Uno de los últimos y más reveladores descubrimientos en cuanto a recetas se refiere, fue darme cuenta de que el placer de saborear un buen gofre no tenía por qué acabar después de probar la clásica y venerada versión por todos conocida: los tradicionales gofres belgas. Existe, sin embargo, todo un mundo ilimitado de posibilidades a la hora de diseñar tu gofre favorito. Para poder dar fe de esta nueva dimensión gofrera, he empezado preparando estos Lemon Ricotta Waffles (o gofres de ricotta y limón), que si bien han superado con creces todo mi inicial escepticismo, aún no puedo asegurar que vayan a ser mis favoritos hasta que no haya probado unas veinte o treinta versiones más…
¿Y qué es realmente lo que diferencia a unos de otros? Para empezar, su lugar de nacimiento. Esta sencilla y tremendamente versátil versión es la más extendida en territorio estadounidense, donde, además de incorporar toda una gama interminable de combinaciones posibles entre distintos ingredientes (tanto dulces como salados), se opta por la levadura química (o polvos de hornear tipo Royal) en lugar de la levadura de panadero. Esta variación, además de ampliar tus horizontes gofreros, convierte el placer de saborear un buen gofre casero en algo verdaderamente viable en casos de tiempo o ánimos reposteriles reducidos, pues nos evitamos los levados de la masa y sus consiguientes esperas sin renunciar a un ápice de placer.
Otra curiosidad con respecto a esta otra alternativa es la considerable reducción en cuanto a la cantidad de azúcar utilizada. Aun así, el resultado final es francamente exquisito, sorprendentemente muy similar a la de las icónicas tortitas o pancakes americanos, solo que en lugar de utilizar una plancha o sartén, necesitaremos una gofrera, consiguiendo así ese típico diseño inconfundible que él solo se sobra y se basta para hacernos la boca agua con su mera presencia.
Así que ahí está la clave, mezcla tus ingredientes como si fueras a hacer pancakes y conviértelos en unos formidables gofres tan solo sustituyendo la plancha (o sartén) por la gofrera. ¿Es o no un descubrimiento revelador? Como podréis imaginar, después de la experiencia de estos gofres de ricotta y limón, no puedo dejar de maquinar nuevas posibilidades, arándanos y buttermilk, calabaza y chocolate, plátano, avena y frambuesas, manzana y canela, integrales… ¡No sé ni por dónde seguir!


Os puedo asegurar de desde aquí llego a oír cómo vuestras cabecitas están siguiendo el mismo razonamiento que la mía. Así que, si aún no os habíais decidido a haceros con otro cachivache más que añadir a vuestra ya descontrolada colección, que además necesitará un hueco en algún espacio inexistente en vuestra cocina, pensad que las casas vienen con más habitaciones y que lo podéis guardar donde sea; el verdadero e indispensable propósito ahora es poder preparar todos los gofres que te apetezcan como y cuando te apetezcan. A mí me parece suficiente argumento.
De acuerdo. Si después del párrafo anterior has decidido que no volverás a visitar el blog jamás, pues ahora mismo te encuentras con que sientes que tienes una necesidad creada con la que no contabas al empezar a leer el post, de verdad que lo entiendo. Y sentiré no volver a verte, pero todo es más llevadero con un par de estas preciosidades contemplándome desde el plato 😉 Así que, ¡hasta muy pronto!
- 130 g (1 cup) de harina de trigo floja
- 1 ½ cucharaditas de levadura química (tipo Royal)
- ½ cucharadita de bicarbonato sódico
- ¼ cucharadita de sal
- 1 cucharada de semillas de amapola
- 35 g (3 cucharadas) de azúcar blanco
- Ralladura de 1 limón mediano
- 75 g ( ⅓ cup ) de ricotta
- 120 ml (½ cup) de leche
- 1 huevo (L)
- 55 g (¼ cup) de mantequilla sin sal
- 30 ml (2 cucharadas) de zumo de limón recién exprimido
- 1 cucharadita de extracto puro de vainilla
- Empezamos derritiendo la mantequilla y dejamos que se temple a temperatura ambiente.
- Mientras tanto, en un cuenco pequeño mezclamos la ralladura de limón con el azúcar, friccionando bien con la yema de los dedos para que se liberen los aceites contenidos en la piel de la fruta hasta combinar por completo. Reservamos.
- En un cuenco grande, añadimos la harina, la levadura química, el bicarbonato sódico la sal y las semillas de amapola y mezclamos bien con unas varillas hasta combinar por completo. Reservamos.
- En otro cuenco grande aparte, también con las varillas, mezclamos enérgicamente el huevo, el queso ricotta, la leche, el extracto de vainilla, el zumo de limón y la mantequilla ya templada hasta conseguir una textura cremosa y uniforme.
- Seguidamente, añadimos el azúcar aromatizado al cuenco con los ingredientes secos (punto 3) y combinamos hasta combinar por completo.
- A continuación, agregamos los ingredientes húmedos (punto 4) a la mezcla anterior de ingredientes secos y mezclamos suavemente con ayuda de una espátula de silicona o una cuchara de madera lo justo hasta que quede todo más o menos integrado, pero sin llegar a mezclar en exceso. De hecho, si quedara algún pequeño grumo sin disolver, no deberíamos caer en la tentación de seguir y seguir hasta conseguir una masa suave y lisa.
- Engrasamos nuestra gofrera con una pizca de mantequilla y la ayuda de un pincel de cocina y la precalentamos según las indicaciones del fabricante.
- Una vez caliente, dejamos caer unos 60 ml (¼ cup) de masa en cada receptáculo, cerramos y dejamos que se doren ligeramente por ambas caras hasta acabar con la masa. Entre tanda y tanda, lo más conveniente de conservar el cuenco con la masa sobrante en el frigorífico, pues así ralentizamos la acción del bicarbonato al entrar en contacto con los ácidos del limón mientras no la estamos utilizando. También engrasaremos el interior de la gofrera después de cada uso.
- Conforme vayamos retirando los gofres ya hechos de la gofrera, los iremos depositando sobre rejilla hasta terminar. Recién hechos y en caliente, los gofres pueden resultar algo frágiles, así que los sacaremos de la gofrera con sumo cuidado con la ayuda de una espátula plana.
- Podemos servir estos gofres de ricotta y limón aún calientes solos o combinados con nuestros acompañamientos preferidos; a mí me encanta añadir una buena dosis de sirope de arce o de Golden Syrup, pero también combinan a la perfección con nata montada, helado, mermelada, miel, fruta fresca, etc.
En el hipotético e improbable caso de que sobraran algunos gofres, los conservaremos a temperatura ambiente bien cubiertos y resguardados del aire 2-3 días. Para recalentarlos, podemos simplemente colocarlos sobre la plancha precalentada o la tostadora.
- Días del gofre: 25 de marzo (Suecia) y 24 de agosto (EEUU)