-*Hay quien prefiere desechar los restos sólidos que se forman durante el proceso (yo lo he hecho esta vez), para lo cual, sólo hay que filtrar la mantequilla, aún en estado líquido, por un colador de malla fina, una gasa o un filtro de café. Sin embargo, generalmente estos restos se conservan y se incluyen en la receta elegida, pues acentúan considerablemente los matices de sabor que aporta la mantequilla tostada.
- La
brown butter se puede conservar refrigerada en un recipiente con cierre hermético durante semanas (aunque conviene hacer la cantidad justa que se vaya a utilizar); sólo habrá que volver a fundirla, pero sin que llegue a tostarse (o quemarse) de nuevo. Siempre deberemos emplearla a temperatura ambiente.
- Además de
brown butter, al fundir mantequilla y separar los sólidos lácteos, la grasa y el agua que contiene, también podemos obtener
mantequilla clarificada y
ghee; la diferencia entre ellas reside en la cantidad de agua que se llega a evaporar en cada caso y los residuos lácteos y grasas que permanecen.
- Aunque no siempre se puede sustituir la mantequilla común por
brown butter, en ocasiones algunas recetas casi la piden a gritos, como en el caso del
banana bread, la
carrot cake, los
blondies,
buttercream... incluso en la preparación de salsas pensadas para otro tipo de platos, como huevos, verduras, pescado, pasta, etc. es un verdadero as en la manga. Dependiendo de la ocasión, se puede, además, aromatizar con un poco de zumo de limón, hierbas aromáticas, sal y pimienta.
- Si sólo disponemos de una bandeja, necesitaremos hacer varias tandas para acabar con toda la masa. Mantendremos la masa restante refrigerada mientras no la usemos y esperaremos a que nuestra bandeja se enfríe antes de colocar la siguiente tanda.
- Estas galletas admiten muy bien la congelación; eso sí, envuélvelas bien en film transparente primero y papel de aluminio después para evitar que se dañen con el frío.