buen puñado de ideas y consejos bien atesorados y sobre todo, sobre todo, montañas y montañas de inspiración.
Espero que os guste el nuevo diseño y haberos traído hoy, al menos, cinco minutos del placer de aquella fama. Yo, a estas alturas, daría lo que fuera por que fueran los cinco minutos más largos del mundo…
- 50 ml de agua, tibia
- 1 ½ cucharaditas de levadura seca de panadería
- 150 ml de leche, tibia
- 2 yemas de huevo (L)
- 40 g de mantequilla sin sal, ablandada
- 25 g (2 cucharadas) de azúcar blanco
- ¾ cucharadita de sal
- 300-315 g de harina de trigo*
- 500 ml de aceite vegetal para freír (girasol, p. ej.)
- Azúcar glass para espolvorear
- 200 g de queso cremoso untable (tipo Philadelphia)
- 230 g de Nutella®
- En un cuenco pequeño, espolvoreamos la levadura sobre el agua tibia (NO caliente) y dejamos reposar unos 5 minutos hasta que se forme una fina capa espumosa en la superficie.
- En un cuenco amplio aparte (puede ser el cuenco de nuestra amasadora eléctrica en caso de usarla), añadimos la mezcla anterior, la leche tibia (de nuevo, no caliente), las yemas de huevo, la mantequilla y el azúcar y mezclamos inicialmente con unas varillas hasta que la mantequilla se haya fundido e incorporado por completo y obtengamos una mezcla homogénea.
- A continuación, añadimos 300 g de la harina y la sal y mezclamos suavemente con una espátula de silicona hasta que quede todo integrado.
- A partir de este momento, empezamos a amasar (a mano sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada o con el accesorio de gancho de amasar de la amasadora) durante unos 12-15 minutos en este último caso (algo más si amasamos a mano) hasta conseguir una masa muy suave y elástica que se despegue más o menos con facilidad del cuenco o de la superficie de trabajo. La masa inicialmente es bastante pegajosa, pero conforme avancemos, irá tomando forma**. Si aun así a mitad del amasado viéramos que resulta demasiado difícil manipularla, añadiríamos los 15 g de harina restantes, cucharadita a cucharadita (si amasamos a mano, también podemos engrasárnoslas con un poco de aceite de girasol para facilitar la tarea).
- Damos forma de bola a la masa con las manos (en caso de haber usado la amasadora, nos las podemos engrasar con un poco de aceite si fuera necesario; se trata de una masa bastante blandita y, aunque se despega con facilidad, es posible que resulte algo engorroso manipularla). Seguidamente, la colocamos en un cuenco grande, ligeramente engrasado con una fina película de aceite de girasol, p. ej.), cubrimos con film transparente y dejamos levar en un lugar cálido y alejado de las corrientes de aire unas 1 - 1 ½ horas o hasta que duplique su volumen.
- Pasado este tiempo, transferimos la masa con suavidad a una superficie de trabajo, ligeramente enharinada, y la desgasificamos presionándola con los nudillos unas 4-5 veces para eliminar el exceso de gas que se haya podido formar en su interior durante el levado. Cubrimos con film transparente y dejamos que se relaje unos 5-10 minutos.
- Seguidamente, espolvoreamos la superficie de la masa con un poco más de harina y la extendemos con las manos o con ayuda de un rodillo de amasar hasta formar un círculo (no es necesario que sea perfecto) de unos 1 - 1 ½ cm de grosor (si la masa se resistiera y tendiera a encogerse, la dejaremos reposar otros 5 minutos más antes de continuar).
- Con ayuda de un cortapastas redondo de unos 7 cm Ø (o un vaso, en su defecto) vamos cortando tantas porciones de masa como podamos, las vamos colocando sobre una bandeja, previamente cubierta con papel vegetal, con una separación de unos 5 cm entre una y otra y terminamos cubriendo con un paño limpio de algodón. Con los recortes de masa sobrantes, volvemos a formar una bola, dejamos reposar, enharinamos la superficie, volvemos a extender y a cortar nuevas porciones. Y así, hasta acabar con toda la masa.
- De nuevo, dejamos levar en un lugar cálido alejado de las corrientes de aire durante unos 45 minutos o hasta que dupliquen su volumen.
- Pasado este tiempo, calentamos el aceite en un cazo o cazuela amplios de cierta profundidad a fuego medio hasta alcanzar 180ºC (356ºF), para lo que nos será realmente útil contar con un termómetro especial de cocina. (Si no dispusiéramos de este utensilio, podemos probar a introducir el extremo del mango de una cuchara de madera en el centro del aceite caliente; si burbujea a su alrededor, estará listo. Siempre que salga humo, significará que está excesivamente caliente.)
- Con ayuda de una espátula plana, vamos introduciendo las porciones de masa ya levadas, con cuidado de no deformarlas, en el aceite caliente y las freímos unos 1 ½ - 2 minutos máx. por cada lado hasta que queden ligeramente doradas. No es aconsejable freír más de 2 berlinas al mismo tiempo (de hecho, yo suelo hacerlo de una en una) incluso aunque quepan, pues ocasionaría cambios importantes en la temperatura del aceite y, además, perderíamos el control sobre el tiempo que lleva cada una (y de dorarse a quemarse sólo hay unos segundos de diferencia).
- Una vez fritas, las vamos colocando con ayuda de la espátula sobre un par de pliegos de papel de cocina colocados sobre una rejilla para que se absorba el aceite sobrante y dejamos enfriar por completo antes de rellenar.
- Mientras se enfrían nuestras berlinas, en un cuenco amplio (puede ser el de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de pala) colocamos el queso cremoso y la Nutella® y batimos enérgicamente hasta obtener una crema de textura homogénea y suave.
- Seguidamente, colocamos la crema en una manga pastelera, equipada con una boquilla para rellenar, o en un biberón de repostería.
- Una vez frías las berlinas, introducimos suavemente la boquilla de la manga pastelera o biberón por un lateral y rellenamos hasta notar que aumenta de peso ligeramente.
Finalmente, espolvoreamos con un poco de azúcar glass y disfrutamos de un bocado como pocos...
Se recomienda consumir preferentemente en el día. Se pueden mantener a temperatura ambiente durante un par de días en un recipiente bien cerrado para evitar que se sequen.
- **Si vamos a amasar a mano, debido a la gran elasticidad de este tipo de masas, nada como el amasado francés Bertinet para hacernos con ella sin demasiada dificultad.
- A la hora de rellenar nuestras berlinas, es posible que no estemos seguros de cuándo parar, pues las rellenaremos a ciegas. Yo me suelo guiar por el peso, pues según rellenamos, lógicamente va aumentando. En cualquier caso, siempre es mejor no pasarnos y parar antes de tiempo antes que reventarlas, ya que podremos rellenar de nuevo más adelante si sobrara relleno (es normal que sobre un poco). Otra prueba infalible es rellenar una y comértela, así verás si te has quedado corto o no. La siguiente saldrá mejor (esta prueba sólo se aplica a la primera, eh? 😉 )