Como suele ser habitual, en breve el blog se tomará un respiro veraniego —aunque aún queda alguna receta que otra en la recámara antes de que eso llegue a suceder. Ya sabéis que no puedo pasar demasiado tiempo sin urdir nuevas maldades, así que, ante la previsión de que se me colapsaran los sistemas con toda esa cantidad de maléficos planes acumulados, he pensado que estaría bien ir recogiendo el chiringuito dejándoos en prenda una receta doble: unos auténticos gofres belgas con helado de Golden Syrup. ¿Qué? ¿Cómo os habéis quedado? No, no cerréis la boca todavía…
Hace algunos años, en 2007 para ser exactos, la característica lata metálica del Lyle’s Golden Syrup que conocemos hoy en día fue recogida en el Libro Guinness de los récords como el envase más antiguo que se conserva inalterado desde su origen. Pero todo empezó mucho, mucho antes…
En 1881, el ya por entonces popular empresario Abram Lyle construyó una refinería de azúcar junto al río Támesis al este de la ciudad de Londres. Parte de su producción se dedicó a la manufactura de un tipo de azúcar parcialmente invertido, una especie de sirope suave y de color dorado intenso. En un principio, se le dio a conocer con el nombre de ‘Goldie’ («doradito») y se vendía en barriles de madera. No hizo falta que transcurriera mucho tiempo más hasta que su demanda por parte de los distintos comercios a los que proveía se empezara a disparar. Fue entonces cuando nació la icónica lata metálica de color verde y dorado que ha sobrevivido hasta nuestros días.
El señor Lyle era un hombre profundamente religioso, razón por la cual dos años después de su creación, apareció en el envase de su Golden Syrup el distintivo logo que representa la mítica escena bíblica del león y las abejas de Sansón, símbolo inequívoco e imagen registrada de la marca. La mencionada lata resultó ser el envase idóneo para la conservación de su apreciado contenido, también inalterado desde sus orígenes. En 1910, el Capitán Scott incluyó entre las provisiones para su fatídica expedición a la Antártida un buen cargamento de Golden Syrup. En 1956, cuando un grupo de exploradores descubrieron su campamento y todo lo que quedaba de él, las características latas seguían en perfectas condiciones, así como su contenido, junto con una carta de agradecimiento escrita por el mismo Scott para Lyle, en la que aún se podía leer, entre otras líneas: ‘Your Golden Syrup has been in daily use in this hut throughout the winter, and has been much appreciated by all members of the expedition.’ («Su sirope dorado, por el cual estamos todos enormemente agradecidos, nos ha acompañado a diario en este refugio nuestro durante todo el invierno».)
Sin embargo, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, se tuvo que modificar temporalmente el icónico recipiente metálico por otro de cartón (con su consiguiente advertencia sobre su conservación y caducidad), puesto que todo el metal disponible era enviado y utilizado en el frente. En ocasiones incluso, se han llegado a comercializar ediciones limitadas con diseños conmemorativos de distintos acontecimientos destacados, como por ejemplo en su 125 aniversario (en el que la lata era enteramente dorada), con motivo del 60 aniversario de la coronación de la reina Isabel II, por Navidad o los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 (como el de las fotografías superiores), entre otros. A pesar de haber mantenido la producción de su histórico envase, en la actualidad la empresa ha comenzado a comercializar también otros más prácticos, como los tarros de plástico con dispensador antigoteo.
En 1921, la rivalidad histórica existente entre la compañía de Lyle, ya conocida como Abram Lyle & Sons, y la refinería de Henry Tate (fundador de la Tate Gallery) creada en 1859, llegó a su fin con el nacimiento de la asociación de ambas tras la muerte de éste último, en lo que hoy conocemos como Tate & Lyle Sugars Ltd, la mayor refinería de azúcar de Europa y la única del Reino Unido. Un año más tarde, Lyle’s Golden Syrup se había convertido en un producto tan popular en los hogares británicos que hasta el rey George V llegó a ser uno de los mayores partidarios de este aclamado elixir. Fue entonces cuando Lyle incluyó el distintivo de la Orden Real en los envases para remarcar su condición de proveedor de la Casa Real. Y ahí continúa hasta nuestros días, eso sí, actualizado: ‘By Appointment to Her Majesty the Queen’ («Proveedor oficial de Su Majestad la Reina»).
