Y llegaron las vacaciones para mi querido horno; al blog le queda aún alguna que otra alegría. Estoy segura de que algún espíritu afín a ese otro lado ya ha reparado en que me encanta preparar cócteles en cuanto los termómetros empiezan a subir.
Hoy cambiamos de tercio. Nos hacemos los adultos por unos instantes y nos engalanamos temporalmente para la ocasión. Y es que me encantan los cócteles.
Si alguien lo dudaba, ahora ya toda duda ha quedado despejada: hace calor. Por mucho que el instinto me conduzca hacia los mandos del horno, tengo que pensármelo dos veces antes de ceder.