Esta nueva entrega no podría empezar mejor. Y es que estoy entusiasmada ante la perspectiva de poder desmenuzar una nueva historia culinaria en torno a un venerado postre ancestral que ha vencido con gallardía el desafío del paso del tiempo...
Desde que publiqué el Cobbler de cerezas el verano pasado sabía que el próximo sería un Cobbler de melocotón; sólo tenía que esperar a que llegara el verano siguiente. ¡Eso era todo un año! Pero una tiene paciencia si la dicha es buena (¿0 era otro el dicho?).