Sí, ya sé que estos últimos días estamos invadidos por un incesante aluvión de imágenes y alusiones a San Valentín por todas partes, especialmente aquí, en la red. Lo cierto es que nunca le he prestado demasiada atención a este tema, de hecho, no estoy segura de haber comprado un regalo o haber escrito una tarjeta por San Valentín jamás. Sin embargo, en esta ocasión, me he descubierto a mí misma dándole vueltas al tema más de una vez mientras hacía estas irresistibles trufas de chocolate. En fin…
Porque a ver, ¿quién se acuerda, a estas alturas del cuento, de las pasadas Navidades? Exactamente. Y es que la idea es celebrar, sea cual sea la ocasión y las últimas fiestas parecen ser algo del pasado lejano, remoto, prácticamente ya olvidadas. Así pues, era hora de empezar a preparar una nueva excusa para organizar un nuevo día especial a marcar en el calendario.
Casi con toda probabilidad, muchos estaréis (o más bien, estaremos) pensando que todo este tinglado de San Valentín no es más que una martingala ideada por los comercios y grandes superficies para que sigamos consumiendo sin pararnos a pensar en el motivo. Puede ser. Pero incluso así, tanto si lo celebras como si no, ¿vas a quedarte ahí parado, mirando impasible estas pequeñas preciosuras, sin ni siquiera considerar la idea de intentarlo? Pues bien, si nunca las has hecho con anterioridad, puede que te guste saber que pocas cosas tan irresistibles pueden resultar tan sencillas de hacer como estas trufas de chocolate. Ésta ha sido mi primera vez también, y os puedo asegurar que, de ahora en adelante, en casa no entran más trufas de chocolate compradas. De haberlo sabido antes…
La receta base es, una vez más, una rica ganache de chocolate negro. Es posible que si es tu primera experiencia con este término te parezca algo súper sofisticado, casi incluso intimidatorio. Pero por muy francés que sea su origen, no hay nada que temer; si sigues estas sencillas pautas, te aseguro que triunfarás de todas todas. En esta ocasión, la proporción de chocolate con respecto a la de nata es bastante mayor que en otras aplicaciones de esta crema, pues las trufas necesitan una mayor consistencia para poder conservar su forma durante y tras el modelado. Y eso es todo: chocolate y nata fundamentalmente (y una importante dosis de amor, por supuesto 😉 ). ¿Decidido? Pues en un ratito de nada las tienes.
Así que, ¡que viva el amor! (y el chocolate…).
- 300 g (10 ½ oz) de chocolate negro de buena calidad (mín. 50% cacao), troceado en pequeños trozos (yo he usado Chocolate Puro Valor)
- 30 g (2 cucharadas) de mantequilla sin sal
- 180 ml (¾ cup) de nata líquida (mín. 35% MG)
- 25 g (2 cucharadas) de azúcar vainillado*
- 30 ml (2 cucharadas) de café expreso y/o licor, tipo: rom, brandy, Grand Marnier, Baileys o cualquier otro que nos guste (opcional)
- 25 g (¼ cup) de cacao puro en polvo, para recubrir (yo he usado Cacao puro en polvo desgrasado de Valor)
- Colocamos el chocolate troceado junto con la mantequilla, también cortada en pequeños dados, en un cuenco mediano resistente al calor. Reservamos.
- En un cazo mediano a fuego medio, combinamos la nata y el azúcar y removemos continuamente con unas varillas hasta que este último se disuelva por completo.
- Llevamos a ebullición e inmediatamente vertemos sobre el chocolate y la mantequilla y dejamos reposar durante un par de minutos sin remover.
- Pasado este tiempo, y con ayuda de una espátula de silicona o unas varillas, empezamos a combinar la mezcla de chocolate y nata hasta que adquiera una textura suave y brillante. Si vamos a añadir café o algún licor, ahora es el momento. Mezclaremos siempre empleando movimientos envolventes con suavidad, de forma que no se incorpore demasiado aire a la mezcla; de lo contrario, podrían quedar atrapadas en el interior al solidificarse y no queremos una ganache esponjosa.
- Dejamos enfriar sobre una rejilla a temperatura ambiente durante unas 2-3 horas. También podemos acelerar este proceso si refrigeramos la mezcla, bien cubierta con film transparente, durante unos 15-20 minutos una vez templada. Nuestra ganache no ha de quedar ni demasiado dura ni demasiado blanda; lo justo para poder modelarla y que conserve su forma con facilidad.
- Con ayuda de una cuchara (yo suelo utilizar mi tablespoon de medir, porque es redonda y tiene el tamaño perfecto), vamos cogiendo cucharadas de ganache y, con las manos bien secas (incluso, espolvoreadas con un poco de azúcar glass), les vamos dando forma de bola, lo más redonda posible, hasta que ya no nos quede más ganache.
- Una vez formadas nuestras trufas, las colocamos en una fuente amplia, las cubrimos con film transparente y refrigeramos durante al menos 2 horas.
- Una vez listas nuestras trufas, tamizamos el cacao en un cuenco amplio o plato hondo.
- Retiramos las trufas del frigorífico y empezamos a pasarlas por el cacao, haciéndolas rodar con suavidad, de forma que toda la superficie exterior quede perfectamente recubierta. Yo prefiero hacerlo de una en una para poder controlar mejor el proceso, pero también podemos introducirlas todas a la vez y remover con mucha suavidad, asegurándonos de que todas han quedado recubiertas de cacao.
- Finalmente, una vez recubiertas todas las trufas, sacudimos con suavidad el exceso de cacao con ayuda de un pincel de repostería. Y ya están listas nuestra trufas de chocolate para terminar de rematar una velada perfecta.
En el improbable caso de que sobren, se han de conservar en un recipiente hermético durante 2-3 días (hasta 4 si se mantienen refrigeradas).
- Si al trocear el chocolate, hubiera quedado algún pedazo más grade, es posible que no se acabe de fundir al entrar en contacto con la nata caliente. Introduce el recipiente en el microondas a potencia media durante unos segundos (no más de 10) y prueba de nuevo. También podemos colocar el cuenco al baño María (sin que éste toque el agua hirviendo) mientras removemos con las varillas hasta que no queden restos sólidos de chocolate.
- En lugar de cacao, también podemos recubrir nuestras trufas de chocolate con fideos de chocolate, coco rallado, frutos secos picados, sprinkles de colores, etc.