Si alguna vez ha surgido la memorable ocasión y has preparado y/o te has zampado unos célebres y y no menos venerados cinnamon rolls, entonces comprenderás...
Si hace unos años me hubieran dicho que iba a poder disfrutar de un gofre cuando lo quisiera y como lo quisiera, sin tener que esperar a una ocasión especial o a descubrir alguna fórmula ancestral, guardada bajo siete llaves en el corazón de la montaña más recóndita y custodiada bajo la mortífera mirada de la criatura más aterradora que se haya conocido jamás...
Uno de los últimos y más reveladores descubrimientos en cuanto a recetas se refiere, fue darme cuenta de que el placer de saborear un buen gofre no tenía por qué acabar después de probar la clásica y venerada versión por todos conocida: los tradicionales gofres belgas.
Como suele ser habitual, en breve el blog se tomará un respiro veraniego —aunque aún queda alguna receta que otra en la recámara antes de que eso llegue a suceder.