A veces no es necesario conformarse. No. Otras sí. La buena noticia es que ésta no es una de esas últimas… En esta ocasión, nos quedamos con todo el lote. No es de extrañar que a menudo nos veamos en la tesitura de tener que elegir entre dos de nuestras más inconfesables debilidades, y claro, nos invade la duda, o incluso el arrepentimiento, ante la posibilidad de no tomar la decisión más acertada. Pero de vez en cuando resulta que, para deleite del indeciso, la combinación de ambas es posible, es más, doblemente gratificante (o hasta triplemente, si tenemos en cuenta que ni tan siquiera hemos de lidiar con el dilema). Pues bien, tal es el caso de estos cheesecake swirl brownies. Buen comienzo, ¿no os parece?
Y para satisfacción de muchos, además, pese a tratarse de una receta en dos fases (o una receta doble), no puede ser más sencilla y rápida de preparar. Para empezar, el tiempo de horneado es mucho menor que el que requiere la preparación de un cheesecake convencional, así como el riesgo de aparición de las temidas y dichosas grietas que con tanta facilidad pueden llegar a causar un exceso de manipulación de la mezcla o del tiempo de cocción entre otras causas. Del brownie poco o nada me queda por añadir que no se haya dicho ya, sólo que la combinación de ambos es, en dos palabras, pura magia.
Francamente, es prácticamente imposible que algo falle con esta receta. ¡Si hasta casi nos podemos olvidar del aspecto final! Porque es realmente en la irregularidad, en la asimetría y en el caos (eso sí, con cierta moderación, ¿eh?) donde reside la clave de su éxito. Así que dime, ¿cuánto vas a tardar en probarla?


- 115 g (½ cup) de mantequilla sin sal
- 130 g (4 ½ oz) de chocolate negro (mín. 50% cacao), troceado (yo he usado éste de Valor)
- 150 g (¾ cup) de azúcar blanco
- 2 huevos (L), ligeramente batidos
- ½ cucharadita de extracto puro de vainilla
- 85 g (2/3 cup) de harina de trigo floja
- 12 g (2 cucharadas) de cacao puro en polvo (yo he usado éste de Valor)
- ¼ cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- ½ cucharadita de sal
- 50 g (¼ cup) de azúcar superfino (caster sugar)
- 1 cucharada (8 g) de harina de trigo floja
- 225 g (8 oz) de queso cremoso (tipo Philadelphia)
- ¼ cucharadita de extracto puro de vainilla
- 1 yema de huevo (M)
- 15 ml (1 cucharada) de nata líquida para montar (mín. 35% MG)
- Precalentamos el horno (eléctrico) a 180ºC (356ºF) y colocamos la rejilla del horno a media altura.
- Engrasamos un molde rectangular apto para el horno de unos 18 x 28 cm aprox. (7" x 11"), cubrimos el fondo con papel de hornear, engrasamos de nuevo sobre el papel y reservamos.
- En un cuenco grande, resistente al calor, derretimos juntos la mantequilla y el chocolate, previamente troceado (si usamos el microondas, lo haremos a potencia media e iremos comprobando y removiendo con una espátula de silicona cada 20-30 segundos para evitar que el chocolate se queme; si eso llegara a pasar, olería indiscutiblemente a quemado). Los últimos trozos de chocolate los podemos fundir gracias al calor residual mientras seguimos mezclando con la espátula ya fuera de la fuente de calor (así se enfriará más rápidamente).
- Si vamos a trabajar con amasadora eléctrica (equipada con el accesorio de pala), vertemos la mezcla anterior en su cuenco y añadimos el azúcar (si no, podemos seguir trabajando en el mismo recipiente a mano con la espátula). Mezclamos a velocidad media hasta combinar por completo y reservamos mientras se templa a temperatura ambiente.
- Mientras tanto, en un cuenco mediano, tamizamos la harina, el cacao en polvo, la levadura química y la sal y mezclamos suavemente con unas varillas hasta que quede todo bien combinado.
- Una vez tengamos a temperatura ambiente la mezcla de chocolate, mantequilla y azúcar, añadimos los huevos, de uno en uno, y batimos bien después de cada adición.
- A continuación, agregamos el extracto de vainilla y seguimos mezclando hasta que quede perfectamente combinado.
- Incorporamos la mezcla de ingredientes secos (punto 5) a la mezcla anterior de ingredientes húmedos en dos tandas y mezclamos suavemente lo justo hasta que apenas queden restos visibles de harina.
- Vertemos ¾ partes de la mezcla en el molde y movemos suavemente adelante y atrás, a un lado y a otro, para que quede una superficie más lisa y llegue a cada rincón. Reservamos la mezcla restante.
- En un cuenco mediano, mezclamos la harina y el azúcar con la ayuda de unas varillas hasta que quede todo bien combinado. Reservamos.
- Colocamos el queso crema en el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de pala, (o en un cuenco grande más una espátula) y batimos con suavidad hasta obtener una textura uniforme y sin grumos durante unos 2-3 minutos. Con ayuda de una espátula de silicona, despegamos los restos de masa que se vayan quedando tanto en la pala como en los laterales y fondo del cuenco, operación que repetiremos siempre que sea necesario tras la adición de nuevos ingredientes.
- A continuación, incorporamos gradualmente los ingredientes secos que teníamos reservados (punto 1) y seguimos batiendo durante otros 2-3 minutos hasta conseguir una mezcla suave y homogénea.
- Agregamos ahora el extracto de vainilla y mezclamos hasta incorporar por completo.
- Seguidamente, incorporamos la yema de huevo, ligeramente batida junto con la nata líquida, y mezclamos con suavidad lo justo hasta que todo quede bien combinado. Despegamos los restos de masa de laterales y fondo del cuenco y batimos un par de veces más, sólo lo justo hasta obtener una mezcla homogénea y suave. (Si fuera necesario, terminaremos dando los últimos movimientos ya a mano con la ayuda de una espátula de silicona.)
- A continuación, vertemos la mezcla anterior sobre la base de brownie que teníamos preparada, procurando que no se mezclen en exceso, y alisamos la superficie con una pequeña espátula angulada o el reverso de una cuchara.
- Terminamos por añadir el ¼ de la masa de brownie que habíamos reservado sobre la capa de cheesecake con ayuda de una cuchara, tratando de que queden las cucharadas repartidas de manera equitativa por toda la superficie.
- Finalmente, recorremos todo el interior de la masa dibujando una serie de ondas con la punta de un cuchillo, una brocheta o una espátula pequeña, pero sin excedernos para no acabar con una mezcla poco definida.
- Horneamos durante unos 30-35 minutos hasta que los bordes hayan crecido y el centro quede más o menos cuajado (sólo lo justo; si esperamos a que se cueza perfectamente, corremos el riesgo de acabar con una textura excesivamente seca).
- Retiramos del horno y, si la masa no se hubiera despegado de los bordes del molde por sí misma, pasamos un cuchillo fino y bien afilado alrededor para despegarla y dejamos enfriar por completo dentro del molde sobre rejilla antes de cortar las porciones y servir.
Se conserva refrigerado durante 3-4 días en un recipiente hermético bien cerrado. Retirar del frigorífico 20-30 minutos antes de consumir.
- No olvides utilizar un cuchillo bien afilado y de filo liso (preferiblemente, calentado bajo el grifo de agua caliente y bien secado después) para realizar cortes perfectos y evitar que se transfieran los colores de una masa a la otra.