Con la llegada del otoño parece que nos hemos propuesto dejar los manzanos tiritando de frío. Si os soy sincera, no sé la de tiempo que llevo queriendo hacer esta icónica tarta de manzana.
Vaya cambio de tercio con la receta de hoy, ¿verdad? Una de las razones por la cual esta inusual, pero no menos sugerente, tarta de remolacha está aquí hoy es que con esta receta participo en el Reto de Septiembre de Cocineros del Mundo en Google+ en el apartado de Salado.
La versión dulce de la masa quebrada (o masa sablée) es también originariamente francesa, como su nombre bien puede sugerir. Se trata de una masa que no necesita agentes leudantes, de textura delicada, tierna, mantecosa y altamente friable (se desmenuza con facilidad), lo que le da ese toque característico algo «arenoso» (que es, precisamente, lo que significa sablée).
Estrenamos solsticio. Ya está aquí el verano por estas latitudes. Empieza la temporada de helados, batidos fresquitos, frutas suculentas, platos fríos y otras lindezas que nos hagan de esta estación de termómetros al rojo una experiencia más llevadera.
Sabéis que no es del todo lo mío, pero aquí me tenéis de nuevo con un plato no dulce. Aun así, será necesario, igualmente, encender el horno y dejar que nuestra casa se llene de aromas increíblemente irresistibles.
¿No os parece que las tartas tipo pie así enrejadas, como es el caso de esta tarta de arándanos (blueberry pie), siempre han quedado muy fotogénicas en las películas y dibujos animados que hemos visto toda la vida?
El de hoy es un dulce del que, reconozco, nunca había oído hablar hasta hace bien poco: los requetebritánicos y archinavideños mince pies.