Aunque en algunas latitudes las celebraciones navideñas ya hayan quedado atrás, en otras, sin embargo, seguimos preparando el próximo y último acto de estas fiestas: la noche de Reyes. A esta noche, además de la llegada de esos regalitos que todos esperamos con la mayor de las ilusiones, va asociado irrevocablemente el roscón de Reyes y a éste, a su vez, una buena taza de chocolate calentito. ¿Qué buen plan, no?
Es éste un postre de origen pagano que nació en tiempos del Imperio Romano. Fue más tarde, tras la cristianización, cuando comenzaron a elaborarse unas tortas redondas con higos, miel y dátiles, que llevaban un haba seca en su interior. Originariamente, la persona que daba con la legumbre era proclamada rey por un corto periodo de tiempo. En Francia, este privilegio recaía siempre en los niños más pobres del lugar.
La tradición llegó a España de la mano de Felipe V, quien la instauró como remate de las fiestas de Navidad. Actualmente se mantiene aún intacto en algunas zonas el antiguo rito y así, cada 5 de enero, se proclama un pequeño rey del haba siguiendo los ceremoniales de la Edad Media.
Hoy en día, además del haba, acostumbra a introducirse dentro del roscón de Reyes una pequeña figurita con forma de rey. Ahora, los privilegios le corresponden a quien encuentra este muñeco, mientras que el que da con el haba debe abonar el importe del dulce. Así se evidencia en este verso de origen catalán que acompaña, a modo de nota, a muchos de las roscones que se comercializan estos días:
He aquí el roscón de Reyes
tradición de un gran banquete,
en el cual hay dos sorpresas
para los que tengan suerte.
En él hay muy bien ocultas,
un haba y una figura;
el que lo vaya a cortar
hágalo sin travesura.
Quien en la boca se encuentre
una cosa un tanto dura,
a lo peor es el haba
o a lo mejor la figura.
Si es el haba lo encontrado
este postre pagarás,
mas si ello es la figura
coronado y rey serás.
Fuente: Centro de interpretación da faba
En casa hace ya un par de años o tres que hemos decidido que, como los caseros, no hay roscones que se precien. Así que, aunque hay que tomárselo con calma y planificación, hacemos religiosamente nuestro roscón de Reyes (o nuestros roscones, porque con uno acabamos quedándonos cortos 😉 ). Y veo difícil volver a las antiguas costumbres…
Creo que ésta es la receta casera del roscón de Reyes que más nos gusta, porque, aunque hay otras con las que quizás salga más esponjoso, también son algo más complicadas, pero con la de Su del blog webos fritos, como ella misma dice, «siempre sale bien, siempre sube, siempre queda tierno». Así que, un año más, gracias Su, por compartir este tesoro 🙂
Al poco de empezar, el haba salió y nadie la reclamó, apareció de repente a un ladito del plato como por arte de magia, como si hubiera llegado allí por su propio pie, jejeje… Aun así, no conozco caso en el que, a la hora de la verdad, se haya aplicado el protocolo a rajatabla. Pero si no se es un poco travieso en estas fechas, no tiene tanta gracia, ¿verdad?
Sin embargo, el hallazgo de la figura fue rápidamente atribuido y por un día su portador con orgullo rey fue investido (no sé por qué, pero se me pega el ritmillo trovadoresco 😉 ). Espero que os animéis y vuestra experiencia me contéis y que os despertéis a la mañana siguiente junto a un buen montón de bonitos presentes.
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- 70 g de leche entera
- 10 g de levadura fresca de panadería
- 1 cucharadita de azúcar blanco
- 130 g de harina de fuerza
- 120 g de azúcar glass
- Ralladura de medio limón (sólo la parte amarilla)
- Ralladura de media naranja (sólo la parte naranja)
- 60 g de leche entera
- 70 g de mantequilla sin sal
- 2 huevos (M)
- 20 g de levadura fresca de panadería
- 25 ml de agua de azahar
- 450 g de harina de fuerza
- ¼ cucharadita de sal
- Aceite vegetal para engrasar
- 1 huevo batido
- 50 g de azúcar blanco humedecido con unas gotas de agua (o azúcar perlado)
- Fruta confitada
- Almendras laminadas
- Figuritas varias (usa tu imaginación, pero nunca de plástico)
- En un cuenco mediano, templamos la leche (¡ojo, no debe llegar a calentarse!) y deshacemos la levadura. Disolvemos y dejamos reposar 1 minuto.
- A continuación, añadimos el azúcar y la harina, mezclamos con ayuda de una espátula de silicona o cuchara de madera y formamos una bola con las manos.
- Llenamos con agua templada un cuenco grande hasta la mitad de su capacidad y dejamos caer con cuidado nuestra bola de masa madre y reservamos. Cuando la bola flote (aproximadamente tras unos 10 minutos), ya estará lista para utilizar junto con la masa principal.
- En un cuenco mediano, mezclamos, con las yemas de los dedos, el azúcar glass con las ralladuras de naranja y de limón hasta combinar por completo. Reservamos.
