Lo creáis o no, en casa no suele haber tarta más que en contadas ocasiones, y éstas no siempre han de coincidir necesariamente con celebraciones señaladas.
Es prácticamente imperdonable, del todo incomprensible, que a estas alturas aún no hubiera publicado en el blog la receta de la mítica Hummingbird Cake (literalmente "tarta colibrí", que si no la conocéis os juro por mi honor que no incluye pajarillos ni ave alguna entre sus ingredientes).
Generalmente las tartas tipo layer cakes se suelen reservar para fechas señalas o celebraciones destacadas. Pues ésta no se ajusta a esa máxima. O sí; siempre hay algo que celebrar, ¿verdad?
Pese a que las recetas rápidas y sencillas suelen ser una opción más que atractiva en determinados casos, en otros, sin embargo, apetece dar rienda suelta a esa otra faceta nuestra que nos pide un poco de "aventura" culinaria...
¡Estoy escandalizada! Pero ¿cómo es posible que haya pasado todo este tiempo desde la última vez que publiqué una señora tarta, con toda su presencia y encanto indiscutibles?
Estoy segura de que ya habréis ido deduciendo que tengo una debilidad especial por esas recetas tradicionales, las de toda la vida.
Esta vez le toca el turno a la ya no tan peque de la casa. Tenía claro que para su 10º cumpleaños quería, entre otras cosas, una Funfetti Cake (vamos, una tarta arcoíris).