Tal y como su nombre sugiere, las madeleines —una de las recetas más tradicionales de la repostería francesa, tremendamente populares hoy más allá de sus fronteras...
Me vais a disculpar la tontería, porque no, los vikingos en verdad no se ponían finos con estos muffins —ni con estos ni con otros—, pero bien los habrían disfrutado de haber tenido un horno a mano por aquellos entonces...
Siempre que se presenta, me parece una buena ocasión volver sobre la cuestión de lo que hace que un muffin sea un muffin, un cupcake un cupcake y una magdalena, precisamente eso, una magdalena. Y aunque haya similitudes evidentes entre sí...
Que un siempre entrañable y codiciado apple pie es todo alborozo tan pronto como aparece en escena, es difícil discutirlo. Su sola presencia ya trae consigo un sinfín de sensaciones y augurios que a mí, personalmente, me condicionan al instante a aguardar lo que esté por venir con la mejor de las predisposiciones...
¿No quería muffins? Pues ahí va una ración doble (¡pero es que ya ni quedan!). Y lo peor es que en casa siguen pidiendo más y más…
Mirando detenidamente estos muffins de limón con semillas de amapola, no me puedo creer que siete meses atrás publicara la primera receta de muffins del blog y desde entonces no haya caído ninguna otra.
Todos hemos oído en numerosas ocasiones cómo se emplean los términos muffins, magdalenas (e incluso cupcakes) indistintamente —os confieso que mi yo más «terminólogo» se rebela internamente, pero ese es un tema para otro día.