- En el cuenco de nuestra amasadora, equipada con el accesorio de gancho (o en un cuenco grande), desmenuzamos la levadura en la leche tibia y mezclamos hasta disolver. Dejamos reposar 1 minuto.
- Sobre la mezcla de leche y levadura, tamizamos la harina y a continuación añadimos los huevos, el azúcar glass, la mantequilla, la sal, el agua de azahar y la masa madre. Mezclamos todos los ingredientes a velocidad media-alta hasta combinar por completo.
- Volcamos la mezcla sobre la superficie sobre la que vayamos a trabajar, previamente engrasada con un poco de aceite para evitar que se nos pegue, y comenzamos a amasar con las manos también engrasadas desde fuera hacia adentro, como plegándola y una otra vez.
- Cuando la masa se haya vuelto elástica, formamos una bola y la dejamos reposar dentro de un cuenco grande, previamente engrasado con aceite, cubierto con film transparente, también engrasado, en un lugar cálido hasta que doble su tamaño (5 horas como mínimo).
- Pasado este tiempo, volcamos nuestra masa sobre la superficie donde vayamos a trabajar, previamente engrasada, y la aplastamos con suavidad utilizando los nudillos, pero sin golpearla, para eliminar el exceso de gas. Si vamos a hacer dos roscones medianos, dividimos la masa en dos y a cada parte le volvemos a dar forma de bola. Dejamos reposar 5 minutos más.
- A continuación pasamos a dar a la masa la forma del roscón. Para ello, introducimos los dedos en el centro y vamos agrandando el agujero (si la masa tiende a encogerse, es posible que no esté lo suficientemente relajada; la dejaremos reposar otros 10 minutos más para poder manipularla más fácilmente). Una vez conseguida la forma deseada, colocamos nuestro roscón sobre la bandeja del horno, previamente cubierta con papel vegetal de hornear (si hacemos dos roscones, necesitaremos dos bandejas), colocando en el centro un aro de emplatar o un cortapastas redondo engrasados para que, al crecer la masa en el próximo levado, el agujero se mantenga intacto y no se cierre. (Si vamos a incluir sorpresitas dentro de nuestro roscón, lo haremos ahora con mucho cuidado introduciéndolas por la parte de abajo. Recuerda envolverlas antes en film transparente).
- Una vez más, dejamos reposar nuestro(s) roscón(es) en un lugar cálido y cubierto(s) con film transparente (aunque sin apretar, para que leve sin dificultad) hasta que vuelva(n) a doblar su volumen (unas 2 horas más).
- Pasadas 1 ¾ horas, precalentamos el horno (eléctrico) a 200ºC con calor arriba y abajo.
- Finalmente, pintamos muy suavemente con huevo batido la superficie de nuestro(s) roscón(es) ayudándonos de un pincel de repostería suave (atención: si pinchamos la masa, se puede deshinchar, así que todo el cuidado es poco) y adornamos con el azúcar humedecido, las frutas confitadas y las almendras laminadas (al gusto).
- Horneamos inicialmente 10 minutos a 200ºC y, sin abrir el horno, reducimos la temperatura a 180ºC y seguimos horneando unos 5-8 minutos más. Tiempo total de horneado: 15-18 minutos. (Si viéramos que se dorara demasiado, podemos colocar un poco de papel de aluminio por encima holgadamente).
- Sacamos del horno y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Como recién hecho sólo está el primer día, es decir, recién hecho, pero puede conservarse 2-3 días bien tapado. Irá secándose, eso sí, pero eso se soluciona rápidamente mojándolo en un buen café o chocolate calentito.
*10 minutos para la masa madre,
*5 horas mínimo para que leve la masa principal (o hasta que doble su volumen),
*2 horas mínimo de levado una vez formado el roscón (o hasta que doble su volumen),
*15-18 minutos de horneado.
- Si quieres comer roscón recién hecho por la mañana, puedes dejar la masa en reposo por la noche en un lugar frío (puede ser el frigorífico, pero siempre bien tapada); de esta forma leva más despacio. Cuando te levantes, la dejas a temperatura ambiente media hora (un par de horas si la has metido en la nevera) antes de darle forma, la dejas levar de nuevo (así, el segundo levado es más corto), pincelas con huevo, decoras y horneas.
- Puedes sustituir la levadura fresca de panadería (prensada) por levadura seca o liofilizada (ver tabla de sustitución de ingredientes), pero nunca por levadura química (tipo Royal).
- Si vas a introducir sorpresitas dentro de la masa de tu roscón, procura hacerlo con mucho cuidado y que no queden en contacto con la base de la bandeja, pues el film se puede derretir (como me ha pasado a mí esta vez).
- Si lo prefieres relleno (con crema pastelera, nata montada, trufa, etc.), una vez frío, lo cortas en horizontal con un cuchillo largo de sierra, lo rellenas con una crema de tu elección y colocas de nuevo la parte superior. ¡Y listo!
Receta adaptada del Roscón de Reyes de Webos Fritos