Soy consciente de que ha pasado algún tiempo desde la última vez que publiqué una de estas tartas tipo pie que tanto, tanto, tanto me gustan...
Llevaba ya ni recuerdo cuánto tiempo queriendo probar a preparar alguna receta con ruibarbo. Si os soy sincera, la idea iba y venía, pues jamás vi ni rastro de esta hortaliza —o fruta, según a quién le preguntes—, así que pasaba el tiempo y el ruibarbo quedaba relegado a un rincón en desuso de mi memoria.
Entiendo que lo de plantearse encender el horno con la que está cayendo pueda echar para atrás al más aguerrido de los devotos de este querido electrodoméstico, pero si hay una ocasión que lo merezca, es la perspectiva de poder disfrutar de un clafoutis de cerezas o tarta de cerezas como esta, típica de la región de Limousin (Francia).
La idea de hacer una de estas fantásticas galettes llevaba rondándome sin descanso desde hace ya algún tiempo; esa sencilla y aun así auténtica manera de darle forma a una tarta sin darle forma realmente y sin tanto ringorrango como las tartas de fruta convencionales.
¡No os olvidéis de respirar! Y sí, habéis oído bien. Y ahora, ¿qué tal si lo rematamos con una generosa ración de salsa de caramelo salado, recorriendo suavemente la escena?
Estoy segura casi al 100% de que nunca había probado una tarta de chocolate que no fuera el típico (y delicioso) pastel de chocolate.
Mucho y muy variado se ha hablado sobre este humilde plato de origen anglo-irlandés: el Cottage Pie (algo así como «pastel campestre» en español), uno de esos sabores tradicional e indiscutiblemente anglosajón.