A día de hoy, más de un millón de envases salen cada mes de aquella refinería junto al Támesis, abasteciendo las despensas de un sinfín de hogares repartidos por todo el planeta, desde EEUU hasta Australia, pasando por China, Yemen, Sudáfrica…
En España aún no es un producto muy habitual y su venta en supermercados o comercios dedicados a la alimentación es todavía relativamente escasa —si acaso lo encontramos en la sección gourmet de algunas grandes superficies o en tiendas especializadas de repostería, tanto online como físicas. Aun así, ante un antojo persistente (como ha sido el caso esta vez, otra vez), en menos que canta un gallo es sencillísimo hacerse con una de estas preciosas latas (y su deseado contenido)…
Menuda perorata os ha caído, ¿eh? Bueno, todo tiene un precio y lo que viene a continuación, bien lo vale 😉 Pero no me extenderé mucho más antes de dejaros con estas dos recetas-joya. ¿Qué puedo decir sobre los gofres que no sepáis ya? No ha sido fácil dar con la fórmula idónea para degustar ese anhelado sabor de los auténticos gofres belgas que prácticamente todos conocemos, pero finalmente, el tesón y el siempre efectivo método de práctica-error han dado sus frutos y todo esfuerzo ha merecido sobradamente la pena. A estas alturas, imagino que todos tenemos un acompañamiento preferido, pero dejadme que insista en que los gofres belgas con helado de Golden Syrup son una experiencia difícil de olvidar. Un vistazo a las imágenes y poco más queda por añadir; ¿no creéis que hablan por sí solas? Ahora sólo queda que las pongáis en práctica y juzguéis por vosotros mismos…
- 200 ml (¾ cup + 1 cucharada + 1 cucharadita) de leche entera, templada
- 15 g (½ oz) de levadura fresca de panadería
- 375 g (2 y ⅞ cups) de harina de fuerza
- 2 huevos (M), ligeramente batidos
- 1 cucharada (15 g) colmada de azúcar vainillado
- ½ cucharadita de sal
- 125 g (½ cup + 1 cucharada) mantequilla sin sal (más mantequilla extra para engrasar)
- 150 g (¾ cup) de azúcar perlado
- 600 ml (2 ½ cups) de nata líquida para montar (mín 35% MG)
- 120 ml (½ cup) de leche entera
- 1 vaina de vainilla
- 55 g (¼ cup) de azúcar Demerara
- 4 yemas de huevo (M)
- 90 ml (¼ cup + 2 cucharadas) de Golden syrup (más sirope extra para decorar)
- Disolvemos la levadura en la leche templada y reservamos.
- En un cuenco grande (puede ser el de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de gancho), mezclamos la harina, el azúcar vainillado y la sal hasta combinar bien.
- A continuación, hacemos un hueco en el centro, añadimos los huevos y vertemos la mezcla de leche y levadura.
- Mezclamos suavemente durante unos 5-6 minutos hasta que quede todo perfectamente integrado en una masa homogénea, suave y bastante pegajosa.
- Cubrimos bien con film transparente y dejamos reposar en un lugar cálido y alejado de las corrientes de aire durante unos 30 minutos o hasta que doble su volumen.
- Pasado este tiempo, desgasificamos la masa presionándola unas cuantas veces, añadimos la mantequilla, cortada en pequeños dados, y volvemos a mezclar lo justo hasta que quede todo perfectamente incorporado. Al principio, puede parecer que la masa se ha echado a perder, pero poco a poco volverá a adquirir una consistencia más homogénea y suave.
- Finalmente, agregamos el azúcar perlado y mezclamos un poco más hasta que las perlas de azúcar queden bien repartidas por toda la masa.
- Volvemos a cubrir con film transparente y dejamos reposar otros 30 minutos en las mismas condiciones que anteriormente.
- Con ayuda de un pincel de repostería, engrasamos la gofrera con un poco de mantequilla, aceite vegetal (o incluso spray antiadherente) y la calentamos siguiendo las instrucciones del fabricante.
- Una vez bien caliente, colocamos un poco de masa (una cucharada colmada suele ser suficiente) en el centro de cada placa (cuidado con que no rebose), cerramos la gofrera y esperamos unos 5-6 minutos (dependiendo de cada aparato y de cómo nos gusten los gofres).
