Si algo tiene la entrada que os traigo en esta ocasión, además de una combinación de ingredientes verdaderamente excepcional, es un largo recorrido. Han hecho falta alrededor de 2.640 millas (unos 4.248 km aprox.) —distancia que separa mi cocina habitual de la felizmente habitada esta vez, situada en los Cotswolds, Reino Unido (y su consiguiente y apesadumbrado regreso)—, para que estas increíbles Crêpes de Eton Mess estén aquí hoy (no dejéis de consultar la anterior receta de Eton Mess del blog para descubrir el peculiar origen y particularidades de este tradicional postre de origen inglés). Todo un reto para el blog, pues, aunque ya había publicado alguna que otra receta fruto también de algún que otro viaje, siempre lo había hecho a la vuelta, mientras las impresiones de lo vivido permanecían inalteradas y aún seguía intacta la inspiración. Pero esta vez no; estas crêpes fueron elaboradas in situ en su totalidad. Ya os cuento.
Sin embargo, antes de dejaros con la receta, ambientémonos un poco para ir abriendo boca; el contexto es primordial en según qué casos y éste, definitivamente, es uno de ellos. Como os avanzaba, acabamos de volver de un viaje de ensueño por el corazón de los Cotswolds, una región situada al suroeste del Reino Unido que se extiende desde Bath hasta Stratford-upon-Avon y que bien podría haber sido extraída de un cuento de hadas. Flanqueada por toda una sucesión de colinas (wolds) que dan cobijo a un buen número de pueblos y aldeas en pie desde la Edad Media y construidos principalmente con la característica piedra de los Cotswolds, agasaja al que se adentra en ella, además, con la visión de un sinfín de ríos y riachuelos, campos de lavanda, bosques y prados; una belleza natural sencillamente espectacular.







Teníamos muchas ganas de empaparnos bien de su atmósfera y disfrutar de la zona sin prisas, evitando aglomeraciones. Pese a que la mitad del tiempo el clima fue, por decirlo de alguna manera, bastante variable (algo que en realidad deseábamos más que nada), la mayor parte de nuestra estancia la dedicamos a recorrer algunos de los public footpaths (senderos de acceso público) que atraviesan la zona en todas las direcciones, incluso a través de propiedades particulares. Esta ha sido, con diferencia, nuestra actividad favorita durante todo el viaje.










Pero también ha habido tiempo para hacer algunas compras —que más que recuerdos, ya se han convertido en pequeños tesoros—, disfrutar de un buen cream tea en algunos de los salones de té más entrañables que haya visto jamás, o presenciar escenas hasta ahora casi inimaginables en nuestro día a día, como una exhibición de perros ovejeros a primera hora de la mañana del domingo (totalmente recomendable) o una tarde en las carreras (¡con apuestas y todo!).





¿Y quién necesita cobertura en un entorno como éste cuando tienes todos los medios de comunicación habidos a tu alcance?

Para finalizar, no podía faltar una breve visita a la icónica ciudad universitaria de Oxford. Creo que he vuelto más sabia después de recorrer sus calles y visitar sus innumerables colleges, bibliotecas y museos… ¡Esas piedras emanan conocimiento!


