Es el tema del momento. No se habla de otra cosa. El verano toca a su fin. Cuesta hacerse a la idea con el calor que sigue haciendo por algunas latitudes, así que el espíritu lúdico-festivo parece resistirse a despedirse del todo.
No sé si habréis notado que últimamente estoy en modo brunch ON total; primero fueron los English muffins, una cosa llevó a la otra y del Reino Unido fui a parar a EEUU —a Nueva York, más concretamente—, con sus ya célebres «huevos Benedictine», para los cuales dichos panecillos ingleses son imprescindibles.
¿Habíais oído hablar de los English muffins? De algo suenan, ¿verdad? Pues pese a compartir denominación con los archiconocidos muffins americanos, las similitudes que pueda haber entre ambos son mera coincidencia;
Me encanta el pan. Todo tipo de pan. Siempre me han parecido una preciosidad las barras de pan, las hogazas, los panecillos, el pan rústico, el pan de aceite, con cereales, el pan gallego, el pan brioche, la focaccia…
Se acerca la Semana Santa y, tal y como sucede en otras fechas señaladas del calendario, millones de cocinas en todo el mundo empiezan a trabajar a toda máquina para preparar las recetas más tradicionales.
¿Qué criatura viviente que les haya dado un mordisquito alguna vez no adora los cinnamon rolls? Esta que escribe, desde luego que sí (sí al mordisquito, sí a adorarlos, sí a todo…).
La primera vez que oí mencionar el nombre de monkey bread me dio la risa. «No, en serio», exigía yo una vez recuperado el aliento.