- Una vez hechos, retiramos con una espátula y dejamos templar sobre una rejilla a temperatura ambiente (Si se acompañan con algo distinto al helado, comerlos calentitos es sencillamente un placer inolvidable. Bueno, en realidad, templaditos acompañados con helado el contraste el brutal).
- Empezamos preparando un cuenco grande con hielo y agua (hasta la mitad, más o menos) para enfriar más rápidamente nuestra crema de helado una vez hecha y antes de introducirla en el congelador (o en la heladera, en caso de contar con una).
- Colocamos la nata, la leche, el azúcar Demerara y la vaina de vainilla (previamente abierta por la mitad) en un cazo amplio a fuego medio y removemos con unas varillas hasta que se disuelva el azúcar.
- Una vez disuelto, subimos el fuego al máximo, llevamos a ebullición y retiramos del fuego. Reservamos.
- En un cuenco grande aparte batimos las yemas de huevo junto con el Golden Syrup hasta conseguir una mezcla homogénea.
- A continuación, y sin dejar de remover, añadimos un par de cucharadas de la mezcla aún caliente de nata y leche azucarada. Seguidamente, vamos incorporando el resto del líquido (vaina de vainilla incluida) de forma gradual en un hilillo constante, removiendo en todo momento a lo largo del proceso hasta terminar por combinar ambas mezclas. (Si dejáramos de remover, las yemas de huevo se cuajarían al entrar en contacto con la mezcla caliente.)
- Volvemos a colocar la nueva mezcla en el cazo a fuego bajo y seguimos removiendo hasta que espese, lo que llevará unos 8-10 minutos (Sabremos que está lista cuando cubra el reverso de una cuchara y al pasar el dedo la marca no desaparezca.)
- Pasamos la mezcla por un colador (desechamos ya la vaina de vainilla) sobre un recipiente de cierre hermético (no tapar aún) e inmediatamente posamos el recipiente con la crema de helado sobre el baño de hielo preparado con anterioridad. Removemos de nuevo frecuentemente para que el frío se reparta por igual. Es MUY IMPORTANTE que el agua no entre en contacto con la crema o estropearía nuestro helado.
- Una vez frío, cubrimos con film transparente directamente sobre la mezcla para evitar que se forme una película en la superficie, tapamos y refrigeramos durante toda la noche. ATENCIÓN: En caso de no usar heladora, procuraremos que el recipiente tenga bastante capacidad, pues al batir la crema más adelante, esta irá aumentando de volumen.
- Al día siguiente, retiramos del frigorífico y procedemos a mantecar el helado:
- Si disponemos de heladora, seguiremos las instrucciones del aparato.
- Si no, introduciremos el recipiente bien cerrado con la crema de helado en el congelador y, durante las 2 o 3 primeras horas (dependerá de la capacidad de congelación de cada congelador), lo iremos retirando cada 30 minutos para batirla con unas varillas eléctricas o enérgicamente con un tenedor. La idea es evitar la indeseable formación de cristales de hielo. - Cubrimos con papel vegetal de hornear o film transparente, cerramos bien y dejamos nuestro helado en el congelador durante al menos 12 horas más.
Mantendremos el helado en el congelador a -18ºC/-20ºC. Retiraremos del congelador unos 10 minutos antes de servir.
- Los gofres se pueden congelar una vez hechos (y enfriados) individualmente en bolsas con cierre hermético tipo zip. A la hora de consumirlos, basta con dejar que se descongelen a temperatura ambiente; unos segundos en la tostadora o en el microondas a potencia media y estarán como recién hechos.
- Ante la ausencia de Golden Syrup, puedes probar a utilizar miel en su lugar. Según el tipo de miel elegido, nuestro helado tendrá unos matices de sabor u otros; en cualquier caso, quedará igualmente delicioso.
- Obviamente, en lugar de o además del helado que os propongo, los gofres combinan a la perfección con un sinfín de acompañamientos, como son el sirope de chocolate, la nata montada, el sirope de arce, la miel, la crema de cacao, cualquier mermelada... O incluso una combinación de varias (la próxima vez que pruebe gofres belgas con helado de Golden Syrup, probaré a añadir un poco de sirope de chocolate antes del helado).
- Día internacional del gofre: 25 de marzo.
Fuentes: Lyle’s Golden Syrup, The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, Gaufres Belges, et al.