Bien, yo diría que ya estamos suficientemente ambientados como para saborear como se merece la receta de hoy, estas Eton Mess Crêpes elaboradas en plenos Cotswolds con productos 100% locales. Vamos, un festín para los sentidos de los que las disfrutamos (e imagino que también de los vecinos que las «intuyeron» 😉 ). He de decir que la preparación de estas crêpes ha sido todo un reto para mí y no precisamente por su complicación (que no tienen ninguna), sino por el hecho de enfrentarme a preparar una entrada con receta incluida fuera de mi cocina y sin mis utensilios ni cachivaches ni ingredientes habituales, ni la luz de mi ventana ni la mitad de lo que suelo utilizar en cada post. En definitiva, enteramente fuera de mi zona de confort.
Aun así, he de decir que el cottage en el que nos alojamos en Chipping Campden, además de ser una de las casas más bonitas y acogedoras donde he tenido la suerte de vivir fuera de casa, estaba no sólo exquisitamente decorado hasta el más mínimo detalle, sino que además se encontraba perfectamente equipado y la tarea resultó un auténtico placer. Por no hablar del magnífico día que nos regaló el archiconocido clima de estas tierras. ¡Dios, cómo echo de menos esa cocina!
Para empezar y no complicar las cosas más, tenía claro que fuera lo que fuera lo que preparara no requeriría el uso del horno. ¡Un horno totalmente desconocido! No era necesario añadir más incertidumbre a mi propósito —generalmente, cada entrada para el blog supone cierto grado de tensión ya de por sí—, aunque he de decir que sí que llegamos a usarlo en varias ocasiones durante nuestra estancia para nuestro deleite (¡mi peque llegó a hacer hasta pan!) y la próxima vez prometo no ser tan gallina.
Y para todos los que a estas alturas os estéis preguntando por los merengues (que lo sé, os han dejado tan boquiabiertos como a mí), efectivamente esta vez no los hice yo. Nada de horno ¿recordáis? Por lo general, prefiero preparar yo misma todos los componentes de cada receta que hago siempre que sea posible, masas quebradas, cremas y rellenos, merengues… Sin embargo, en vista de la calidad y la irresistible presentación de los productos de las bakeries del pueblo, ni me lo planteé. Allá vamos pues. Espero que hayáis paladeado un poquito de esta experiencia profundamente inolvidable y 100% recomendable.
- 260 g (2 cups) de harina de trigo floja
- 25 g (2 cucharadas) de azúcar superfino (caster sugar)
- ½ cucharadita de sal
- 500 ml (?1 pint o 2 cups) de leche entera
- 4 huevos (L)
- 55 g (¼ cup) de mantequilla sin sal, derretida y templada (+ mantequilla extra para engrasar)
- 500 g de fresas frescas
- 30 ml (2 cucharadas) de zumo de limón recién exprimido
- 50 g (¼ cup) de azúcar superfino (caster sugar)
- 300 ml (1 ¼ cup) de nata líquida para montar (mín. 35% MG), muy fría
- Merengues (yo he utilizado merengues de fresa esta vez)
- Hojas de menta (opcional)
- Derretimos la mantequilla y dejamos templar.
- Mientras tanto, en un cuenco mediano combinamos la harina, el azúcar y la sal con unas varillas. Abrimos un hueco en el centro y reservamos.
- En otro cuenco de dimensiones similares al anterior, mezclamos los huevos, la leche y la mantequilla derretida, ya templada a temperatura ambiente.
- Incorporamos la mezcla de ingredientes líquidos (punto 3) a los ingredientes secos (punto 2) y con ayuda de las varillas mezclamos sólo lo justo hasta que todo quede bien combinado en una masa bastante líquida. Cubrimos con film transparente y refrigeramos 1 hora.
- pasado este tiempo, colocamos una sartén antiadherente (o crepera) de unos 24 cm Ø a fuego medio y engrasamos con una pizca de mantequilla (también podemos usar spray antiadherente o aceite vegetal). Repetiremos este último paso antes de hacer cada unas de las crêpes.
- Seguidamente, dejamos caer una porción de masa (120 ml o ½ cup aprox. por crêpe o algo menos si las queremos más pequeñas) directamente sobre la superficie de la sartén caliente y dejamos que se dore durante unos 2-2,5 minutos por cada cara hasta acabar con toda la mezcla.
- Según las vayamos haciendo, las iremos reservando en una fuente o plato llano sin cubrir.
- Mientras las crêpes se templan un poco, lavamos las fresas, eliminamos el pedúnculo y las troceamos en cuartos (o más si son muy grandes).
- Seguidamente, las colocamos en un cuenco grande junto con el zumo de limón, el azúcar superfino y las hojas de menta (si las vamos a usar). Removemos suavemente con una cuchara de madera para que la fruta se impregne bien, cubrimos con film transparente y dejamos macerar durante unos 20-30 minutos.
- Pasado este tiempo, dividimos la fruta en 2 partes iguales. Escurrimos la fruta de la primera mitad (reservando el jugo junto con la otra mitad), la colocamos en un cuenco más pequeño, cubrimos con film transparente y refrigeramos.
- Posteriormente, trituramos la otra mitad de las fresas, junto con todo el jugo, hasta conseguir un puré homogéneo. Si queremos que las hojas de menta aporten todo su aroma, podemos triturarlas también (luego lo colaremos todo), pero si sólo queremos que la fruta quede sutilmente aromatizada, las retiramos antes de triturar.
- Seguidamente, colamos el puré para eliminar las semillas y reservamos también refrigerado. (Hasta este momento, podemos ir preparando y reservando todos los componentes arriba indicados, pero en el momento en que montemos la nata, tendremos que empezar a montar nuestro Eton Mess y servir lo antes posible).
- A continuación, procedemos a montar la nata con unas varillas eléctricas. Hemos de asegurarnos de que todos los elementos estén lo más fríos posible, tanto la nata como las varillas y el cuenco que vayamos a utilizar (preferiblemente uno bien amplio). Empezaremos a velocidad media-baja para que no salpique y vamos aumentando hasta conseguir una consistencia bien firme (ha de queda pegada a una cuchara si la volteamos boca abajo), pero sin excedernos, o la nata podría empezar a cortarse.
- Seguidamente, rompemos los merengues en varios trozos más o menos pequeños y los añadimos a la nata montada, así como las fresas troceadas y un par de cucharadas o tres del puré de fresa que teníamos reservados para conseguir así un efecto marmolado. Removemos con suavidad sólo lo justo hasta que los ingredientes queden más o menos repartidos, pero no excesivamente combinados (recordad que estamos preparando un "mess", es decir, una especie de mezcla desordenada).
- Finalmente, montamos nuestras crêpes, para lo que dejaremos caer una cucharada sopera bien colmada de la mezcla de Eton Mess en el centro de cada crêpe y plegamos o enrollamos, según preferencia personal.
- Añadimos un poco más de la mezcla de Eton Mess sobre las crêpes ya formadas y terminamos con una cucharadita del puré de fresa sobrante para decorar.
- Servimos de inmediato.